¿No se han dado cuenta que detrás de cada enfermedad hay un problema en la vida de cada uno que se somatiza en el cuerpo?, cuántas injusticias, odios y cosas que uno pasó en la vida y no las pudo superar ¿no?, desencadena en un cáncer, desencadena en un cáncer, ¿cuándo?, uno no sabe cuándo pasó esto o lo otro, pero todo lo que queda enredado allá en nuestro pasado da como consecuencia en una enfermedad física o psíquica.
Oración del 14 de Mayo de 2008Habla Artemio:
… Carlos de Foucauld, era un hombre que vivía en Paris y tenía una vida así bastante deshilachada ¿no?, y un buen día dijo: no, esto no puede ser y se fue a vivir en la parte Norte de África en un lugar desértico, cerca de un oasis, oasis es un lugar donde había agua en el desierto ¿no?, cerca del oasis, armó una choza y ahí se quedó, tenía muchas cosas de que arrepentirse Carlos de Foucauld y empezó a vivir como un ermitaño, comía de los frutos de la huertas que cultivaba cerca del oasis, pero ¿qué ocurrió?, se los digo resumido, por allí pasaban las tribus de árabes que iban y venían por el desierto ¿verdad?, muchas veces pasaban sin decirle nada pero otras veces destruían su choza, lo lastimaban a él, lo golpeaban ¿verdad?, y seguían y él volvía a empezar, volvía a cultivar su huerta, volvía a armar su chocita para seguir viviendo y si había algún encuentro entre las tribus de árabes que pasaban por el desierto él se acercaba, sanaba a los heridos, alojaba en su pequeña choza a los que estaban moribundos y así pasaron como diez años, nunca se cansó él de hacer esto a pesar de que le destruían y lo golpeaban siempre, hasta que un buen día se acerca el jefe de una de esas tribus de beduinos que andan por el desierto y le preguntó: decinos ¿en qué Dios creés?, ustedes saben que los árabes creen en Ala, que también quiere decir Dios pero es otra cosa ¿no?, ¿en qué Dios crees?, le preguntó, y él le dijo, dice: por que con tu ejemplo me estás demostrando que tu 0Dios es verdadero, porque a pesar de todo lo que te hemos hecho nunca levantaste la voz para hacernos daño y seguiste sanándonos y atendiendo a los heridos, decinos quién es tu Dios, porque si tu Dios hace hombres así, tu Dios es verdadero ¿eh?, Carlos de Foucauld fue un hombre que murió como un Santo y es casi contemporáneo nuestro, casi vivió nuestro tiempo ¿no?.
Ahora bien, esto está, este relato de Carlos de Foucauld tiene que decirnos a nosotros con claridad cómo es la vida del cristiano, si se pusiera alguien delante de nosotros y nos dijera: ¿quién es tu Dios?, ¿qué le responderíamos nosotros?, con todas nuestras amenazas, nuestros egoísmos, nuestras mezquindades no serviríamos de ejemplo para nadie, para nadie ¿mmm?, pero Carlos de Foucauld tenía en su haber no haber abierto nunca la boca ante las ofensas, no haber dicho jamás nada cuando lo malquistaron y lo dejaron herido y seguía ayudándolos a todos, ¿quién es tu Dios?, porque si tu Dios hace hombres como vos seguramente es el Dios verdadero.
Ahora, en el Evangelio de hoy Jesús nos dice: así como Yo lo amé a Mi Papá y lo amo a Mi Papá, así también los amé a ustedes, hagan ustedes lo mismo entre sí, bueno, entonces, mientras nosotros no llevemos a una practica concreta esto del amor entre los semejantes, mientras nosotros no seamos capaces de perdonar, mientras no seamos capaces de decir al hermano: olvidemos el pasado, empecemos de nuevo, de cristiano no tenemos nada, podemos pertenecer a todas las cofradías y a Caritas y a la madre en coche también pero de cristianos no tenemos nada, mientras no somos capaces de decir lo que dice el Evangelio de hoy, más aún dice, no hay amor más grande que dar la vida por los amigos; ¿alguno de ustedes estaría en condiciones de dar la vida por aquél amigo que ama?, pónganse una mano en el pecho y digan: ¿estaría yo en condiciones?, ¿amo tanto a mi semejante que podría dar la vida por ellos?, piénsenlo en silencio, cuando queden a solas, porque a veces decimos que sí pero ¿daríamos la vida por aquellos que amamos?, cuidado, es fácil dar la vida por los que amamos, nuestros hijos, nuestros parientes, pero ¿por un extraño?, ¿por una persona que a lo mejor nos está clavando un cuchillo por la espalda?, ¿seríamos capaces?.
Bueno, esas cosas así tremendas tiene el Cristianismo, ¿somos o no somos?, si no somos a otra cosa pero si somos tenemos que serlo hasta las últimas consecuencias, pase lo que pase, aunque nuestro nombre lo revuelquen en el barro, le digan cualquier cosa y lo hagan pasar a uno de lo que se te ocurra, por vos Señor, por vos, todo por vos ¿eh?.
Tenemos que pensar seriamente, piensen en los amigos que tienen, piensen en las personas que ustedes aman y las que no aman tanto: ¿le darían ustedes la vida por ellos?, ya comprendo, si las madres tienen a sus hijos, por supuesto, que arriesgan su vida para tenerlos, no lo pongo en duda pero son sus hijos, pero por un extraño ¿darían la vida?, ¿amaríamos tanto nosotros a los demás que estaríamos dispuestos a dar la vida por ellos?, no estoy trayendo cosas tomadas por los pelos, estoy trayendo las palabras del Evangelio de este día ¿mmm?, nada hay más grande que dar la vida por un amigo. Ustedes dirán: pero y si yo estoy en matrimonio, amo tanto a mi esposa o mi esposo ¿verdad?, sí por él daría la vida, está muy bien y es muy valioso, pero cuidado, con los amigos no hay ningún interés, los esposos sí tienen intereses en común, son uno solo y tienen a sus hijos pero por los amigos, por los que están fuera de todo eso no hay ningún interés de por medio, nada, absolutamente nada. Cuando nosotros seamos capaces de dar la vida, cuando no haya ningún interés de por medio entonces estamos siguiendo las palabras del Señor: así como Yo amé al Padre, así Yo los amo a ustedes ¿eh?.
Pensar en estas cosas, porque ya Jesús en las primeras Revelaciones en el año 95 era muy claro cuando decía: Yo quiero que las personas no sigan teniendo la fe como bebés de pecho ¿eh?, esa fe ingenua, chiquitita, que cualquier vientito la sopla y se la lleva, quiero que crezcan en la fe, que vuestra fe sea muy grande, esa es la fe que ustedes y yo necesitamos para sanarnos de nuestras enfermedades, esa es la fe que necesitamos para que nuestra familia se ordene, para que haya una muy buena relación en todos los que nos conocemos y nos amamos, el que nunca pase por nuestra mente ni siquiera un mal pensamiento para con los demás y darle al otro siempre la oportunidad de hacer un descargo cuando nos parece que obró mal, llegar y decirle: hice algo mal, te pido disculpas por lo mal que hice ¿eh?, aunque a lo mejor el otro me ofendió suponiendo, puede ser, o no me ofendió.
Pero ahora, ¿esto es algo a lo cual se llega un día y ya está?, no, es un camino que se transita todos los días. Jesús dice siempre: la Santidad ¿qué es?, la Santidad es diariamente dar testimonio de toda una vida, todos los días, por eso para Jesús la Santidad no es un lugar adonde se llega sino un camino por donde se transita, todos los días exige un esfuerzo laborioso y penoso para llegar y terminar el día y decir: Señor, esto es lo que hice hoy, esto te muestro como mi obra, en cualquier cosa, en el trabajo, con la familia, con los amigos, en lo que sea, al terminar el día: esto es Señor lo que tengo para presentarte, todo esto es, y ya con eso ya podemos decir: listo, somos santos, como muchos dicen: sí, porque mi santidad es mucha dicen algunos. Mis queridos, la Santidad se edifica a cada momento ¿eh?, a cada momento, uno puede estar muy bien en este día y hacer las cosas muy bien y mañana desdecirse, es decir no hacer lo mismo ¿eh?. Ahora tiene atenuantes si uno no está bien, si uno está enfermo ya no puede hacer las cosas como siempre, está bien, pero mientras estemos con la capacidad de hacer cada día hay que edificarlo, con toda la profundidad y cada día sea superior al anterior o por lo menos igual.
Les repito lo que dice el Señor: la Santidad no es un lugar adónde se llega, es decir ya soy santo, no, sino un camino por donde se transita, es decir exige el esfuerzo diario de seguir amando a pesar de todo, a pesar de todo ¿qué?, y qué fácil que es amar a los que nos aman, es tan sencillo que todo el mundo lo puede hacer pero amar a quienes nos persiguen, amar aquellos que directamente chocan con nosotros en todos los aspectos, amar aquellos que nos clavan los cuchillos que pueden por la espalda, ahí se prueba el amor verdadero ¿eh?, y como decíamos recién en el Evangelio, nada hay tan grande dice Jesús como dar la vida por los amigos, por supuesto que es lo máximo eso, pero a veces esa vida se puede dar en pequeñas cuotas cuando uno le está dando siempre una mano a alguien, le está ayudando a llevar su cruz pesada ¿eh?, por ejemplo aquellos que tienen chicos que no son comunes, que son diferentes, realmente están dando la vida por esos seres, ténganlo en cuenta.
Lo que a veces consideramos como una especie de fracaso porque nos ha nacido un hijo diferente, que no está en condiciones no lo tengan como un fracaso, ténganlo como un motivo de santidad: yo crío a este hijo, cuido a este hijo, lo hago venir grande, aunque nunca ni siquiera me va a hablar porque no puede, eso también es dar la vida por los demás, entiéndanlo ¿eh?.
No tengan a esos seres como si fuera una carga o un peso, no, sino como una forma de santificarse, hay muchos hogares que tienen eso y lo tienen como si fuera algo tremendo, no, no se olviden que también son hijos del amor y en la vida va de una manera, Jesús no nos da esas cosas para que suframos, nos pone en nuestros caminos estas cosas ¿verdad?, la vida, la vida nos pone todo en el camino, nos va de una manera en la vida y Dios participa de nuestro dolor cuando no nos va bien, cuando nos va mal o cuando estamos enfermos o cuando estamos tan malhumorados por la enfermedad que tenemos que no aguantamos a nadie ¿mmm?.
Tener en cuenta estas cosas, el Evangelio de hoy es tremendo mis queridos, en esta noche cuando queden a solas con ustedes mismos, pregúntense: ¿yo amo a alguien, a mi esposa, a mi esposo, mis hijos?, ¿los amo en serio o los amo por lo que me dan?, ¿amo yo a los empleados?, ¿a las personas que me rodean?, por supuesto que hay grados en esto, a un hijo no se lo puede amar como un empleado pero el amor tiene que manifestarse en todos, en grados diferentes de amor, ya sé, que un hijo es distinto que una persona que está relacionada además con uno pero el amor es la base, es igual.
Entonces, no nos creamos nada del otro mundo, ni santos, ni porque pertenecemos a ninguna cofradía ni mucho menos que ya por eso llegamos, todos los días hay que luchar para ser santo y uno no lo sabe tampoco si llega al final del día y si todo lo que hizo es santidad, como bien dice el Señor: el encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen lo que son ¿eh?, la persona virtuosa llega la noche da gracias al Señor y se duerme en la paz de Él pero sin pensar cuántas cosas lindas que hice hoy, uy que bien todo ¿eh?, puede uno dar un repasito de lo que hizo pero darse cuenta que en última instancia el Señor actuó a través de nosotros, solamente lo que nosotros pusimos fue la disponibilidad, si estuvimos a mano para que Él tomara, porque Jesús dice: necesito tus manos, tus ojos para ver, tu boca para tomar alimento sobre todo de aquellos que no pueden, tus manos para tomar todo aquello que es necesario, cambiar de lugar o atraerlo sobre sí, necesito todo tu cuerpo, tus cosas y depende de nuestra generosidad y de nuestra disponibilidad para que todo eso se de, sino no pasa nada.
Y qué ocurre si cuando pensamos en todo eso nos encontramos como medio en el desierto diciendo: la verdad que hice bastante poco en la vida ¿no?, no por eso hay que desalentarse sino pensar y decirle al Señor: mirá Señor, en mi trabajo, con los seres que me relaciono, en el lugar donde estoy, en la familia que me crié, con las personas que vivo, qué puedo hacer, qué puedo hacer Señor, mostrarme, hacerme ver, qué puedo hacer, porque yo no sé Señor si lo que hago está bien, mostrámelo vos, vos vas a enviar tu Espíritu Santo para que en lo profundo del corazón tengamos una afirmación o una negación de lo que estamos haciendo, partiendo de la base: Jesús no cree que las personas sean malas, Él cree que hay personas que ignoran, que las personas están enfermas, que a veces están un poco desorejadas, que a veces muchas cosas pero malos no, malos no, la gente está enferma a veces cuando obra mal. Enferma no solo de una enfermedad que se puede medicar sino enferma de odio, de egoísmo, de soberbia, de autosuficiencia, de creerse superior a todos, uno puede estar enfermo de eso, entonces habrá que sacar esas cosas del corazón, porque en un corazón lleno de egoísmo y de odio no puede alojarse el Señor, es un lugar muy incómodo, nadie le gustaría alojarse en un lugar así.
Ustedes dirán: vinimos de lejos y tan lejos y parecería que en las palabras hay como un reproche, no mis queridos, el Señor me dice lo que tengo que decirles y además diariamente me dice: tenés que ser un Celoso Custodio de Mi Mensaje en sus Apariciones diarias, es algo que siempre lo repite, entonces a veces puedo decir palabras muy duras pero Él me las está pidiendo ¿eh?, por ejemplo, quien no puede dar la vida por sus amigos considérese que todavía maduró muy poco en el Señor, quién no es capaz de amar a sus hermanos ha crecido poco y nada, quien directamente devuelve mal por mal a cada instante no se considere santo ni mucho menos ¿eh?. Crecimiento, todos los días, un poquito, más, más y van a ver que ese crecimiento en el amor del Señor es lo primero que le va a dar salud, bienestar.
¿No se han dado cuenta que detrás de cada enfermedad hay un problema en la vida de cada uno que se somatiza en el cuerpo?, cuántas injusticias, odios y cosas que uno pasó en la vida y no las pudo superar ¿no?, desencadena en un cáncer, desencadena en un cáncer, ¿cuándo?, uno no sabe cuándo pasó esto o lo otro, pero todo lo que queda enredado allá en nuestro pasado da como consecuencia en una enfermedad física o psíquica, entonces ¿qué hacemos con todas nuestras penas almacenadas en nuestro corazón?, tenemos que entregárselas al Señor: tomá Señor, yo soy este con todas estas cosas, me pasó todo esto en la vida pero cedí de esta forma, te lo doy todo Señor, yo sé que vos lo perdonás todo, que no tenés ningún problema, que incluso antes de que yo hiciera las cosas mal ya me habías perdonado, pero yo te las ofrezco Señor, ¿por qué?, porque esta falta de perdón me está enfermando, este odio adentro me está liquidando, esta envidia me hace vivir una vida deshilachada.
Ahora, y a veces uno dice: bueno, pero cuando era niña o niño ¿no es cierto?, yo tuve problemas de una violación dice alguna, porque si quieren que les diga acá dentro hay ocho personas que han sido violadas ¿eh?, no los voy a mirar a la cara para que no se sientan mal, pero hay ocho personas que han sido violadas, bueno, a esas personas les digo que no solamente ahora digan: yo te perdono fulano de tal porque me forzaste, me violaste, hagan también que vuestra niña o vuestro niño también perdone a ese violador. Que importante es que en este diálogo el Señor y yo sepamos nada más quién acá dentro estuvo violada, nadie lo dice ni nadie mira a nadie, por eso estoy detrás para no mirar la cara a nadie, entonces esas personas en esas condiciones perdone y perdone también la niña o la jovencita o el niño o el jovencito que fue forzado en algún momento, no solamente físicamente sino también con palabras, que perdonen, no pueden llevar la carga tanto tiempo, y ya que estamos hablando dos minutos más, yo diría aquellas mujeres, acá dentro aunque les parezca mentira hay 21 mujeres que han sido golpeadas por su maridos, 21 ¿eh?, ni más ni menos, y hay más pero que fueron golpeadas con palabras, perdonen a vuestro esposo, algunas hasta lo tienen muerto, perdonen a vuestro esposo las cosas malas que les hizo, porque incluso fueron criando vuestros hijos, llevándolos en la panza cuando vuestro marido las golpeaba, eso es muy duro, pero aquí el Señor les dice: ofrézcanme todo que Yo lo puedo perdonar todo ¿eh?, si vamos a ver los conflictos entre suegras y nueras y todos esos conflictos familiares acá dentro hay más o menos 60 ¿mmm?, concretamente 62, bueno, perdonen, perdonen a vuestras nueras, perdonen a vuestras suegras, o yernos o suegros, perdonen, porque sino la enfermedad que está en ustedes no se va a ir, va a permanecer a través del tiempo y los va a liquidar, sepan que hay que perdonar ¿eh?.
El perdón es una forma de amor, ¿y cuándo uno puede perdonar en serio?, cuando uno piensa: esta persona que me hizo daño, mi esposo por ejemplo o mi esposa, no sabía lo que hacía, era un hombre bruto, nacido en una familia donde no le enseñaron nunca nada bueno, nunca tuvo una palabra suave conmigo, siempre fueron retos, disgustos y yo fui siempre su cierva, y bueno, pero él no tenía otro alcance, no veía las cosas más allá, las veía ahí nomás y yo tuve que sufrir los golpes siempre.
Perdonen, perdonen porque todas las injusticias sufridas, las penas y todos esos momentos terribles que a lo mejor les tocó vivir, cada uno en su lugar y sabe de qué forma y no digo más ejemplos porque el tiempo me corre ¿verdad?, pero hay tantos que están en condiciones muy difíciles ¿verdad?, infidelidades, de todo tipo, gratuitamente, pero detrás de un infiel hay también una herencia para ser infiel ¿no?, por eso hay que cortar la herencia, porque hasta la infidelidad, esa tendencia a ser infiel es hereditaria, así como es hereditaria el cáncer, es decir la posibilidad de tenerlo ¿verdad?, así como es hereditario el alcoholismo o la inclinación por las drogas, de ahí que el Señor recomiende: hay que sanar la herencia porque sino se queda uno a mitad de camino y por hoy yo creo que ya es suficiente, tienen como para pensar.
Ahora simplemente pensemos que estamos a solas con Jesús que está ahí adelante presidiendo la asamblea nuestra, tengamos un acto precioso y digámosle: mirá Señor, yo soy esta persona, aquí está todo lo mío, todo, tengo todo esto para darte, todo mi pasado, hasta hoy y el futuro también y te lo doy tan gustoso Señor, te lo doy todo, para que mi corazón quede vacío de todo dolor y pueda de esta forma hacer que vos entres en Él y te quedes allí para siempre. Nuevamente Señor te digo: perdoná aquellos que me hicieron tanto daño, aquellos que se gozaban con mi dolor, perdonalos Señor, yo también los perdono y me perdono a mí mismo las cosas malas que hasta ahora no me perdoné el haber sido de una manera, el haber sido medio rústico y cruel con mi familia, autoritario, maldito, mal llevado, que se yo, tantas cosas, yo me perdono Señor y vos también perdóname ¿eh?.
Señor, de esta forma yo quiero que con mi corazón vacío de todas esas cosas entres a mi corazón y lo llenes totalmente, yo sé que vos me trajiste acá Señor no para que me vaya como vine, sino que me vaya con tu corazón lleno de vos Señor, sí Jesús, eso quiero, porque si vos entrás a mi corazón y te quedás allí y hacés tu casa en mi corazón, desde hoy ya se terminaron todas las cosas malas, las enfermedades y los problemas, tendremos que luchar en la vida pero va a ser muy diferente luchar cuando vos estás con nosotros Señor.
Sí Jesús, cuánto necesito Señor que vengas a mi corazón, cada uno dígase en silencio y piense también en los que aman para que el Señor vaya al corazón de ellos, porque en el fondo nadie es malo, así lo dice el Señor y ya Él perdonó todo, cómo no vamos a perdonar nosotros, cómo no lo vamos a hacer.
Sí Jesús, es hermoso poder dialogar con vos y enterarse así que vos dijiste: así como Yo amé al Padre los amo a ustedes, no es la palabra de cualquier, es la palabra de Dios que te dice, que nos dice, que me dice: te amo ¿eh?, no neguemos la entrada al Señor, está tan cerquita nuestro que hasta podemos sentir su aliento caliente en nuestro rostro y hasta podemos sentir el calor de su cuerpo invadiéndonos ¿eh?, está así: tan cerca de mí….
Y si está aquí Señor, pasá sanando todo, en este momento Señor estás en el corazón de cada uno, pasá sanando Señor, pasá sanando, por eso mientras vos lo hacés, nosotros todos juntos te decimos: sáname Señor con tu Espíritu….
Sí Señor, estamos confiados en que estás en nuestro corazón y vas a obrar maravillas, así como Yo amé al Padre y el Padre me ama a Mí, Yo los amo a ustedes, este es el mensaje que el Señor nos deja a todos en este día.
Ahora vamos a hacer la bendición.
(Habla un señor, da su testimonio: María de los Dolores de Justiniano Posse. Nosotros llegamos aquí con mucho dolor, mi señora le habían detectado un tumor en el ovario de 48 por 70, ustedes saben que la medida del tumor es grande como las dos manos, eso fue lo que me explicaron en el hospital nacional de clínica cuando la vieron una junta médica de todos los oncólogos del hospital. Mi señora cuando le dieron el diagnóstico había caído en la cama depresiva, no comía, no dormía, lloraba todo el día, no se levantaba. Y nos enteramos de este lugar que realmente no lo conocíamos, nosotros somos de Bell Ville, a 35 km de aquí de Justiniano Posse, vinimos por primera vez un domingo. Mi señora el lunes se levantó como todos los días, sin saber nada ¿no es cierto?, vinimos el miércoles, y mi señora ya se había recuperado de la depresión. Ese miércoles me avisan a mí de Córdoba que para el lunes siguiente ya tenía turno para la operación, entonces ella se había venido en el colectivo de las 15:00 para aquí, yo cuando salí de trabajar y me vine y le comenté que me habían llamado de Córdoba, que teníamos turno para el lunes siguiente de la operación, me habían hablado de cuatro horas de operación más o menos porque había llegar a los intestinos, levantar los intestinos y que no sabían con qué se iban a encontrar. Después de haber realizado ecografía, tomografía, resonancia y una junta médica como yo les digo de todos los oncólogos del hospital nacional de clínica, la gente que es de Córdoba, aquellos que han ido por Córdoba sabrán que el hospital nacional de clínica es uno de los mejores del país. Entonces le explico a mi señora, le decimos a Artemio, Artemio dice: vayan tranquilo que todo va a estar bien, cuando vamos el lunes, la pasan a cirugía, a los veinte minutos después que entró a cirugía veo que la sacan, se me cayó la clínica encima, realmente no sé, ese momento lo que uno vivió, los que están viviendo muchos de los que vienen a buscar algo. Y cuando la sacan yo no le comento nada a mi hijo, ni a mi suegra, ni a mi hermana que estaban conmigo, yo la veo que la habían sacado y lo primero que pensé es que la abrieron y la volvieron a cerrar. Cuando la sacan a ella le digo a mi hijo que la acompañen a arriba y yo me quedo a hablar con el médico. Cuando sale el médico me dice: negro, quedate tranquilo, no encontramos nada, el tumor no estaba más, no había nada. Mi esposa ahí está sentada. Y a partir de ese día nos quedamos para siempre aquí junto a Artemio, junto a la Fundación y junto a todos aquellos que vienen a buscar lo que nosotros vinimos a buscar. Muchas gracias)…