Mensaje del 04 de Abril de 2004

Habla Artemio:

Domingo de Ramos de 2004, 04 de Abril.

Dice Jesús:

“Bienaventurados los que me están viendo pero más bienaventurados aún aquellos que no me ven y creen que estoy entre ustedes”.

Porque si vamos al caso Mis queridos todo lo que acaba de leer Artemio respecto a lo que me pasó con Mi muerte, es decir uno lo cree o no lo cree, comprobarlo como hace ¿mmm? y todas las cosas que pasaron en el tiempo no tienen una comprobación así, uno tiene que fiarse de aquellos que le cuentan y le dicen, pero con todas Mis cosas es distinto que con otros datos de la historia o de otros temas, porque se supone y se supone bien que hay una inspiración del Espíritu Santo para anotar todo como corresponde, o acaso no oyeron todas las iluminaciones que le hacía a Juan, tantísimos años después de Mi muerte para escribir el Evangelio y el Apocalipsis. Es decir, en lo religioso siempre está el auxilio del Espíritu Santo, en lo otro también siempre que lo invoquen.

Entonces, Yo los estoy contemplando o los estoy… (se dio vuelta la cinta) …, de la misma forma en que los miré cuando tomaron ustedes forma en el vientre de mamá en la cero hora, vuelvo a mirarlos a los ojos siempre, hoy también y al mirarlos a los ojos les digo: hijos queridos, creaturas del Señor, ¿como está tu vida?, ¿qué necesitás de Mí?, ¿qué te hace falta para ser feliz?, ¿qué querés para completar tu vida?, no me digas que no tenés suficiente fe porque si estás aquí estás creyendo en lo que Yo te digo. Entonces, abrime tu corazón, quiero reposar en él en esta tarde de este Domingo de Ramos y quiero quedarme siempre en tu corazón y también quiero llevarla a Mi Mamá para que siempre estemos junto a vos, dentro de vos, arriba, abajo, a derecha, izquierda, delante y detrás. Quiero estar en tu corazón Mi querido, no hoy solamente sino toda una vida y toda la eternidad, a lo mejor vos decís: pero ¿por qué el Señor quiere estar dentro de mí?, ¿qué me pedirá después?, noo Mi querido, Yo quiero amarte con todas Mis fuerzas a cambio de nada, quiero que me dejes que te ame con todas Mis fuerzas y Yo no te pido nada, nada. Vos dirás: pero ¿tengo que vivir de una manera?, y bueno Mi querido, siempre vivimos en base a lo que amamos, por eso cuando uno vive en base a lo que ama siempre está bien lo que hace porque el amor no se equivoca nunca, jamás, como tantas veces dije, San Agustín expresaba: “ama y haz lo que quieras, porque el que ama no se equivoca”, y Yo quiero estar en tu corazón y permanecer para siempre.

Te lo digo en este Domingo de Ramos, te lo digo en este día que ya está lleno de sombras, te lo digo para que vengas a Mi, abras tu corazón y me entregues todo lo que te duele, todo lo que te preocupa, todo, todo lo que no estuvo o no está bien en tu vida, quiero que me des tus dolores, tus preocupaciones, tus enfermedades, todo lo que te pasa y que no está bien, porque Mi voluntad Mi querido es que seas feliz.

Por eso, quiero entrar en tu corazón, dejame, ¡dale!, abrime tu corazón, Yo quiero permanecer para siempre en él, a cambio de nada, sos Mi hijo y heredero de Mi Gloria y estoy con vos y estaré toda una eternidad con vos y Mi amor no es flojo ni chiquito, es enorme y dura para siempre. ¡Vamos Mi querido!, abrí tu corazón que Yo quiero entrar en el y quedarme para siempre, lo único que te traigo es alivio en tus penas, sanación de tus enfermedades, te traigo una sonrisa en los labios y un gozo en el corazón, te traigo la felicidad si vos querés. ¡Vamos!, dejame entrar, porque ya se hizo tarde y no tengo dónde reclinar Mi cabeza, porque los hombres dicen amarme pero…, no es tanto. Quiero estar en tu corazón para siempre, quiero estar en tu corazón, quiero irrumpir en tu vida y traerle toda la Luz que tiene la Divinidad, toda la Luz para que brilles por siempre y para siempre, dejame entrar.

Amén.