Mensaje del 13 de Abril de 2004

Habla Artemio:

Jesús está entre la señora y la Patricia, Santa Teresita se puso al lado de la Madre, está Santa Faustina, el Padre Pío, bueno todos los demás como siempre.

Dice Nuestra Madre, la Virgen:

Aunque hable Mi Hijo, Yo también estoy hablando y aunque hablemos muchos de los presentes siempre se habla en nombre del Señor, asi que hable uno o hable el otro es lo mismo, solo que algunos le dan a la conversación características personales, sobre todo los Santos.

Me gusta mucho la forma que tenés para presentar todo lo que se refiere a Mi y que los hermanos separados no quieren entender, el problema no es tan simple, es completo, complejo, muy complejo y por supuesto que Yo soy una Madre muy afectuosa que está esperando y aunque haya una desconsideración muy grande por Mí, Yo observo siempre si lo que hacen está sentido en la conciencia o directamente se hace porque se hace.

Se sobreentiende que todos aquellos que obran rectamente, estén en el camino que estén, todos se dirigen al Padre pero, cuando un ser humano razona bien, con corrección uno lo menos que espera es que ubique las cosas en su real dimensión, no es que Yo quiera ser más de lo que soy, solamente quiero que me den el lugar que Mi Hijo me ha dado.

Entonces, sobre todo para aquellos que entienden no pueden demorarse en una actitud de quedarse en un camino que saben que no es el correcto, para el que no tomó conciencia seguirá siendo correcto pero el que tomó conciencia ya no lo es para el que tomó conciencia, creo explicarme. Pero hay tantos intereses detrás de todo esto, hay todo un conjunto de factores culturales que influyen pero el amor a Dios trino y uno y el amor a la Madre del Hijo de Dios tiene que estar bien claro, en todos los corazones, tiene que ser una cosa simple de aprender y además es algo que cae por su propio peso.

Ahora, por qué todo lo otro no sé, bueno uno dice: no sé pero cuántos hombres diariamente hablan sobre el amor que deben tenerle al Señor, que debe pasar por el amor a los hombres y sin embargo dicen y dicen pero…, pero no pasa nada. Al decir no pasa nada me refiero a que en general los hombres tienen una tendencia a resolver los problemas de los demás si es que a ellos le piden opinión o algo por el estilo, siempre de una forma muy cortante, muy dura, muy… hasta cruel a veces, no se puede porque se cree tener una verdad en la mente y en el corazón ser cruel con los demás porque en ese mimo instante ya la verdad va desapareciendo de la mente o del corazón.

Quiero decir esto, hay una tendencia en general de los hombres a ser tan celosos en ciertas cosas en el caso de los temas religiosos o morales que por seguir la ley se olvidan del hombre y ni cumplen con la ley ni cumplen con el hombre y sino todo esto de Mi Hijo como Señor de la Misericordia ¿mmm?, hoy Mi Hijo hizo recordar aquello de que el mayor atributo de Dios es la Misericordia y que en general está olvidado o no reconocido, en consecuencia cuántas personas incluso aquellos que me sirven como consagrados están a mitad de camino o no han comenzado todavía el camino.

Pues bien, en este día que están haciendo una Novena para la Misericordia y además es día trece, terminan las invocaciones con el nombre de María Rosa Mística pues bien, digamos las cosas claras.

Hay una cerrazón muy grande para las penas de los demás, para los planteos de los demás, para las formas en que tienen de presentar los problemas, si no es exactamente como el confesor de turno o alguien que esté a mano directamente algo no sirve, no es, no vale y en montones de ocasiones vale y en montones de ocasiones esas personas desaparecen y nunca más. No se pueden cerrar todas las puertas, incluso aunque uno comprenda que hay montones de errores y cosas pero hay que siempre dejar la puerta abierta porque Mi Hijo es el Señor de la Misericordia y en consecuencia si Él prometió tantas cosas los seres humanos por qué no tienen que prometerlas también; ustedes dirán: sí, pero el Hijo de Dios tiene derecho de prometerlas y los hombres tenemos que obedecer, es cierto aquello de que: cuantos pecados se hacen por faltar a la obediencia por un lado, pero otros por seguir excesivamente la obediencia.

Es decir, es un tema que habría que tocarlo especialmente en estas Revelaciones porque, en general la mayoría no entendió cuál es el verdadero tema, cuál es el verdadero problema, qué alcances tiene esto de la obediencia. Ocurre también que es más cómodo decir: y bueno por obediencia hago tal cosa y punto entonces uno se lava las manos porque Pilatos encontramos todos los días ¿eh?, en todos lados hay Pilatos ¿mmm?.

Entonces, en estos días riquísimos de la Misericordia para culminar el Domingo, en estos días que pasaron invocando Mi nombre con la advocación de Rosa Mística, reconsideremos los problemas, miremos las cosas, tal vez puedan ser mejor de lo que las estamos haciendo, tal vez es posible que los hombres tengan muchas cosas que cambiar pero una es fundamental: salir de las estructuras rígidas, terribles, agobiantes en la que están metidos para tener el aire fresco de la gracia y del Espíritu Santo que justamente es libertad y es libertad muy grande para todo.

Una invitación en este día Mis queridos, a romper todas aquellas estructuras, esquemas o formas de vida que están áridas, estériles, que no sirven para nada o mejor dicho no es que no sirvan para nada, sirven pero para hacer daño. Se puede dormir en paz cuando uno tiene al menos una conciencia próxima a darse cuenta de que uno estuvo muy severo, maligno, hasta cruel con un hermano porque había cometido alguna falta, ¿se puede dormir en paz?, ¿se puede seguir mirando el Corazón de Mi Hijo y Mi Inmaculado Corazón de la misma forma que cuando uno es apertura total?. Mis queridos, es preferible equivocarse por exceso de amor que equivocarse por falta de amor o muy poco amor.

Les repito por si alguno no entendió bien: es preferible equivocarse pero con mucho amor ante que hacer las cosas “bien” entre comillas, con un amor tan pobre y miserable que no alcanza para nada.

Entiéndanlo, compréndanlo porque sino no avanzamos en ningún aspecto.

Amén.