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Mensaje del 17 de Junio de 1999 (2º) - Madre Teresa

Yo no tengo ningún problema en decir las cosas, no por eso hablo mal de nadie, solamente digo que me siento muy impotente viendo a tanta gente decir que tiene ciertos roles, que cumplen ciertos roles y no hacen absolutamente nada, ¿no creen ustedes que aquellos que andan con máscaras, buenamente y con mucha caridad, habría que sacar las máscaras?.


Mensaje del 17 de Junio de 1999

Dice la Madre Teresa:

Hace un tiempo que yo no me hago oír aquí pero… (se dio vuelta la cinta)…, si me permiten les hago una sugerencia, me gustaría que todos aquellos que tienen alguna función, que ejercen alguna función, o de alguna forma se atribuyen ejercer alguna función y que se reúnen tan asiduamente los días miércoles para rezar por los enfermos, sería interesante que toda esa gente, primero aprendiera a visitar los enfermos y luego los visitara. Yo no diré mal de nadie, solamente les digo que es muy cómodo rezar un Rosario o una docena de Rosarios y el corazón sigue tan duro como al comienzo y los enfermos siguen importando tanto como siempre, es decir nada. Porque ni siquiera aquellos que son parientes o relaciones les visitan con asiduidad o ni siquiera les visitan, háganles conocer a algunos de ellos estas cosas, también esto está dentro de aquello de ser celoso custodio de los Mensajes de nuestro Señor.

Yo no tengo ningún problema en decir las cosas, no por eso hablo mal de nadie, solamente digo que me siento muy impotente viendo a tanta gente decir que tiene ciertos roles, que cumplen ciertos roles y no hacen absolutamente nada, ¿no creen ustedes que aquellos que andan con máscaras, buenamente y con mucha caridad, habría que sacar las máscaras?. Si hay algo que siempre me preocupó fue la injusticia y me preocupó también la impotencia ante ciertas cosas, es que nadie se anima a decirles algunas personas que su vida está totalmente hueca y que de acuerdo a como viven y proceden no solamente no sirven a nadie sino además son un obstáculo para los que quieren servir. Parecería que siempre tienen que ser palabras dulces, suaves, con saludos muy dulzones para que estemos dentro de las líneas del Señor, como se ve que tantos no tuvieron que vérselas nunca con la muerte como nosotros.

No dejen pasar, háganse oír, háganse oír, porque cuando uno ve algo que es una impostura y no dice nada se hace cómplice de alguna manera. Perdonen mis queridos, mis palabras siempre son un poco ásperas y duras pero nunca tuve tiempo de ensayar otras porque la muerte de tantos siempre me mantuvo apurada. Tengan en cuenta estas cosas, aquellos que ven las cosas que se hacen mal o no se hacen y callan por temor de alguna forma se hacen cómplices, ¿de qué tendrían miedo?, ¿de quiénes?, de aquellos que detentaron el poder por estos lares para poder manejar las cosas a su gusto y nunca ser absolutamente nada.

Es muy duro lo que digo pero, ¿podría decirlo de otra manera conociéndome como me conocen?.

Amén.

 

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