Oración del 31 de Diciembre de 2005
Habla Artemio:
Señor mirando todo este año que pasó, observando cada una de las cosas que se fueron sucediendo, hay de todo por supuesto y dentro de la acción de gracias también quiero decir lo que dijo Jesús esta mañana respecto a los religiosos, monjas y Sacerdotes que estuvieron conmigo cuando estuve esos treinta y tres días internado en Córdoba y me llevaban diariamente la Comunión, me hizo ver el Señor el alma tan pura de esos religiosos y también me hizo ver como, porque eran humildes y sencillos comprendían todo, sin que yo dijera una sola palabra, absolutamente nada, tampoco estaba en condiciones de decirla porque cuando uno está muy débil no puede hablar tanto ¿no?, pero hablaban ellos y según una señorita que trabaja en la Clínica donde yo estuve ¿no?, que fue alumna mía hace tantísimos años ¿no?, decía que cada vez que llegaban los religiosos a traer la Sagrada Forma, la Eucaristía, se veía como si un fuego salía desde la pieza y estaba cerca de terapia intensiva y entonces todos caían de rodillas ante ese fuego que salía de la pieza y no sabían explicar de qué se trataba, nadie les explicó tampoco nada, nadie, pero, pero caían de rodillas, son palabras de Jesús porque Jesús es tan habilidoso que cuando uno a veces está un poco triste Él busca argumentos o cosas para alegrarle ¿no?, aunque todos sabemos hasta que punto cuando hemos optado por el Señor tenemos que afrontar no solamente las alegrías sino también los disgustos y otras cosas más.
Entonces, también esta forma de alabanza y agradecimiento por todos esos religiosos de la comunidad, de las Hermanas de Cristo Rey y de los monjes dominicos y de otros monjes de otras comunidades también, para ellos era todo muy natural por eso el Señor hoy, esta mañana lo recordó.
Nosotros te amamos Señor, te amamos tanto, que no nos asusta ningún problema, no nos asusta nada difícil que puede presentarnos la vida, no nos asusta ni la misma muerte porque sabemos que no es muerte sino que es un cambio de estado, por eso te alabamos Señor, te alabamos profundamente, por todos los golpes recibidos a lo largo del año te alabamos Señor profundamente, por todas las injusticias pero no solamente nuestras sino de todos los hombres de la Tierra, te alabamos Señor porque esas injusticias se transforman en Santidad en los hombres, por todos los que padecieron hambre, hambre de pan y hambre de amor, te alabamos Señor, te alabamos profundamente. Por todos aquellos que padecieron hambre y sed de justicia, en este lugar y en cualquier lugar del mundo te alabamos Señor, te alabamos. Te alabamos Señor porque vemos en todos los niveles del mundo que vos estás preparando un mundo nuevo, lo vemos con los resultados de las elecciones de algunos países donde todo se va organizando según lo que vos prometiste Señor ya en el año ’95, en aquél momento resultaba difícil creer muchas cosas pero a medida que fueron pasando los años se fue dando todo en forma inexorable, todo, absolutamente todo y se seguirá dando.
Te alabamos Señor por eso y te agradecemos, porque vemos Señor que tus palabras no son palabras así porque sí sino que son dichas por vos que sos Dios y por tu Madre que es la Madre de Dios, y entonces aquello que resulta prácticamente difícil o imposible se fue dando y se va dando todo porque como vos dijiste esta mañana: uno no puede no hacer caso de la verdad porque la verdad a uno se lo lleva por delante y lo triste es que cuando uno se lleva por delante la verdad queda a un costado del camino como si fuera una cosa que el viento apiló en la cuneta de la vida. Te alabamos Señor y te damos gracias, te alabamos Señor y te damos gracias porque sos sabio, sos Misericordioso, te alabamos Señor y te damos gracias porque sabés ubicar cada una de las cosas en su debido lugar, sabés retribuir a cada uno la compensación que le corresponde. Nunca se puede jugar con vos Señor, nunca, nunca se puede jugar con la verdad porque la verdad termina como dije recién pasándole por arriba de uno.
Te alabamos Señor, en este día y todos los días a que alcance nuestra vida por una razón muy sencilla, porque sos Dios, porque sos nuestro Padre, nuestro hermano, nuestro amigo, nuestro compañero, te alabamos Señor y te agradecemos por todos aquellos que siembran la palabra del Señor a lo largo y a lo ancho del mundo sin esperar ninguna retribución sino haciéndolo con todo el amor que vos le dijiste que lo hicieran. Te alabamos y agradecemos Señor por todo y por cada uno de las cosas que en este año hemos pasado, porque en cada una de ellas vemos tu mano, en cada una de ellas vemos cómo a pesar de las cosas que a veces parecen no ir tan bien vos siempre vas obteniendo resultados óptimos de todas las cosas que pasan.
Te alabamos Señor, te alabamos, te alabamos Señor y te pedimos que entres en este momento en el corazón de cada uno de los hombres, de los que están presentes, de todos los que forman esta inmensa comunidad de miles de personas, la comunidad de la Misericordia, extendida ya por todo el mundo, te alabamos Señor y te pedimos que entres en el corazón de todos, especialmente de los enfermos, que entres en el corazón, que penetres por arterias y venas y lleves junto a nuestra sangre tu sangre preciosísima, para que en cada uno de los lugares de nuestro cuerpo y de los cuerpos de los enfermos a lo largo y a lo ancho del planeta se vayan sanando Señor, se vayan sanando Señor, se vayan sanando los enfermos y aquellos que los cuidan para que no interfieran en la obra maravillosa que es tu sanación, a través de tu Sangre Preciosísima, que llegue a través de venas y arterias a los lugares más recónditos de nuestro cuerpo para llevar la salud, cuántos hablaron en este día, enfermos de cáncer.
Pues bien, hoy Señor, por ser el último día de la año, de este año, vos ya en este momento, llevando tu Sangre Preciosísima a través de todas las venas y arterias estás sanando a todos Señor, a los que son muy buenos, a los que no son tan buenos y a los que parecen malos, a los ignorantes y los torpes, aquellos que escupen en tu cara Señor y aquellos que besan tus llagas, aquellos que te insultan Señor insultando a sus hermanos pero te insultan a vos, vos pasás con tu Sangre Preciosísima limpiando todas las ofensas por eso te agradecemos tanto Señor y te alabamos porque sos un Dios de amor, un Dios de Misericordia que no tiene en cuenta nada de lo malo sino que siempre restituye, rehabilita, vuelve a armar, regenera, como vos decís siempre: ¿quién es malo?, nadie es malo, nadie es malo. Pero sí esta mañana dijiste que a pesar de que nadie es malo hay muchos que pecan contra el Espíritu Santo, y quienes serían esas personas, son todos aquellos que no quieren escuchar la voz de Dios en su conciencia y vos me prometiste Señor que en estos días me vas a hacer hablar con muchos de esas almas que están en la oscuridad, que se han negado a creer por motivos a veces tontos o a veces sin sentido, me vas a hacer hablar Señor con ellos para que cada uno me explique, para que los demás en el mundo puedan tomar lección de que no se puede pecar contra el Espíritu Santo, ¿por qué?, porque es lo que vos nos mandaste Señor en Pentecostés cuando descendiste sobre los Apóstoles y María Santísima como lenguas de fuego para iluminar nuestra conciencia, para darnos a nosotros toda la sabiduría y aquél que se niega a aceptar la sabiduría o se niega a aceptar tu palabra es evidente que comete pecado, pero no porque vos lo vas a castigar sino que ellos mismos se castigan al ser torpes por no querer dejar entrar a Dios en su corazón, ten piedad de ellos Señor, toda la piedad, que tu Misericordia les alcance totalmente y que nuestras oraciones les colmen para que pronto puedan salir de la oscuridad, porque como bien dijiste vos el otro día Señor y lo habías dicho tantas veces, que hay un solo pecado y que es ser mezquino, que es ser tacaño en el amor, mientras amemos mucho no tengamos ningún temor que no estamos haciendo ningún pecado, el mayor pecado repito dijiste y del cual derivan todos los demás es ser tacaño, mediocre, mezquino en el amor, con todos los seres, no solamente con los hombres que son nuestros hermanos, sino con las plantas, los animales, las piedras, la tierra, la brisa que pasa, el viento que respiramos y llena nuestros pulmones, todo es obra tuya Señor, por eso te alabamos tanto Señor y te agradecemos tanto.
Que hermoso Señor es sentirse hijo tuyo y pensar que todos los millones y millones de hombres que pueblan la Tierra son también tus hijos Señor y que maravilloso es pensar que todos, todos, gozan de los beneficios de esa sangre que vos derramaste en la cruz y seguís aún derramando en tus heridas. Por eso Señor para nosotros que estamos aquí en este lugar Sagrado, porque vos dijiste que era Sagrado y para todos los lugares del mundo, por aquellos que están relacionados con nosotros o no lo están pero son nuestros hermanos, pasa sanando Señor, todas las enfermedades, todas las enfermedades, ya sé Señor que hay algunos que no quieren sanarse, porque están sugestionados así de querer terminar con su vida porque están cansados, como vos bien dijiste, muy bien dijiste: que ser viejo es ya no tener ganas, ¿de qué?, de todo. Señor, pero nosotros no somos viejos porque tenemos tu fuerza y tu coraje, tenemos todo lo que vos nos das Señor, todas las agallas y toda la fuerza Señor que nos repleta y nos llena plenamente para enfrentar el mundo y transformarlo, ¿por qué, porque nos gusta hacer eso?, sí, también pero porque te estamos queriendo a vos Señor y si nosotros te amamos profundamente nos gustaría que todos participaran de ese amor, que nadie quede fuera, que todos entren al rodeo, que todos entren.
En el Mensaje del miércoles hablábamos de Jesús junto con María y José huyendo por el desierto y lo mirábamos a Jesús, a María y a José a la luz del fuego encendido cerca del oasis, los oasis son los lugares donde hay agua en el desierto y están rodeados de un poco de vegetación donde hay palmeras y otros vegetales y comentábamos de José subiéndose a las palmeras buscando dátiles para que el Niño comiera, porque vos Señor te alimentabas de la leche de Mamá pero también de leche cuajada, miel silvestre y de los dátiles que bajaba José de lo alto de las palmeras. Nos imaginábamos esas escenas con la luz del fuego iluminando los rostros y queríamos estar ahí haciéndote compañía Señor, porque José y María huían, huían porque al Niño querían matarle, queríamos estar allí con vos Señor, pequeñito huyendo también, ¿adónde?, no sé, pero huyendo Señor, acompañándote a vos, ¿adónde?, no lo sé pero sí acompañándote siempre.
Señor Jesús, cuántas gracias te damos por todos los favores que todos los días recibimos de vos, nuevamente hago hincapié Señor en que circules por la sangre de todos los enfermos, de todas las latitudes Señor, de todas las latitudes para que tu sangre mezclada con la sangre de los hombres lleves sanidad a todos los lugares, sí Señor Jesús, ven Señor Jesús, ven, ven Señor Jesús y entra en el corazón de cada uno de nosotros y de los que te pedimos para que pases sanando todas las enfermedades. No importa que sepan quien los sanó y de done viene la sanación, no importa eso, lo que importa sí es que las personas tengan otra vez una vida plena y feliz.
Cuánto te amamos Señor, cuánto te amamos Jesús, cuánto te amamos, sí Señor, cuánto te amamos, por eso pedimos perdón por nosotros y por todos aquellos que están pecando contra el Espíritu Santo, pedimos perdón por nosotros y por todos aquellos que llenan nuestros caminos de piedras, calumnias, maldiciones y otras cosas por el estilo, bendícelos Señor muy especialmente, más a ellos que a nosotros, porque necesitan más bendiciones que nosotros. Nosotros estamos con vos Señor, mientras que ellos no están con vos Señor porque escupen en tu rostro, salivan sobre tu ropa y vos no hacés otra cosa que limpiarte y seguir amándolos, sí Jesús, seguir amándolos.
Por eso, llenos de un amor muy profundo por vos te decimos: mirarte solo a ti Señor, mirarte solo a ti Señor, mirarte solo a ti Señor y no mirar atrás. Seguir tu caminar Señor, seguir sin desmayar Señor, postrarme ante tu altar Señor y no mirar atrás. Que otra cosa más grande Jesús podemos hacer los hombres que amarte Señor, cuánto te amamos Jesús, cuánto te amamos, por nosotros mismos y por todos aquellos que no lo hacen Señor y en este amor va nuestro agradecimiento va nuestro amor y nuestra alabanza en este último día del año, cuánto te amamos Señor, cuánto. Amarte solo a ti Señor, amarte solo a ti Señor, amarte solo a ti Señor y no mirar atrás. Seguir tu caminar Señor, seguir sin desmayar Señor, postrarme... (se dio vuelta la cinta) ..., en este momento y dijera: son reos de muerte, tendrán que morir por el Señor, lo haríamos con todo el gusto Señor porque nada hay tan maravilloso como dar la vida por vos Jesús, nada hay tan maravilloso, tal vez no la demos en un día pero la vamos dando de a poquito, todos los días, perdiendo un pedacito en el camino, esos pedacitos que nos van arrancando aquellos que no te aman Señor, pero nosotros no nos importan, los amamos igual, por eso te decimos: seguirte solo a ti Señor, seguirte solo a ti Señor, seguirte solo a ti Señor y no mirar atrás. Seguir tu caminar Señor, seguir sin desmayar Señor, postrarme ante tu altar Señor y no mirar atrás. Te alabamos Señor y te amamos con todas las fuerzas de nuestro corazón, cuánto te amamos Señor, te amamos Señor, te amamos con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma, te amamos Señor, te amamos. Amarte solo a ti Señor, amarte solo a ti Señor, amarte solo a ti Señor y no mirar atrás. Seguir tu caminar Señor, seguir sin desmayar Señor, postrarme ante tu altar Señor y no mirar atrás. Cuánto te amamos Señor, cuánto te amamos, te agradecemos Señor, cuánto, Señor quiero que seas mi brazo derecho, quiero que seas mi brazo izquierdo, quiero que seas mi corazón, mis piernas, mis pies, quiero que seas mis ojos, quiero que seas mi mente, quiero que todo mi cuerpo se transforme en vos Señor, sí Jesús, entra en mí que todo lo mío se transforme en vos Jesús por eso te hiciste hombre un día en el ceno de María, ven Señor Jesús, entra en mí y no te vayas nunca más Señor, nunca más, nunca más Señor, nunca más Señor, nunca más Jesús.
Y ahora el Maestro de Galilea va pasando ya, el Maestro de Galilea va pasando ya, el Maestro de Galilea va pasando ya, el Maestro de Galilea va pasando ya. Déjalo que te toque, déjalo que te toque, déjalo que te toque y recibe su bendición. Déjalo que te toque, déjalo que te toque, déjalo que te toque y recibe su bendición. Ahora el Señor pasa sanando, pasa sanando entre nosotros, a cada uno toca las partes que tiene enferma, toca su cabeza, sus pies, sus manos, sus brazos, todo Señor, toca todo para que se sanen de todos los problemas que tengan y no solamente de ustedes sino de vuestros familiares, de vuestros amigos, compañeros, de vuestros enemigos especialmente, de todas nuestras autoridades, políticas, religiosas, todo, pasa sanando Señor, pasa sanando, pasa sanando Señor, pasa sanando Señor, no te fijes en sus problemas o en sus defectos, entra en su corazón, entra en su sangre y corre por su sangre para sanarlos Señor. El Maestro de Galilea va sanando ya, el Maestro de Galilea va sanando ya, el Maestro de Galilea va sanando ya, el Maestro de Galilea va sanando ya. Déjalo que te sane, déjalo que te sane, déjalo que te sane y recibe su bendición. Déjalo que te sane, déjalo que te sane, déjalo que te sane y recibe su bendición. Ven Señor Jesús, cuánto necesitamos Señor de tu presencia, necesitamos que limpies nuestras casas de todas las cosas malas que hay, necesitamos que limpies nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra ropa, los objetos que tenemos, nuestras ollas, cacerolas, nuestros muebles, todas nuestras cosas, limpia todo Señor, limpia de todas las cosas malas que podemos tener, que vienen de los antepasados o que son actuales, limpia nuestro cuerpo de todos los demonios y todas las porquerías que puede haber ocultas por ahí, límpialos a todos Señor, límpialos del demonio, límpialos Señor, límpialos a todos del demonio, límpialos, límpialos Señor, límpialos, libéralos Señor, libéralos a todos de las fuerzas demoníacas, libera Señor a todos, que aunque quieran prestarse a las fuerzas demoníacas no puedan Señor porque se darán contra tu Misericordia Jesús. Seguirte solo a ti Señor, seguirte solo a ti Señor, seguirte solo a ti Señor y no mirar atrás. Seguir tu caminar Señor, seguir sin desmayar Señor, postrarme ante tu altar Señor y no mirar atrás. Sí Señor Jesús, limpia todo Señor, limpia todo Señor, todo, todo lo que no está bien en nuestro pueblo, en nuestra familia, limpia Señor, limpia todas las maldades que hay en las personas, en las cosas, santifica todo lo que sea el dinero y el fruto del dinero, sana Señor todo lo que sea fruto indebido del dinero o lo que la gente puede hacer mal con las cosas que recoge o cosecha. Sí Señor, y manda el fuego del Espíritu Santo, manda Señor el fuego del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros, hoy y siempre, a cada instante, todos los días, a cada momento, de noche y de día, trasnoche, media mañana, media tarde, a las 12:00, manda Señor el fuego del Espíritu Santo. El Maestro de Galilea fuego mandará, el Maestro de Galilea fuego mandará, el Maestro de Galilea fuego mandará, el Maestro de Galilea fuego mandará. Déjalo que te queme, déjalo que te queme, déjalo que te queme y recibe su bendición. Déjalo que te queme, déjalo que te queme, déjalo que te queme y recibe su bendición. en tu nombre Jesús, con toda tu fuerza y poder ordeno que todas las fuerzas demoníacas que hay en cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros hermanos, en cada una de las personas de este pueblo, en tu nombre Señor, con toda tu fuerza y poder, les pido que se retiren inmediatamente y no vuelvan nunca más, que quede todo esto como un lugar de niños inocentes. Corre Señor en tu nombre, pido corre al demonio de todos los lugares, de todos los lugares, de todos los lugares donde puede estar, en nuestras casas, en nosotros, en los lugares donde vivimos, donde trabajamos, en todos los lugares Señor, que podamos estar en paz Señor, tranquilos, sabiendo que vos nos defendes contra todos los ataques del demonio Señor, para mayor Gloria tuya Señor y mayor felicidad nuestra.
Sí Señor Jesús, que felices somos Señor de tenerte como Padre, como hermano, como amigo, que felices Señor somos de irnos a acostar a la noche y saber que vos también recostas tu cabeza sobre nuestro hombro Señor pensando aquello que vos dijiste: que las aves del Cielo tenían donde refugiarse, hasta las fieras del campo sus madrigueras y el Hijo el hombre no tenía donde reclinar su cabeza. Ven Señor esta noche y todas las noches, reclina tu cabeza sobre nuestro hombro y duerme toda la noche allí Señor, duerme toda la noche Señor sobre nuestro hombro y entra en nuestra corazón y llénalo de tu amor para que al levantarnos mañana seamos hombres nuevos, sí Señor Jesús.