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Mensaje del 08 de Noviembre de 1997 - Madre Teresa

No me digan que repito las cosas, ¡hay que repetir las cosas para que se hagan carne en las personas y en forma dramática muchas veces!, todo esto está indicando que incluso mi forma de orar es trabajando.

Mensaje del 08 de Noviembre de 1997

Dice la Madre Teresa:


Jesús dijo que yo representaba una forma de Santidad diferente, no sé si será exactamente así, pero si Jesús lo dijo, será seguramente así, ¿y qué quiere decir todo eso?, yo creo que merece una aclaración, porque los moldes cristianos seguirán siendo los mismos que tiene el Evangelio, a través de todos los tiempos. La Sagrada Escritura es una y lo seguirá siendo por todos los tiempos, pero puede haber matices, aspectos, o una cierta manera de encarar las cosas y mi manera de decir las cosas es hacerlas compulsivamente, es decir con la mayor rapidez posible, porque como ya dije cincuenta veces, yo siempre creía que tenía poco tiempo, mi problema fue tener poco tiempo, ¡poco tiempo!, ¿por qué el poco tiempo?, porque cuando alguien espera con el estómago vacío no tiene mucho tiempo para esperar.

No me digan que repito las cosas, ¡hay que repetir las cosas para que se hagan carne en las personas y en forma dramática muchas veces!, todo esto está indicando que incluso mi forma de orar es trabajando, eso no quiere decir que en el trabajo no esté orando, diciendo una oración, pero también cuando mis manos se mueven, mis pies se mueven, mi cuerpo se mueve y mi corazón se mueve están diciendo una oración, ¿o acaso llenar la boca de un hambriento con comida no es una forma de decir: “Padre Nuestro que estás en los Cielos”?, porque le estoy llenando la boca a mi hermano que tiene hambre, y por eso estoy diciendo: “Padre Nuestro que estás en los Cielos”, porque este es mi hermano, que ni sé cómo se llama, pero sé que está hambriento, que está necesitado. Tal vez ustedes no tengan que moverse entre hambrientos como he tenido que moverme yo, ¡pero cuidado!, ustedes tienen entre ustedes un montón de hambrientos de otra naturaleza, que son los hambrientos de amor y que pasan desapercibidos dentro de la sociedad. Yo diría que si las tres cuartas partes de la población mundial se acuesta con hambre, con hambre de pan, las cuatro partes, es decir la totalidad de la población del mundo se acuesta con hambre de amor.

El mundo tiene una fachada, el mundo presenta una cara, el mundo da a conocer un montón de cosas, pero detrás de esa fachada, de esa careta, de esa máscara, está el hombre real y concreto, ese hombre que por haber perdido el rumbo no tiene un poquito de amor en su vida, incluso engendran hijos sin amor, trabajan sin amor, recogen flores en el valle sin amor y viven tratando con sus semejantes cercanos sin poner en práctica el más mínimo amor, y cuando digo poner en práctica deben tomarlo como una forma de decir. El amor no se pone en práctica, ¡el amor se vive!, se vive de una manera, es decir que no se practica ni se ejercita, se vive de una manera amorosa, esa manera amorosa de vivir es la que yo pretendo para todos aquellos que quieren seguir y de alguna forma están siguiendo mis principios. Una forma de vivir que enfrente a las cosas y al mundo, una forma de considerar la realidad, una forma de responder concreta y definitiva a lo que el hombre necesita.

Hermanos, no hace falta ir muy lejos para encontrarse con el que está carenciado de amor, aquél que tenés cerca todos los días, tus familiares, tus vecinos, las personas con las cuáles tratas diariamente están esperando de vos una sonrisa, una palabra de afecto, están esperando un conjunto de reacciones y actitudes tuyas que le den vida, que le infundan vida, que le den sangre para que corra por sus venas. Y vos podés dar esa sangre dando amor, pero no dando, sino dándote vos mismo y para darse así hay que hacer un ejercicio grande de despojarse totalmente de todas aquellas cosas que nos impiden acercarnos a los otros, tirarlas a un costado, quemarlas y entregarse así, simple y sencillamente, así como una hoja cae del árbol o una planta nace en la tierra fresca, así de espontáneamente, con aquella fe de la que hablaba Jesús a Sor Faustina, que debe ser como la de un niño, crédula, sincera, genuina, simple.

Es decir mis hermanos, que mi llamado es a dejar al hombre viejo y entrar en la piel del hombre nuevo, que no es difícil, que es cuestión de cambiar actitudes, que es cuestión de mirar al otro lado con una mirada distinta de la que tuve hasta ahora, donde todo tenga que volverlo a revisar, a ver si realmente lo que un día dí valía la pena y si realmente dí o fue una manera de calmar mi conciencia para que no haya remordimientos. ¡Revistámonos entonces hermanos del hombre nuevo!, es decir, del hombre en la plena comunión divina, cósmica, del hombre que se amigó con las plantas y los animales, pero sobre todo del que ve a sus semejantes como hermanos, pero los ve como hermanos sintiéndolo en lo profundo del corazón, a aquel hermano que huele mal, a aquel que tiene su cuerpo sucio, a aquel hermano que tiene las heridas sangrando, a aquel hermano que tiene costras en su piel por los más diversos motivos, a aquel hermano que tiene cualquier color, a aquel hermano que me está pidiendo con su mirada que no de una pequeña porción de afecto sino que me de yo mismo totalmente, porque esa es la única forma que existe de dar con eficiencia: darse totalmente a uno mismo.

¡Hermanos los amo, los amo con todo mi corazón!, por eso estoy firme en todas vuestras reuniones, pero no crean que solamente estoy en vuestras reuniones, me paseo por vuestra casa y me siento aquí, en el sillón, para ver pasar los enfermos. Ya he visitado todas las casas de ustedes, aunque no me han visto, pero seguramente después de que me fui habrían sentido que todo era diferente, que todo era distinto, que alguien había pasado por ahí y que quien había pasado por ahí tenía dentro de sí el amor total y definitivo por Jesús, por su Madre, por Dios Padre y por Dios Espíritu Santo, entonces toda esa casa quedó impregnada de ese paso que yo di por ella y ustedes tal vez ni se acordaron de mí, pero yo los visité, les ví mientras hacían la comida, cuando ordenaban la carne, cuando estaban en el trabajo y fui recorriendo todo y los he mirado a cada uno largamente; ustedes dirán: ¿por qué todo esto?, ¡es que siempre a uno le interesa saber qué hacen los que uno ama!.

Amén.

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)

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