Esa es la forma que Yo quiero que ustedes lentamente descubran, porque es de una inmensidad que coloca al hombre fuera del tiempo y del espacio, es decir en la dimensión divina. Mensaje del 04 de Abril de 2008

Habla Artemio:

04 de Abril.

Dice la Virgen:

Como les anuncié allí en Mi Casa, a vos y a otras personas están viendo todo lo que ocurre, Yo les pido esto Mis queridos, los grandes acontecimientos y los pequeños mírenlos a la Luz de la gracia y a la luz de la Misericordia, confíen en los grandes proyectos que tienen los hombres, pero no por eso piensen que esos proyectos son a la medida de ustedes, es decir son en la medida en el momento de ser considerados pero con una visión de futuro y además los hombres y los acontecimientos tienen que ser interpretados, algunos son de una acción directa y otros son como una forma de transición porque los procesos no son tan radicales, por obvias razones, el hombre no está acostumbrado a los cambios tan radicales, tiene que ir asumiéndolo, procesándolo y cayendo en la cuenta. Es como, hay tantos que dicen: ante tu consejo, abran el corazón al Señor, y muchos dicen: pero si yo lo tengo abierto al Señor, no, todavía no está abierto como debe estarlo.

Nunca olviden que el solo hecho de rezar, de decir esto o lo otro y creer que están comunicados con el Señor, no es suficiente, existe la necesidad de otra entrega… (se dio vuelta la cinta)…, la entrega, no sé si más profunda pero más directa, como muy bien se decía allí en Mi Casa el otro día, es tal vez muy simple decir: creo en Dios con la mente y evidentemente es una creencia en la existencia del Señor pero hay un abismo entre decir creo en el Señor con la mente y otra decirlo con el corazón.

Es decir, entre la inteligencia y los afectos, entre la mente y el corazón hay tanta distancia pero tanta y hay que tratar de superarla. Entonces, no es cuestión de decir: yo creo en el Señor, pero lo fundamental es decir: yo te amo Padre, en lo primero hay una reflexión lógica y en el segundo caso hay una aceptación afectiva, que las palabras no pueden explicarlo tan fácilmente, esa adhesión total y completa, en la medida de lo posible, entre el Creador y la creatura, cuando se logra esto, que no hay necesidad de definirlo como decía aquél Santo varón: yo lo miro y Él me mira, estando delante del Sagrario, Él me ama y yo lo amo.

Esa es la forma que Yo quiero que ustedes lentamente descubran, porque es de una inmensidad que coloca al hombre fuera del tiempo y del espacio, es decir en la dimensión divina.