Mensaje del 12 de Enero de 2004

Habla Artemio:

Ya está el Señor con nosotros, hoy no está vestido con una túnica, sino tiene pantalones y una camisa pero sin cuello y sin botones, la camisa es clara, los pantalones son oscuros, pero está descalzo como siempre.

Dice Jesús:

Bienaventurados todos aquellos que diariamente hace un alto en sus tareas y vienen a esta cita desde hace tantos años, Yo sé que lo hacen por amor y no porque vuestros nombres ya están escritos en los Cielos y así como cada uno partirá antes o después así al final nos reuniremos todos para amarnos totalmente y para siempre por toda una eternidad.

No olviden que estamos en el Año Santo para nosotros y que llenaré a todos con muchas gracias, con todas las cosas que me pidan, derramaré todas las bendiciones sobre ustedes, vuestras familias y siete generaciones más, ustedes ya estarán gozando eternamente de la Jerusalén Celestial y todavía vuestros descendientes seguirán recibiendo bendiciones. Esa es la costumbre del Señor, ser generoso, con una generosidad que se muestra para siempre y no un día sí y el otro no, sino un afecto constante que es justamente la fidelidad y el amor. Los hombres también tienen fidelidad, pero nunca pueden compararse con la fidelidad que el Señor les tiene a los hombres creados a su imagen y semejanza.

Por eso Mis queridos, una vez más le digo, les digo a todos cuanto les amo y los invito a alabar al Padre, diciendo: “Padrenuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestros ofensas así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden y no nos dejes caer en la tentación más líbranos del mal, Amén”.

Y ahora Mis queridos, para ustedes y todos aquellos que ustedes aman, reciban la bendición del Señor que es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo, Amén.