Felices los que entienden, que en cada semilla, pequeña o grande, está latiendo la vida y espera condiciones favorables para romper sus ataduras y crecer en forma de una planta.
Mensaje del 23 de Septiembre de 2008

Dice la Virgen:

Felices los hombres que mantienen un diálogo permanente con el Señor.
Felices aquellos que sienten la mirada del Señor acompañándolos a todos los lugares, en todos los momentos.
Felices, felices los que están de parte de la vida. Felices, porque al ponerse de parte de la vida, aunque ni lo nombren al Señor, están totalmente dentro de Él.
Felices los que entienden, que en cada semilla, pequeña o grande, está latiendo la vida y espera condiciones favorables para romper sus ataduras y crecer en forma de una planta.
Felices las semillas que tienen el germen de la vida. Felices los hombres que tienen en su corazón el germen de la vida.
Felices los padres que han entendido esto y que se lo enseñan a sus hijos.
Felices los padres que no les hace falta decir tantas cosas, porque viven de una manera, piensan de una manera, comen, se visten, caminan, tienen gestos y en cada uno están mostrando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Felices los que el sol los llama a vivir nuevamente cada día.
Felices los que el sol, aunque esté detrás de las nubes, les esté dando su calor, con apariencias distintas.
Felices los que han entendido que ese sol sale para todos y que si piensan algunos en el fin del mundo, piensen también porque esto es verdadero, que no habrá fin del mundo hasta que ese sol salga para todos los hombres.
Felices los que han entendido que todo lo religioso está también en todo lo social, en todo el mundo vegetal y animal, en todas y cada una de las cosas y en todos y en cada uno de los hombres.