Jesús, ten compasión de mí que soy un pecador. Es necesario que los seres humanos entendamos esta gran verdad ¿mmm?, el poder decir con toda humildad: Señor, mirame, este soy yo, así, simple, así nada. Oración 01 de Marzo de 2008
Habla Artemio:
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, Amén. Mientras venía para acá vi tantos Ángeles que dije: bueno, le vamos a cantar, 22, a ver si nos sale: hay Ángeles volando en este lugar, en medio del pueblo y junto al altar, subiendo y bajando en todas las direcciones....
Cuánta belleza que tiene este canto ¿no?, cuánta belleza y por supuesto vinimos aquí para dar gracias al Señor, para alabarlo no hay mejor forma que alabar al Señor para rezar ¿mmm?, es decir es como expresarle al Señor cuánto de hermoso hiciste, por eso yo te alabo Señor ¿eh?, entonces le decimos: no puede estar triste el corazón que alaba a Cristo…. Bueno ahora queremos que el Señor llene nuestro corazón de todas las cosas maravillosas que Él tiene para darnos, nuestra lámpara, que es nuestra vida, debe continuar ardiendo, eso le pedimos a Dios siempre, que ponga aceite en nuestra lámpara, el aceite es la gracia y la Misericordia que realmente nos alimenta ¿eh?, entonces le decimos con fuerza: pon aceite en mi lámpara Señor….
Ahora le vamos a pedir el Espíritu Santo que nos haga entender el Evangelio de este día, con todo nuestro fervor, con todas nuestras ganas, 17, le decimos así al Señor: ven, ven, ven, Espíritu Divino, ven, ven, ven, acércate a mí….
Bueno sábado 01° de Marzo, hoy es San Félix, Rosendo y Albino y como todos los sábados nos acordamos de nuestra Santa Madre, la Virgen María, nadie se levante para leer el Evangelio porque como hay tantos que no pueden levantarse, estemos a tono ¿eh?, el Evangelio de hoy es de San Lucas, capítulo 18, los versículos son del 9 al 14, acuérdense que San Lucas es el Evangelista de la Misericordia siempre, entonces decimos por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Vemos entonces lo que dice el Evangelio de hoy: “Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás. Dos hombres subieron al Templo a orar, uno era fariseo y el otro publicano. En ese entonces había muchas diferencias en cuanto a la secta que tenían ¿no?, y la raza, dentro de la raza distintos aspectos. Uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano, ese que está allá golpeándose el pecho. Yo Señor, ayuno dos veces por semana y doy la décima pate de mis entradas. Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al Cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Yo les digo, que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado y el que se humilla será ensalzado o enaltecido”. Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador, Dios nuestro es un Dios Misericordioso que salva y salva siempre. Esto es palabra del Señor, te alabamos Señor y te damos gracias.
Jesús, ten compasión de mí que soy un pecador. Es necesario que los seres humanos entendamos esta gran verdad ¿mmm?, el poder decir con toda humildad: Señor, mirame, este soy yo, así, simple, así nada, imagínense ustedes qué es el hombre en comparación del Señor, nada, este soy Señor, este, tené compasión de mí. La palabra compasión algunos a veces la interpretan como algo medio feo porque, es decir, lo toman como sinónimo de lástima, con significa juntos y pasión, sentir, sentir junto con el otro, es decir, Señor sentí conmigo, sentí Señor lo que me pasa, que mejor entonces que para cualquier cosa que tengamos dentro de nuestra alma: penas, dolores, angustias, enfermedades, lo que sea, porque en la vida nos va de una manera ¿eh?, a veces bien, a veces mal, más mal que bien, porque el mundo es difícil, vivir es difícil, vivir cuesta tanto, enfrentarse a los demás, no todos quieren a todos ¿verdad?, pero es difícil vivir.
Entonces, qué oportuno, que precioso eso de decir: Señor, tené compasión de mí, sentí lo que siento yo, ¿y qué siento yo?, que estoy enfermo, que tengo un cáncer, que tengo hemorroides, que tengo un juanete, que tengo dolores de garganta, que estoy en una silla de ruedas, sentí Señor lo que tengo yo, sentilo Señor.
Yo estoy viendo aquí a una señora que hace treinta y tantos de años que cuida a su hijo diferente, lo cuida con una, diríamos: preciosura de vida, para que su hijo tenga lo mejor y él tal vez nunca le dijo una palabra porque no puede, la estoy viendo de aquí. Cuando nosotros vemos esos santos que declaman en la Iglesia, sí, la verdad que son santos, como no, pero yo trato de descubrir todos los días esos santos anónimos que están dentro de la sociedad ¿eh?, personas que uno tal vez no le dio nunca importancia o poca importancia o se lo toma así como…, hay personas que son héroes o heroínas dando su vida por sus hijos, porque no es fácil un hijo enfermo ¿eh?, un hijo diferente, o en una silla de ruedas o donde sea, es duro, pensá, no es un día, es toda una vida ¿eh?, que más oportuno que esas palabras: Señor, tené compasión de mí, sentí lo que siento yo, compasión, sentí lo que siento yo ¿eh?.
Parecería que esa es una expresión que lo conmueve tanto al Señor, acuérdense del ciego cuando esta viniendo Jesús y dice: Jesús de Nazaret tené compasión de mí, los que estaban cerca querían hacerlo callar, ¿por qué dice Él?, y volvía a decir: Jesús de Nazaret tené compasión de mí. Jesús se acerca, venía con los Discípulos, sabía lo que pasaba, pero lo mismo le pregunta: ¿qué necesitás?, que vea Señor, bueno dice Jesús: ve y empezó a ver, y lo siguió ¿mmm?.
Ahora, tenemos que pensar que nuestra fe debe ser o llegar a ser tan pero tan, pero tan grande ¿no?, como para que una expresión de esa calme o le de sosiego o le de paz a aquél que está por ejemplo en una silla, o no lo sabe y el que lo está cuidando y que piensa: todos los años ¿viviré para cuidarlo?, y si no estoy yo ¿quién lo va a cuidar? ¿eh?, y si no estoy yo ¿quién lo va a cuidar?.
No, no es simple ¿eh?, no es simple, entonces piensen ustedes en el publicano y en el fariseo, dice: si Señor, porque yo doy el diezmo, yo ayuno, yo hago esto, yo, yo, yo, yo nada, el otro simplemente decía: Señor, tené compasión de mí, simplemente compasión, sentí lo que yo siento. Y en esa expresión ¿no?, hay tanto, porque es como decirle al Señor: entrá en mi vida, sentí, vení a ver lo que me está pasando ¿mmm? y la entrada del Señor en uno será tan maravillosa y tan grande, tan enorme, que hasta las cosas más terribles la podemos sobrellevar muy bien ¿eh?, pero hay que prestarse para eso, ¿y cómo?, como el publicano que estaba en el último banco, decía: Señor, tené compasión de mí, mientras el otro: porque yo, yo, yo, yo nada, decime aquél que más dice yo, yo, yo, porque hace valer su plata, su raza o lo que sea, cuánto tiempo va a pasar sin marchar rumbo al cementerio acostadito ¿eh?, cuánto tiempo, no sabemos.
Entonces adónde uno puede fundamentar una vida con vanidad, con soberbia, les cuento esto, no tienen ninguna obligación de creerlo por favor, no, no, yo les cuento cómo me va. Estos días estuve con una familia paseando un poco ¿mmm?, y me llamó la atención el primer día que la cama desordenada de repente me despierto y la cama la tenía perfectamente ordenada, las personas que estaban conmigo, los dos están ahí, les pregunté: ¿ustedes vinieron a taparme esta noche?, no, para nada, tuve que pedirle dos o tres veces: ¿no me hicieron la broma de venirme a tapar?, no, bueno. Era la Madre que me había venido a tapar porque si tomaba frío tal vez no me hacía bien, y siguió todas las noches, venía a arreglarme la cama a eso de las tres, cuatro de la mañana, a veces la veía yo, a veces no.
Si esto les sirve para algo lo que yo estoy diciendo ténganlo en cuenta, si lo creen o no es problema de ustedes, totalmente problema de ustedes pero si lo creen no saben ustedes lo maravilloso que es vivir junto a nuestra Madre, a Jesús y a todos ¿eh?, y por ahí yo le pregunté: Madre pero ¿por qué esa molestia, tenés el mundo lleno de necesitados y venís a tenderme la cama a ponérmela bien?, ¿por qué?, ella sonrió y seguía alisando la frazada ¿no?. Si algunos de los presente les sirve este ejemplo ténganlo en cuenta saben, porque nuestra Madre es tan generosa, que nos pase lo que nos pase era un simple alisar las cobijas, nada más, nada más ¿verdad?, esa delicadeza, che, no es cualquiera, es la Madre de Dios, qué necesidad tenía ella de ir a taparme ¿eh?, como hace siempre, pero en esta oportunidad no había necesidad por ejemplo de esa atención tan, tan profunda ¿no?, como queriendo decir, si Yo te cuido, el resto, el mundo qué importa ¿mmm?.
Por eso, a cada uno de los que están aquí, hay tantos que están en pésimas condiciones, en apariencia, les digo: piensen en la Madre, que está continuamente insistiendo delante de Jesús para que nos mire, para que nos aliente, para que nos sustente, para que nos acompañe, para que nos dirija, para que nos aconseje, para que lime las asperezas, para que nuestra silla de ruedas sea menos difícil ¿eh?, para que ser diferente no sea tan terrible, porque muchos somos diferentes, nada más que en algunos se notan más, pero somos muchos los diferentes, ojo ¿eh?, en algunos se nota más, pero en otros no se nota tanto pero somos diferentes a veces, diferente ¿en qué sentido?, que no somos completitos ¿eh?, bueno, como decimos así para reírnos ¿no?: no tenemos todos los patitos en hilera.
Entonces, Señor, ten compasión de mí, la palabra del fariseo, sí Señor yo te doy esto, nada, nada, nada, Señor, sentí lo que yo siento, Señor sentí que tengo un hijo en una silla sentado siempre, Señor, sentí, es decir tené compasión, sentí conmigo el cáncer que me está comiendo, la vida que se me está yendo, los ojos que no ven, los corazones que ya no quieren latir, Señor, tené compasión de mí, la palabra del publicano, tené compasión Señor, y si lo decimos con todo el alma es más que seguro que el Señor va a llenar de esa gracia, de esa Misericordia tan grande como para que hasta las cosas más feas o más difíciles tal vez sean una tontería, no sé si tontería pero más fácil de sobre llevar.
No pensemos yo, yo, no nos miremos tanto al espejo ni nos adornemos tanto, sí un poco está bien porque uno tiene que tener buena presencia delante de los otros ¿verdad?, pero al fin y al cabo ¿importa tanto la presencia, la apariencia, el tener cosas, el pasearme en un choche lo más nuevo posible?, ¿tiene alguna importancia al lado de la real dimensión de la vida? ¿eh?, salgamos a la calle y miremos todo lo que hay a nuestro alrededor, la gente sufre, está enferma, te encontrás en cualquier lugar con aquél que te dice: y me siguen haciendo los rayos y ahora empezaré con la quimio usted ¿qué opina?, y qué voy a opinar le digo, el Señor te ama y si vos confiás en Él, Él te va a dar todas las manos necesarias. En las primeras Revelaciones que hizo Jesús en este lugar, ahora, el 10 de Marzo hace trece años, escucharon, trece años, todos los días, Él y su Mamá y los Santos que vienen, dijo: Yo no quiero que la gente se muera por enfermedad, no, la gente tiene que morirse de viejo, ¿y qué es morirse de viejo para Jesús?, y cumplir ciento treinta o ciento cincuenta años o más, como la gente antes cumplía, ¿y por qué, si antes no había ni remedios ni todas las cosas que hay ahora?, ¿no había enfermedades?, claro, que las había, pero tenían los medios necesarios para luchar por esas enfermedades, no sé si eran yuyos o qué, pero sobre todo una fe por el Señor a toda prueba. ¿Y cuánto vivía la gente?, tanto que lo digo siempre y lo sigo diciendo, el Profeta Isaías decía: que morirse de cien años era una estupidez y una maldición, porque el hombre tenía que vivir muchísimos años más, pero nosotros porque tenemos una cantidad de años, ya nos programamos y total mis hijos están crecidos, ya tengo nietos y ya hice mi parte, ya hice mi vida, ¿cómo hice mi vida?, y ¿quién te dijo a vos que pudiste hacer tu vida cuando tenés una cantidad de años?, si vos sos un proyecto del Señor, Él te pensó hace miles de años, te pensó y te re pensó y te re contra amó y ¿creés que nosotros podemos ahogarle el proyecto a Él?, de programe: y total, ya soy grande para qué, ya mis hijos han tenido sus hijos, tengo nietos y ya hice mi vida, entonces nos agarran todas las enfermedades, ¿por qué?, porque no tenemos más ganas de seguir, no, no tenemos más ganas entonces uno empieza a mandar al cuerpo todas esas ideas malas.
El hombre antes de morirse de una enfermedad empieza a morirse aca dentro, en su corazón, cuando ya no ama; ustedes ¿qué creen?, el noventa y cinco por ciento de los cáncer tienen su origen en la mente, cuando uno ve a una persona que padece cáncer enseguida se pregunta: ¿qué le pasó a este ser humano?, ¿donde empezó esto?, sino no tiene por qué aparecer, porque justamente uno envía al cuerpo órdenes ¿no es cierto?, y todas esas células malas empiezan a trabajar en contra y empieza a comer el organismo, pero primero empezó aquí el cáncer o el vitíligo o la psoriasis, o hasta las hemorroides, ¿o acaso cuando no pasan un disgusto no les florece el que te dije?, ¿o acaso no le florecen cuando pasan un buen disgusto? ¿eh?, ¿qué quiere decir eso, que hasta las hemorroides tienen origen acá?, ¿o no?, bueno, y no hablemos de todas las otras enfermedades, todo, todo; vos decís: y una gripe ¿también?, que pavada, sí Señor, porque el engriparse es porque uno tiene bajas las defensas, ¿y por qué tiene bajas las defensas?, una persona que no se siente amada baja las defensas, una persona que la rodea, un clima de cariño, de bienestar, donde es querido por todos ¿eh?, está demostrado, sube las defensas y su organismo no se enferma, su cuerpo no se enferma.
Entonces, Jesús ya en Marzo del 95, dentro de las primeras, está en ese librito, ya hablaba de que el hombre tenía que morirse de viejo, que Él venía para hacer todo nuevo, para empezar el Tercer Milenio con un nuevo concepto de salud, para que la gente no se muriera, pero ¿no dicen algunos que morirse es bueno?, pero pará, la muerte es un gran bien siempre que no se la busque, nosotros tenemos que cumplir un plan en la Tierra, el Señor tiene un proyecto con nosotros, proyecto ¿qué quiere decir?, Él piensa que nosotros podemos hacer un montón de cosas, la vida no es solamente criar una familia, tener hijos y después nietos y la madre en choche, noo, eso es un poco, o comer, dormir, ir a la cama calentita por la noche y a veces no, viste en algunos casos, ¿eso, la vida se reduce a eso?, entonces estamos mal, muy mal, tres comidas al día y un amorcito por la noche es algo que no compensa, es muy poco, no sé, para vivir por eso parece que no vale la pena seguir, dejemos todo, apaguemos las velas y vayámonos, porque la vida es otra cosa che ¿eh?.
Esas caras tristes con todo el dolor apilado de tantos años, ahí está el Señor adelante que dice: pero por qué no me decís Señor ten compasión de mí, mirá todo lo que sufrí a lo largo de mi vida, fijate como me fue, perdí un pedazo, me enferme de esto, de lo otro, tengo un cáncer, el juanete me hace reventar, la dentadura no sé qué pasa, Jesús ten compasión de mí, pero en serio, porque normalmente no lo decimos en serio ¿eh?, lo decimos de la boca para afuera, como decía la Virgen: ay cuántos dicen palabras de alabanzas a Mí pero tienen el corazón en otra parte ¿eh?, que a veces hasta ni rezamos concentrados y pidiéndole al Señor, repetimos ¿eh?.
El publicano de hoy es tan simple, estaban en el último banco seguramente porque ni se había cambiado para ir a la Iglesia, el otro no, estaba muy bien vestido, imaginate, yo que ayuno, yo que hago esto, yo que hago lo otro y el otro simplemente: Señor, tené compasión de mí.
Y yo hago mía la voz de cada uno de ustedes para decirle al Señor con toda la fuerza: Jesús de la Misericordia ten compasión de nosotros, miranos Señor, mirá como estamos, miranos qué es lo que sentimos, por qué nuestra vida se apaga, qué pasa que ya no tenemos ideales, no tenemos ganas de vivir, qué pasa con nuestros hijos, qué pasa que a veces pasan a nuestro lado y a veces ni nos ven, qué pasa con mi esposa o mi esposo que ya ni siquiera calienta la cama che, qué pasa con tantas cosas que ya no me sirven ¿eh?, qué pasa, que el Señor se haga cargo de todo eso que nos pasa pero después de oír el Evangelio de hoy ¿tenemos coraje todavía de estar triste?, ¿tenemos coraje todavía de lamentarnos?, tenemos coraje todavía de decir: ah, no, a mi me fue muy mal, que se vayan todos al carajo, a mi me fue muy mal en la vida porque tengo una persona enferma, tengo a la otra en silla de ruedas, no, no, ya basta, se terminó.
Esta mañana una abuela me contaba, una abuela que ya tuvo tres milagros aquí del Señor, su hijo que tenía leucemia se sanó y ya es un muy lindo muchachito ¿eh?, diecisiete creo que tiene bueno, su hija no podía tener hijos y ahora sí y además la otra hija pudo salvar su criatura que nació antes de tiempo, y ¿qué pasó el otro día?, esa hija que no podía quedar embarazada, me lo dijo esta mañana ella, viene siempre aquí, la señora Mabel, la conocen muy bien porque la vieron por televisión también, ¿qué hizo esta señora, qué hizo Mabel?, nació el chico, ese chico que esperaron tanto, cuánto lo esperaron, con qué amor lo esperaron ¿mmm?, entonces se demoró un poco el parto, vaya a saber por qué, cada uno hace lo mejor que puede las cosas pero a veces se les pasa a los médicos, cualquiera ¿no?, la cuestión es que el chico nació y no lloraba, estaba muerto, entonces los médicos querían ponerlo con el respirador, querían hacer no sé qué cosa, la abuela, Mabel, la que salvó a su hijo de leucemia y tantas cosas más, le toma el chico a los médicos, medio muerto o muerto directamente en apariencia ¿no?, va delante de Jesús, mientras que los médicos se lo querían sacar para llevarlo, va adelante de Jesús y le pide desesperadamente: Señor, que viva, lo esperamos tanto y ahora se nos murió Señor, vos tenés que darle la vida y el Señor se la dio, así de simple, para los médicos estaba muerto y para los demás sí, pero todavía demoró bastante tiempo en llorar, como cinco minutos, ¿no es así Marta?, ella misma, vos estabas ahí… (habla una señora)… , ¿qué otra cosa te dijo?... (sigue hablando la señora: me dijo que se habían demorado, hacía tres días que la hija estaba enferma, tenía fiebre, vómitos y los médicos no sé por qué no nació, le hicieron cesárea rápida, apurada, el bebé no lloraba, lo mandaron urgente, ella lo tomó en brazos como dice usted y lo cargaron en la ambulancia y lo llevaron para control en la ambulancia para Marcos Juárez, fue el papá y llevaba la imagen de la Virgen y Jesús y el agüita que le pasaba al bebé y las dos estampitas que dan cuando salimos, la llevaba en la mano y pedía, pedía, pedía, eso fue más o menos a las 16:55 hs. de la tarde, que yo también le mande un mensaje a Gladis para que lo ponga en oración. Bueno y a eso de las 21:00 vino otra vez a casa a decirme que el bebé había llorado, que le habían sacado el respirador que le habían puesto allá, que estaba bien. Y yo le dije así también: si Dios te dio el milagro no te lo va a quitar, eso fue todo. Al principio estaba muy mal, pero después estaba muy contenta, la mamá también se había tranquilizado bastante, porque la mamá tanto lo espero a ese bebé para que le pase una cosa así)…, que maravilla, se los saca a los médicos y le dice: Señor este ser, mi nieto que amo devolvele la vida Señor, el Señor se la dio, pero todos la conocen a Mabel porque viene siempre, ustedes saben que cuando llegó con el chico con leucemia aquí ¿verdad?, era prácticamente todo ampollado, daba lástima, era un deshecho humano ¿eh?, pero sin embargo el muchachito ahora es abanderado de la escuela, tiene, está tan robusto, grande, alto, crecido, que cuando vino aquí no sé cuántos kilos pesaba, pobrecito, pero esa fe tremenda, la misma fe del publicano: Jesús, ten compasión de mí, ten compasión de mí.
Si el ejemplo que les di yo antes o este que acabamos de dar no les sirve para hacer que vuestra vida gire ciento ochenta grados, si hace falta por supuesto, entonces no sé para qué vinieron al Santuario, mal quistaron el viaje, la plata que pagaron y todo, si ustedes no tienen la fuerza como para pedirle al Señor: tené compasión de mí de todo lo que me pasa, váyanse, porque están demás acá, váyanse, no se queden, si no tienen esa fuerza Señor, ten compasión de mi, mirá que me pasa Señor ¿eh?, pero en serio hay que decirlo, si no lo vas a decir en serio, si no lo vas a decir con fervor andate nomás porque no pasa nada acá, aquí pase lo que vos querés que pase ¿verdad?, cuando, es como si tu cuerpo quedara como una alfombra en el suelo, en el piso diciéndole al Señor: mirá, mirá lo poco, lo nada que soy, mirame Señor, sentí lo que me pasa, mirá mis hijos enfermos Señor, mirá mi hijo en silla de ruedas, mirá mi madre que ya no da más, mirá mi padre que perdió todos los ideales y anda queriendo matarse por ahí ¿eh?. Si la venida al Santuario no nos sirve para decir con toda el alma así, perdieron el tiempo y váyanse nomás porque nada, nada tiene importancia ¿eh?, aquí nadie se ofende si uno se va, noo, para nada, pero así como uno no los trae, porque aquí no se trae a nadie ¿eh?, Jesús los trae en todo caso, aquí no se trae a nadie, la gente viene porque quiere venir, ojalá les guste a los demás o no.
Entonces, si el Señor los trajo por algo debe ser, Él dice: que no trae a la gente para que se vaya de la misma manera en que vino, son capaces de decirle al Señor de la Misericordia con toda la fuerza que tiene vuestro corazón, pero prepárense para tener mucha fuerza en este momento: Jesús de la Misericordia, por intercesión de tu Mamá, la Virgen María, Mediadora de todas las Gracias, tené compasión de mí y como el ciego Jesús va a decir: ¿qué querés que haga?, y entonces ahí le decimos ¿eh?, le decimos todo lo que nos pasa, cualquier cosa, y no solo a nosotros, sino nuestra familia, todos, y después dejemos que Él obre porque a veces le damos directivas de qué tiene que hacer o cómo tiene que hacerlo, qué sabemos nosotros cómo tiene que hacer las cosas Él.
Señor, ten compasión de nosotros y cada uno pensando en todo lo que le pasa en este momento, Jesús de la Misericordia, por intercesión de tu Madre, la Virgen, ten compasión de mí, sentí lo que yo siento Señor, y sí, alguno dirá: pero yo soy esto, soy lo otro, nada, nada, Jesús dice: Yo vine para comprenderlo todo, amarlo todo y perdonarlo todo y se terminó, aquél que cree que tiene culpas o algo, déjese de joder, porque eso no funciona con Jesús la culpa, Él vino para destruir la culpa, algunos les encanta hacernos llenarnos de culpa, culpa de esto, culpa de lo otro y después esa culpa se va transformar en una enfermedad. Jesús de la Misericordia tené compasión de mí.
Uno lo ve al Señor tan cerca de uno, pero tan cerca que no sabe donde empieza uno y donde empieza el Señor y donde termina uno y donde está el Señor ya dentro de nosotros.
Por eso así con tanto amor le decimos, ya la Virgen pasó por cada uno bendiciéndolos y nosotros le decimos a Jesús que preside allí la asamblea, le decimos con fuerza: tan cerca de mí…. A ver más fuerte: tan cerca de mí….
Que hermoso es que el Señor esté con nosotros y pensar que algunos se pierden la presencia del Señor, sí, algunos se lo pierden, pero ya el Señor los va a traer, nosotros no, el Señor sí, cuando Él quiere beneficiarnos Él nos trae, nos trae, y pero ¿para qué?, y porque Él quiere sanarnos, no lo dijimos al comienzo que Él dijo: basta de morirse, hay que morirse de… (se dio vuelta la cinta y se terminó la grabación)….