Mensaje del 02 de Noviembre de 2005

Habla Artemio:

Hoy es 02 de Noviembre.

Dice Jesús:

Quiero que hoy des a conocer ese Mensaje que Yo te di hace muchos años sobre la Navidad, por eso te pido que leas lo que te dicté en aquél momento hace mucho tiempo ya pero que tiene siempre la vigencia de todos los días.

Entonces, te pido que grabes como Mi Mensaje para esta Navidad: La Oración al Dios Niño, no necesariamente tiene que leerse o decirse o pensarse el 25 sino cualquier día porque cualquier día es Navidad.

“Hoy es Navidad y Mi Oración es la invocación de siempre, de todos los momentos.
Nada te diré que ya no te haya dicho antes.
Dios Niño nace en nuestros corazones otra vez, porque hay necesidad de que prevalezcas en nosotros.
Haznos un instrumento de tu paz y de tu redención.
Señala nuestro camino, guía nuestros pasos.
Márcanos el objetivo en el horizonte y cámbialo a cada momento si es necesario.
Haznos sabios y prudentes para oír tu voz, entender tu palabra, tener tu aliento, conservar la mirada limpia y llenarnos de tu expresión.
Danos fe y esperanza para no claudicar en nuestras obras, tus obras; para que sin quererlo brillemos como un sol en la noche; para que con nuestra presencia crezca la paz; para que seamos fuertes y sufridos, humildes y valientes y simples y en todo momento un signo de contradicción.
Enséñanos nuevamente que vivir es vivir el mundo de las paradojas, donde para ganar la vida hay que perderla, es decir, morir para nacer y producir la muerte del grano para que nazca la planta.
Que seamos uno con el mundo, la sal de la Tierra de este mundo, pero protégenos de las infamias porque lastiman nuestro espíritu, de los tibios que dicen estar con nosotros pero no están con nadie que pueda comprometerlos, de los pusilánimes que te niegan a la vuelta de cualquier esquina.
Cúbrenos del que esgrime cinco puñales en cada mano y de quien los tiene pero los disimula porque sufrir en exceso gasta demasiado.
Aparta de nuestro camino a quien nos distrae con su fe hueca, su palabra retorcida, su afecto mediocre, su presencia indeseable, aunque no los apartes si es tu voluntad.
Oh Dios mío, que sepamos perdonar de corazón y que no devolvamos las ofensas porque no está en tu plan.
Que no nos consideremos felices mientras algún hombre, en algún lugar de la Tierra, sufre por causa del hombre.
Que pensemos en nuestra patria y su futuro y ese pensamiento se concrete en acciones cotidianas: luchar por la libertad, trabajar por la justicia, edificar por la paz.
Oh Dios Niño, cuando saboreamos el pan de cada día haz que nos acordemos de aquellos cuyo pan es amargo porque algún familiar se esfumó en manos terribles y ya no retornará nunca más; porque sus hijos fueron a la guerra y sus pupilas abiertas quedaron mirando al infinito en tierras lejanas; porque fueron torturados y humillados, horrorizados y despedazados por tanta barbarie; porque tejieron sueños y al pasar el tiempo los sorprendió la frustración y el vacío; porque siempre estuvieron postergados en todos los órdenes.
Oh Dios Niño, que nos sintamos identificados con los marginados y oprimidos, con los perseguidos, los enfermos, los alienados y con todos aquellos que mueren con hambre y sed de justicia.
Conviértenos.
Intranquilízanos.
Sacúdenos.
Incomódanos.
Llénanos de sed.
Oh Dios Niño, abre nuestros ojos para ver que tu nos hablas por medio de los hombres, las cosas y los acontecimientos.
Para ser lúcidos en entender los signos de los tiempos.
Para no ser mediocres al mirar a los hombres y sus obras.
Para elaborar planes audaces.
Para entender que la miseria del alma y del cuerpo deshumanizan.
Para asumir con paciencia a los seres deformados por cosas establecidas, libros anacrónicos y costumbres torpes.
Para vivir el tiempo muy largo que lleva al amanecer.
Para vivenciar que se termina con la violencia cuando se acaba con la injusticia.
Para saber encontrar un guía en el desierto sin caminos.
Haznos discernir entre las razones de los poderosos y de los que no pueden; de los opresores y de los oprimidos; de los justos e injustos; de los perseguidores y perseguidos; de los que no creen, de los que no saben, de los que no entienden, de los bárbaros genuinos y de los seres retorcidos, para que más allá de sus razones querramos a la persona que hay en ellos.
Oh Dios Niño, en este día y cada día, bendice a todos los que luchan por lo que creen digno y noble.
A los que dejan un pedazo de su ser en cada una de sus obras.
A los que no ponen nunca condiciones.
A los que entendieron que no hay que salir a redimir sino hacerse de amigos para que le reciban.
A los héroes y heroínas anónimos, santos de nuestro tiempo, seres que pasan a nuestro lado y ni los conocemos.
A los que se mantienen inconmovibles cuando el odio los salpica.
A los que construyen en la larga noche que lleva al alba.
A los que se dieron cuenta que es imposible detener a un pueblo o a un hombre cuando tú mismo le diste la fuerza para caminar.
Oh Dios Niño, quiero terminar esta oración y no quiero terminarla nunca.
Porque se debe decirla cada día, pero no decirla así sino sentirla cada día.
Porque todos los hombres estamos siempre caminando sobre el filo de una navaja, entre ser un hombre o una alimaña.
Concédenos Señor el don para discernir.
Concédenos Señor la sabiduría que solamente vos podes dar.
Amén”.

Esto que has leído hijo querido tiene siempre vigencia porque está de parte de todos aquellos que sufren, de aquellos que no pueden, no tienen, no saben.

No quisiera que esta Navidad fuera una Navidad como todas, así que pasara sin pena ni gloria.

Estas palabras que doy en este Mensaje tienen que hacerlos pensar, festejen con comida, festejen con bebida, festejen con lo que se les ocurra, moderadamente, pero en lo profundo de vuestra noche piensen en todas las palabras que les digo, todas las palabras que les digo en esta Oración al Dios Niño.

No dejen de escucharme, que esta Navidad no sea una Navidad más y si estás en tu casa y no tenés cerca de tantos de los que aquí se nombran pero en lo profundo de tu corazón tené a todos en cuenta.

Cualquiera diría que estas palabras sirven para amargar la Navidad, no lo sé, depende de cada uno, pero no me alcanza a Mí ser solamente un Niñito en un pesebre entre luces radiantes, globos de colores y pastorcitos duros de piedra que festejan Mi Nacimiento, no me consuela todo eso, no me satisface todo eso, sí, está bien que ustedes armen pesebres, ¿cómo no los van a armar?, porque los niñitos necesitan objetivar y ver elementos que le muestren al Niñito que nace, pero ustedes que están crecidos ya saquen sus ojos de órbita y miren la realidad.

No, que no les amargue todo esto que les he dicho sino que les sirva para entender que hasta el último hombre que está allá en el extremo de la Tierra es tu hermano, es tu hermano, por el cual Yo he muerto en la cruz tanto como por vos. A esta altura de los tiempos no podés conformarte con algunas expresiones dulces y tiernas sobre la Navidad, tenés que con tus hijos grandes o pequeños, con tu familia decir alguna palabra que trasmita algo diferente a lo que de tanto repetir a través de los años se ha vuelto un ritual que no dice absolutamente nada.

Hay una forma casi inconsciente de ver todo cuando se reúnen para festejar pero no saben qué festejan y Mi Misericordia toma todas esas cosas que hacen como una forma de buenos propósitos para la redención de los hermanos.

Que esta Navidad sea distinta a las otras si las otras no fueron buenas, que esta Navidad realmente les comprometa con el hermano, cercano y a la distancia, que esta Navidad sea realmente Navidad para ustedes.

Amén.