Oración del 06 de Noviembre de 2004
Habla Artemio:
... de que vos seas mi Papá y de que la Virgen, tu Madre sea mi Mamá.
Por eso te repito Señor, en esta tarde y todas las tardes a que alcance mi vida te diré siempre Señor: cuánto te amo Señor, porque vos no me fallás nunca Señor, en vos puedo confiar plenamente Señor, a la mañana, a la tarde, a la noche, trasnoche, en la madrugada y al despertar y al acostarme siempre puedo confiar Señor en que no me vas a fallar nunca, porque vos sos un Dios de amor y la razón de ser de todo y del amor que nos tenés.
Pero llegamos tarde a enterarnos Señor que el principal atributo tuyo, la principal condición que vos tenés es la Misericordia y sin embargo ya en el siglo IV San Agustín hablaba de eso, ¿y cómo yo todavía no sé nada de la Misericordia Señor?, ¿cómo es posible Señor que le hayas dicho tantas cosas a Santa Faustina y ahora aquí y sean tan reacios en creer en los Mensajes de la Misericordia?, reacios, reacios, Señor ¿es que no quieren aceptar tu amor?, será porque vos dijiste: “entre Mi Papá que es la Ley y el hombre, estoy Yo que soy la Misericordia dispuesto a comprenderlo todo, amarlo todo y perdonarlo todo”, y pensar Señor que me llenaron la conciencia de tantas culpas: culpa por esto, culpa por lo otro, culpa de aquí, culpa de allá y vos Señor no me das eso, vos me amás Señor, vos me amás con todo tu ser Señor, me amaste desde siempre y para siempre Señor, vos no me ponés pruebas Jesús, qué me vas a poner pruebas, qué me vas a castigar Señor ¿mmm? y lo decís en el Evangelio: “¿qué padre le da una piedra a su hijo que le pide pan, o le da una víbora si le pide un pescado?”, ¿cómo se nos pudo ocurrir pensar alguna vez que vos nos ponías pruebas para que sufriéramos y aprendiéramos y nos castigabas para aleccionarnos?. Señor, si sos tan claro, en toda la Sagrada Escritura y la semana pasada me lo hiciste recordar a través de la Epístola a Santiago donde hablas que vos no ponés pruebas ni castigás nunca, porque tu tarea es amar Señor, amarme, ¿perfecto?, noo, como soy, así, chiquitito, precario, simple, que no hace ruido, chiquitito.
Señor pero, todos somos pequeñitos pero si vos nos amás Señor y nos das tu Luz entonces Señor todo se transforma, todo se vuelve diferente, aunque la vida nos de montones de dolores y cosas pero si estás con nosotros Señor todo lo más hermoso puede pasarnos y nos pasa, entonces vamos a entender Jesús lo que vos has dicho tantas veces en este lugar, tantas veces: “no quiero que se mueran los hombres por enfermedades, quiero que se mueran de viejos”, por eso citaste al Profeta Isaías que setecientos veintitrés años antes de tu venida Señor ya decía: ”morirse de cien años es una injusticia y una maldición, porque hay que cumplir muchos más”.
Vos no querés Señor que estemos enfermos, por eso en este día Señor y todos los días a que alcance nuestra vida te presentamos Señor nuestro cuerpo, nuestra alma, todo nuestro pasado, todo nuestro futuro que no conocemos pero sí vos lo conocés, te lo presentamos todo Señor porque estamos haciendo caso de lo que vos hacías cuando llegabas a cualquier pueblo en tus tiempos que bajabas de la barca y decías: “¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos?”, lo principal, la prioridad uno: sanar los enfermos. Cuando te preguntaban los Discípulos: “¿cómo nos van a conocer a nosotros cuando estemos en lejanas tierras?, y porque se aman y sanan a los enfermos, expulsan a los demonios y resucitan a los muertos”, nada menos, pero lo principal: “¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos?”, ¡aquí estamos Señor!, todos estamos enfermos Señor, a todos nos hace falta algo o mucho o todo, todos Señor, todos los que estamos aquí estamos enfermos, habrá que pensar Señor qué tipo de enfermedad tenemos, porque a veces puede ser un cáncer, o puede ser la hemorroides, o el juanete, o también puede ser Señor nuestro orgullo que no nos deja reconocer lo que es, o puede ser también la soberbia que tenemos de creernos y de inflarnos o puede ser también el egoísmo de querer todo para uno porque también son enfermedades esas Señor, pero si estamos aquí Señor es porque creemos firmemente en que vos con tu amor vas a pasar sanando todo Señor, vas a pasar sanando todo Jesús.
Aquí están los enfermos Señor, aquí estamos en esta tarde cuando ya el sol está buscando ocultarse, cuando pensamos “que las aves tienen sus nidos, hasta las fieras tienen sus madrigueras y vos Señor no tenés dónde reclinar la cabeza, seremos tan dañinos, tan desconsiderados de no decirte: vení Señor, vení, vení, yo tengo un corazón chiquito, es pobre mi corazón porque no sabe amar bien pero vení Señor, enseñame a amar, vos tenés..., vos tenés el monopolio del amor Señor, vos sos el amor Señor, enseñame a amar Señor, enseñame a amar, porque como decía San Agustín: “ama y haz lo que quieras”, porque quien ama nunca hace nada malo, nunca. En el tribunal de la conciencia quien ama nunca hace nada malo.
Señor Jesús, miranos Señor como cuando nos miraste en la panza de mamá, miranos Señor a los ojos y llamanos por nuestro nombre y decinos: que se sanen todas tus enfermedades, que desaparezcan todos tus problemas, que tengas paz, que recuperes la alegría que perdiste, sí Señor. Por eso Señor, envía tu Espíritu Santo que es Dios también, envíalo Señor sobre mí para que me llene de todo lo tuyo Señor y así como sentimos esas gotitas de agua caer en la fuente, hecha a ex profeso por pedido de tu Mamá Señor, así es el Río de Agua Viva que cae sobre nosotros, es decir el Espíritu Santo, para restaurar todo lo que no está bien, reconstruir, rearmar todo Señor.
Sáname Señor, sáname Jesús, Jesús ten compasión de mí Señor, mirá todo lo que hay en mi cuerpo, instalate en mi corazón, recorré todas mis arterias y mis venas, llegá a todas las partes de mi organismo físico y llevá la vida a todos lados, a todos los lugares más recónditos de mi organismo, llevá la vida Señor con toda tu fuerza Señor, injertá en nosotros la idea de que nada puede, ninguna enfermedad, contra vos Señor, nada, absolutamente nada. Sí Señor, te siento que estás recorriendo mi cuerpo Señor, sé que estás pasando por los lugares donde yo estoy enfermo y me estás sanando Señor, por eso me toco Señor todo mi cuerpo Señor porque vos lo está sanando.
Me toco Señor mis pies, mis tobillos, mis músculos, mis rodillas, me estoy tocando Señor mis miembros superiores, mis brazos, mis dedos, mis manos, estoy Señor tocándome mi cabeza, porque tengo que pensar bien Señor; me estoy tocando mi corazón Señor porque es el motor de mi vida y el motor de mis afectos Señor, porque vos lo decís en la Sagrada Escritura: “ahí donde está tu corazón estará tu vida”. Sí Señor, que hermoso que podamos tener esta intimidad Señor entre vos y yo, que lindo, que hermoso Señor, como vos querés: no saber dónde terminás Señor y dónde comenzamos nosotros y dónde terminamos nosotros y comenzás vos. Así quiero vivir el resto de mi vida Señor, confundido en vos, quiero que me escondas en tus llagas Señor, quiero que me pongas en lo más profundo de tu Corazón, lo mismo quiero de tu Mamá, que me incinere con el fuego de su Inmaculado Corazón. En este momento Señor ya no sé dónde termino y dónde empezás vos y dónde terminás vos y comienzo yo, no lo sé Señor, no lo sé, tampoco me interesa Señor porque sé que sos todo para mí, no hay nada superior a vos, tengo otros amores Señor pero son más chicos, más chiquitos, pero el amor tuyo me nutre todo lo demás, todo lo demás y no por un día o dos sino para siempre. Esa palabra Señor solamente refiriéndonos a vos podemos decirla: siempre, con nada humano podemos decir lo mismo, nada humano.
Señor, en esta tarde te repito y todas las tardes a que alcance mi vida, te dije que sanaras mi cuerpo, saná también mi mente y mi corazón Señor, no quiero envejecer Señor, quiero cumplir muchos días y días y días, no años porque son largos los años, quiero cumplir días llenos de vos Señor donde lo fundamental sea tu amor y que todos mis actos estén inspirados en él.
Nuestras palabras son como los balbuceos de ese niño, así de chiquitos que ni se entienden pero sí Señor nosotros entendemos cuánto nos amás Señor. Que suerte que tengo Señor en que eres mi Papá, que suerte Señor en que tu Mamá es también la mía, que suerte Señor es pensar que me acuesto y me levanto y permanezco y vos estás siempre conmigo en mis trabajos, en mis tareas diarias, en mis ocupaciones, en todo, porque todo lo hago bajo tu mirada Jesús, todo y si vos me mirás Señor como ya te dije, renace en mí la esperanza, la esperanza ¿de qué?, de todo, de todo Señor, ya nada me asusta, nada me preocupa, nada me aturde, nada me hace daño Señor porque vos, el amor por excelencia estás conmigo para siempre. Y mañana Señor te lo volveré a repetir y pasado también Señor, quiero vivir en vos, con vos, para vos y quiero Señor ver tu rostro en el rostro de cada uno de mis hermanos. ¡Ay! Señor cuánto me preocupa eso Señor, porque a veces en algunos rostros no veo al tuyo porque a lo mejor no me aman lo suficiente, o porque a lo mejor están lejos, o porque son desconocidos, pero yo quiero ver Señor, quiero ver tu rostro en el rostro de cada uno de mis hermanos porque sino lo mío no sirve Señor, no sirve para nada.
Siento caer sobre mi alma el Espíritu Santo así como esas gotas caen sobre las piedras y ese Espíritu Creador renueva en mí todo pero sobre todo renueva mi esperanza Señor, perdoname si te repito algunas cosas Jesús, es que uno siempre delante tuyo, uno se cohíbe Señor, porque uno tiene tan poquito y vos a uno querés darle tanto Señor, tanto Señor. Cómo haré Señor para agradecerte si quiera un poquito de todo lo que me das, pero no quiero pensar en eso, yo te amo Señor, vos me amás y nadie dice nada, nos miramos en silencio, confiados el uno en el otro, plenamente y también Señor quiero que tengas en cuenta todo la vida que pasé, porque viví sufriendo siempre Señor, si me pongo a enumerar Señor el pasado no tengo tantos días hermosos que contar, ya en la panza de mi mamá sufrí tanto Señor, sufrí en el nacimiento, sufrí cuando era niño, sufrí siempre Señor.
Hago mías estas palabras de cada uno de ustedes, porque al mirarlos parecería como si fueran un montón de dolor apilado, pero no un dolor de ayer o antes de ayer, un dolor de años y años. Jesús, haceme también descubrir el valor del sufrimiento y del dolor para que te lo pueda ofrecer Señor para completar lo que le falta a tu pasión Señor por nuestros hermanos.
Por eso Señor, en este día pienso en todo el sufrimiento que pasé a lo largo de todos mis años y lo pongo a tus pies para que vos lo quemes todo Señor con el fuego de tu amor, todos mis sufrimientos Señor, no quiero dejarme uno para mí, te los regalo todo Señor, porque sé que en tus manos vas a hacer prodigio con ellos y además Señor si sufro sabiendo que vos me estás mirando ya no es sufrimiento el que tengo, ya no lo es.
Creo Señor que te lo dije también pero si no te lo dije vos ya lo tenías en cuenta, el noventa por ciento de los enfermos que están acá dentro heredan sus enfermedades de sus antepasados, cercanos y lejanos, por eso Señor saná la herencia hasta mil generaciones hacia atrás y nuestra descendencia hasta mil generaciones, es decir siempre. Limpiá todo Señor, ¿y quien paga Señor todas las deudas de las cosas malas que se hicieron en el pasado?, y Señor, como siempre, con tu Sangre Preciosísima vos pagás todo, pagás todo Jesús, absolutamente todo.
Señor Jesús, me ofrezco plenamente en este día, me ofrezco plenamente para que te adueñes de mi vida para siempre y también me ofrezco al Inmaculado Corazón de tu Madre para siempre, es decir yo vine a este lugar Señor, intuía ya que no podía más prescindir de vos en mi vida, por eso Jesús, me ofrezco plenamente y también al Inmaculado Corazón de tu Mamá, ¿para qué?, para entrar en tu proyecto Jesús, tu proyecto es de amor y siempre termina bien.
Por eso, Señor, estoy muy fervoroso en este día y también Señor en este día aquí junto a mis hermanos, quiero renovar otra vez las promesas del Bautismo, que es cuando entré a formar parte de la Santa Madre Iglesia Católica, quiero renovar Señor las promesas del Bautismo, renunciando a satanás y creyendo en vos Trino y Uno y como en toda ceremonia de Bautismo todos juntos decimos: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y del Tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció debajo del poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los Cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, desde allí ha venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne; la vida perdurable, Amén”.
Todo esto Señor, la renovación de las Promesas del Bautismo y toda esta sanación que has obrado sobre mí y sobre cada uno de mis hermanos, las hago extensiva a todos los que amo, todos y si me animo y soy generoso la hago extensiva a todos los hombres que pueblan la Tierra, sí Señor, no solo nosotros, sino todos nuestros seres que amamos y los demás aunque no los conozcamos, sí Señor. Y como ratificando todo lo que dijimos hasta este momento con toda nuestra fuerza... (se corta la grabación)...
Se terminó la cinta................................
Oración del 06 de Noviembre de 2004
Señor pero, todos somos pequeñitos pero si vos nos amás Señor y nos das tu Luz entonces Señor todo se transforma, todo se vuelve diferente, aunque la vida nos de montones de dolores y cosas pero si estás con nosotros Señor todo lo más hermoso puede pasarnos y nos pasa.