Mensaje del 20 de Agosto de 2004

Habla Artemio:

... desde hace dos mil años cuando se encarnó en el corazón de su Mamá, la Virgen.

Dice Jesús:

Es cierto, Yo estoy disfrutando de antemano, de antemano para ustedes, para Mi no, de esa Ciudad de Dios, que tal vez parece un poco lejana pero está mucho más cerca de lo que la mayoría piensa; es decir, para Mí ya muchos están disfrutando de ese clima tan hermoso que va a haber allí dentro y también Yo estoy disfrutando de ver como hombres de todas las latitudes se acercarán a ese lugar para ver como realmente se vive en una comunidad cristiana y la Ciudad de Dios será noticia en todos lados y por supuesto que las penas no se terminarán porque muchos no querrán vivir de una manera pero todos aquellos que quieran podrán, porque Mi Misericordia va a hacer que esa Ciudad se multiplique en muchos lugares del mundo y algo hay de tremendamente cierto, en que lo bueno contagia, también lo malo, pero las personas les encanta vivir bien, por eso..., y nadie se cansa de vivir bien.

¿No se sienten bien ustedes pensando en que en este pequeño resto de hombres Yo tengo cifradas Mis esperanzas de todo ese mundo tan maravilloso?, no hay en otros lados tal vez algo parecido, intentos hubo muchos pero no se nutrían del Señor ni de su Madre, entonces fracasaron y fracasan porque todo aquél que no está con el Señor no amontona, desparrama, ¿y por qué?, y porque los hombres son hijos del Señor y herederos de su Gloria, hechos a imagen y semejanza del Señor y por lo tanto heredarán la Gloria. Pero ¿saben Mis queridos?, que Yo estoy convencido de que la Gloria tiene que empezar aquí en la Tierra, a nadie le gusta que le prometan: después de la muerte vas a vivir bien, no, tenés que empezar a vivir bien acá, y eso será posible, ¿por qué?, porque es mandato del Señor de que los hombres puedan realmente ser felices y Yo les enuncié ya en las Bienaventuranzas: “bienaventurados, bienaventurados, bienaventurados, bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados; bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la Tierra; bienaventurados, bienaventurados”.

Y no hace falta esperar mucho para eso, porque ustedes ya en la hora más serena de vuestra noche, como les dije tantas veces, ya pueden disfrutar de ese mundo hermoso. Cuando le dan cabida en vuestro corazón a todos vuestros hermanos, cuando sienten que los aman a todos realmente como hermanos ya están viviendo en esa Ciudad de Dios.

En este día, quiero tener Mi palabra de reconocimiento, por todos estos hombres que están construyendo, la Casa de Mi Mamá y Mía, ustedes saben que vuestros nombres están escritos en los Cielos y no solamente los vuestros sino los nombres de todos aquellos que ustedes aman y que cada pequeño o gran esfuerzo será multiplicado por Mi Misericordia para siempre.

Ustedes nunca pueden darse una idea lo que es construir para el Señor, el hombre no lo puede medir, la Misericordia del Señor sí, por eso siéntanse bien, siéntanse en paz, porque Mis queridos, aquellos que construyen para el Señor ni bien abren la boca ya se les escucha y me vean o no, la vean a Mi Mamá o no, pero Yo y ella estaremos siempre juntos, en todo momento, a través del tiempo y el espacio, el Señor no olvida, Mi Mamá tampoco. Siéntanse acogidos en Mi Corazón y cuidados, muy bien cuidados en el hueco de Mi mano.

Sepan que les amo a todos ¿eh?, sepan que una vez más digo: todo el que viene aquí o construye aquí ya su vida no es igual que antes, porque no se puede estar en contacto con el Señor y hacer que todo siga igual, no, darle la mano al Señor es darle la mano al infinito y eso significa todo.

Les amo profundamente, les tengo a todos especialmente en cuenta.

Amén.