• CAPILLA ABIERTA TODOS LOS DÍAS

Oración del 18 de Enero de 2005

Por eso, vemos a Jesús yendo por los caminos que Él recorrió en su vida, llegando a los pueblos o las personas que encontraba en el camino y lo primero que preguntaba era: “¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos?” ¿mmm?.

Oración del 18 de Enero de 2005

Habla Artemio:

Entonces nos ponemos delante del Señor teniendo en cuenta las cosas que dijimos, nos ponemos delante de Él porque comprendemos que hay una necesidad muy grande de que entremos en un diálogo profundo con Él, Él dijo, no hace mucho en una Revelación, que diálogo era o es: dos o más ante una realidad para transformarla, entonces si nosotros entramos a dialogar con el Señor ¿mmm?, ¿para qué lo hacemos?, para transformar la realidad, es decir cada día estar más cerca de Él, tiene que llegar un momento donde no se sepa dónde termina el Señor y dónde comenzamos nosotros y eso es más fácil de lo que ustedes creen, ¿por qué?, porque si ustedes se ponen a pensar un poquito en cada momento difícil que tenemos: Dios mío ¿por qué me pasará esto?, Señor ¿durará mucho esto?, y así, hasta nuestros ancestros extranjeros algunos, hasta en sus insultos tenían presente al Señor y eso significa que si bien no se lo trata tan bien pero al menos se cree en su existencia ¿verdad?.

Entonces, nos ponemos delante de Él y tratemos de establecer un diálogo, que es mucho más que conversar, es querer transformar todo lo que tenemos entre manos, lo bueno que sea cada vez mejor y lo malo que desaparezca, incluso aprovechar las cosas malas como una forma de escuchar que es lo que el Señor nos pide que hagamos con aquellas cosas malas que nos han pasado; es decir, en manos del Señor todo se convierte en positivo, todo suma, nada resta ¿mmm?.

Por eso, vemos a Jesús yendo por los caminos que Él recorrió en su vida, llegando a los pueblos o las personas que encontraba en el camino y lo primero que preguntaba era: “¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos?” ¿mmm?, eso tengo que repetirlo yo siempre porque cuando pregunto esto, usando la palabra del Señor, le digo de alguna manera: aquí están Señor los enfermos para que los sanes y no solamente los que estás viendo sino todas las personas que quedaron en casa y que están lejos y que de alguna u otra forma amamos siempre, entonces ”¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos?”, aquí están Señor. Por lo tanto, con toda nuestra fuerza y poder, con todo el poder que nos da la fe tremenda que tenemos en Él, le decimos a Jesús: Señor de la Misericordia ten compasión de mí, sentí lo que yo siento Señor, pensá lo que yo pienso, acercate a mi vida para que yo mire con tus ojos, hable con tu voz, me exprese con tus pensamientos y esté siempre en una relación total y completa con vos.

Sí Jesús, mirá toda mi vida, mis cosas, mis problemas, mis necesidades, mis angustias, mirá Señor todo lo que forma parte de mi, no solamente mi cuerpo y mi alma sino aquellos que amo porque están de una u otra manera metidos en mi vida, porque eso lo dicta el amor, entonces Jesús, cada uno tiene sus necesidades, tiene que decirte sus cosas, expresarte con sus palabras, sus dramas personales, su vida y todo lo que les pasa. Entonces Señor, que cada uno Señor te sintamos como compañero nuestro, como Padre, como hermano ¿mmm?, para que compartas el mismo pan que tenemos nosotros, el pan de nuestros problemas, el pan de nuestras amarguras, el pan de nuestros defectos, el pan de nuestras limitaciones, sí Señor, y pasa sanando todo Señor. En este día y todos los días a que alcance nuestra vida hay una necesidad tremenda Señor de que irrumpas en nuestra vida y te quedes para siempre.

Mira mis angustias Señor y transfórmalas en alegría, mira mis dolores y que con tu presencia ellos se pasen, mira mis enfermedades Señor y que con tu mirada como decíamos antes se transformen en salud, mira Señor nuestras flaquezas, nuestros defectos, nuestras imperfecciones y como vos decís Señor: te glorias en ellos porque los usás para nuestro bien. Debo perder Señor la idea de que vos me estás siempre estudiando para castigarme aquellas cosas que no hago bien, todo aquello que no hacemos bien Señor es nada más y nada menos que fruto de nuestra ignorancia, fruto de todas las cosas que no hacemos como debiéramos hacer Señor, pero no por culpa nuestra sino porque en la vida siempre nos fue de una manera, nacimos en un lugar, en un tiempo, tuvimos unos padres, hermanos y eso hay que volver a revisarlo porque en esas relaciones a veces han quedado muchas cosas no resueltas y por más que digamos las cosas que hemos sufrido a través de los tiempos de nuestra vida siempre reaparecen, por más que uno dice que las perdonó pero parecería que hay una memoria muy especial para acordarse de todo aquello que nos hizo daño.

Por eso Señor, yo no quiero convivir más con mis problemas, todos esos fantasmas que me asaltan por las noches y no me dejan dormir, quiero que los quistes de mi vida Señor pero yo tengo que colaborar para eso.

Además Señor tenés que hacerme preguntas sobre mi Señor, a esta altura de tu vida, pensemos que el Señor nos está preguntando, a esta altura de tu vida: ¿creés realmente que has vivido o la vida te vivió a vos? ¿mmm?, a esta altura de los tiempos ¿has crecido lo suficiente en el amor o seguís todavía como cuando apenas balbuceabas en esto?. El Señor nos sigue preguntando: ¿devolvemos bien por mal?, ¿perdonamos a quienes nos maldicen y nos persiguen?, ¿somos justos en nuestras relaciones de todos los días?. El Señor nos sigue preguntando: ¿hasta qué punto Yo he influido en tu vida hijo Mío para que mirando el pasado en proyección a futuro vayas sacando enseñanzas de lo que pasó?, porque llega un momento hijo Mío, dice Jesús, en que debés preguntarte a esta altura de tu vida ¿has amado alguna vez a alguien pero desinteresadamente?, porque está muy bien amar a la esposa o el esposo, a los hijos, los hermanos entre sí, pero desinteresadamente dice el Señor: ¿haz amado alguna vez?, ¿haz pensando alguna vez que la cuestión no es amontonar siempre para uno sino que montones de veces tiene que ser amontonar para los demás?, ¿quién fui Yo en tu vida? nos dice el Señor, ¿pasé inadvertido?, ¿pasé delante de tu casa y no me hiciste entrar?, o como los Discípulo de Emaus, que caminé con ellos mucho trecho y no se dieron cuenta que era Yo, hijo Mío: ¿te está pasando lo mismo a vos?, estoy caminando a tu lado ¿y no te das cuenta que soy Yo el Señor?, cuando los Discípulos se dieron cuenta que era se reprochaban largamente diciendo: “¿pero cómo no nos dimos cuenta?, ¿pero qué pasó en nosotros que no sentíamos sus palabras tan ardientes de amor y de consuelo?” ¿mmm?.

Entonces, Yo te pregunto hijo Mío: ¿soy útil en tu vida?, ¿soy eficaz en tu vida?, el que haya derramado Mi sangre en la cruz ¿tiene algún valor para vos?, ¿usás esa sangre Mía derramada para hacerla caer sobre vos, para hacerla descender sobre tu ser y quitarle todas las asperezas que tenés?, ¿te está sirviendo Mi sangre hijo Mío?, ¿te está sirviendo la redención que vine a traerte?, ¿o todo sigue igual?, ¿o mirando la vida de hoy o hace diez años o veinte todo es lo mismo?, entonces es para alarmarse, porque uno no está vivo sino que ha ido muriendo de a poco.

Yo soy vida, Yo soy camino, Yo soy Luz dice el Señor, ¿te alcanzó Mi Luz?, ¿has seguido Mi camino?, ¿te dejaste contagiar por mi vida?, y más profundamente Señor: el drama que sufrí en la cruz ¿te sirvió para algo?, ¿o es un acontecimiento nada más histórico donde el Hijo de Dios y Dios mismo muere por todos los hombres?, porque tiene que llegar el momento hijo Mío de que te llames a reflexión sobre tu vida, tus cosas, tu forma de encarar los problemas, tu manera de mirar, tu manera de juzgar, tu manera de vivir cada una de las cosas de todos los días y así yo seguiría preguntándote y preguntándote a través del tiempo pero no como un ser que busca..., no como un ser que busca defectos en vos para castigarte, sino como un compañero, como un hermano, como un Padre que quiere lo mejor para vos, como un compañero que quiere compartir todas tus cosas para bien, no sea cosa que pase como los Discípulos de Emaus, ellos me tenían a su lado y no me conocieron, sentían Mi voz y no se dieron cuenta, se emocionaron con Mis palabras y no se dieron por enterados, solamente después en la Cena caen en la cuenta de que era Yo, pero ya era tarde, porque ni bien se dieron cuenta desaparecí.

Por eso hijo Mío, en este día y todos los días a que alcance tu vida tenés que..., tenés que pensar con el corazón: ¿qué hiciste de todo lo tuyo?, ¿qué hiciste de todo lo que te confié?, porque Yo en la panza de mamá te di la vida, ¿la conservaste o la dejaste morir de a poco?, ¿realmente tomaste conciencia de que Yo, tu Padre quería que vos fueses todo lo mejor, es decir tuvieras paz, fueras feliz, en el trabajo que fuese, en la situación familiar que te encuentres y en cada una de las tareas que hacés.

Repito, te seguiría preguntando toda una vida, no como una forma de querer castigarte porque algo no lo hiciste bien, si hay alguien que te ama y nunca pensó en castigarte, dice el Señor, ese he sido Yo, al contrario, cuando no hacías las cosas bien o no hacés las cosas bien miro hacia otro lado para que no sientas Mi mirada sobre vos cuando descubrís que no estás haciendo bien las cosas, porque tiene que llegar un momento Mis queridos en que uno debe darse cuenta si su vida está llena o es un tambor vacío que resuena nada más a través de nuestra boca, ¿es eso nuestra vida, un tambor vacío que no tiene nada adentro? ¿mmm?.

Y todo ¿para qué lo dice el Señor?, para que lo llenemos con las cosas que Él nos da para llenar, Él se acerca como dijimos como un Padre amoroso, Él se acerca como un amigo, Él se acerca como un compañero, como un compinche, como uno que se encuentra caminando a su lado en la tarea de todos los días, en el trabajo o en la atención a los hermanos.

Ante todas estas preguntas que nos hace el Señor pensemos, pensemos con el
corazón y que surja de nosotros con toda nuestra fuerza: Jesús de la Misericordia ten compasión de mí, Jesús de la Misericordia, atendiendo a todo lo que no está bien en mi vida, lo que está en desorden ten compasión de mí Señor, Jesús de la Misericordia, vos que me diste la vida en la panza de mamá, vos que sustentaste mi existencia a lo largo del tiempo, vení y llename con todo lo tuyo, llename Señor con todo lo tuyo porque es la única forma de que mi vida se vuelva valiosa y tenga sentido.

Tenemos que ser mis queridos un signo de contradicción en el mundo, no ser como todos, ser diferentes, en el sentido de cómo decíamos antes: ante el dolor opongamos el amor, ante el desprecio opongamos la consideración, ante el insulto pasemos una mano cariñosa, ante el golpe miremos a otro lado para no ver quien nos golpeó. Tenemos que ser diferentes sino no somos del Señor y si lo pensamos a Jesús camino de la cruz que sea nuestro pensamiento como el de la Verónica, que se acerca con un trozo de lienzo para enjugar el rostro de Jesús lleno de sangre y el Señor le deja allí su rostro marcado, que el Señor marque su rostro en nosotros, que seamos nosotros el paño de la Verónica para que Él marque su rostro en nosotros y que eso después lo veamos en todo el amor que sabemos dar, todo el perdón que sabemos otorgar a los demás, toda la comprensión que es necesario porque el hombre no sabe, para que aunque pase una eternidad de mucho tiempo cuando llegue el último día tengamos todas las cuentas en orden, no porque el Señor nos va a castigar sino porque nuestra vida tiene que estar llenar de cosas hermosa, no se puede dejar para mañana, ¿qué es lo que no hay que dejar para mañana?, no hay que dejar para mañana cambiar nuestros hábitos negativos, si nuestra lengua es larga cuidémosla, si nuestra mirada es corrosiva no la tengamos, si nuestra mente es retorcida enderecémosla, si nuestros pasos nos llevan al abismo retrocedamos, el Señor nos pide todo eso porque Él nos ama y nos ama con todas las fuerzas de su Corazón, no nos olvidemos de esto y nosotros también expresémosle nuestro amor diciéndole: Señor, Jesús de la Misericordia en vos confío pero en vos confío porque te amo Señor, en vos confío porque mi amor es muy grande por vos, por tu Mamá y por todo lo que vos representás, en vos confío Señor porque he llegado a darme cuenta hasta qué punto solamente si vos vivís en mi corazón mi vida tiene sentido, Jesús en vos confío, el Señor de la Misericordia ten compasión de mí para que cada día pueda tenerte más profundamente dentro de mí Señor y si eso lo logro Señor ya no tendré miedo de las enfermedades, de los problemas, de los disgustos, de los insultos, de los golpes, de los moretones que me dejan los demás en mi alma con sus palabras sin pensar.

Tengamos en cuenta eso, cada palabra que decimos al viento sin saber...

Se terminó la cinta............

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