Mensaje del 24 de Febrero de 2003

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, quién me sigue a Mi no anda en tinieblas”.
Y hoy tengo mucho gusto de decirles a todos los que están aquí que verdaderamente no andan en tinieblas, no.

Pensando en las lecturas Bíblicas, las de hoy y las del otro día, les da a entender que es lo que estoy pensando Yo de todo, que esto los fortifique, que esto les de esa sensación de plenitud que se tiene cuando el Señor, su Madre y todos están con uno. Y también para convencerlos de una cosa, convencerlos una vez más, que cuando Yo doy la fuerza para caminar nadie puede detenerlos y aquí están presentes seis personas, donde Mi gracia se ha manifestado a lo largo de toda la vida.

Es decir, han sido lo suficientemente dóciles al Espíritu, lo suficientemente dóciles como para que Yo pudiera comunicarles todas las verdades y todas las cosas que eran necesarias, que cada uno incluido vos Mi querido, revisen largamente toda vuestra vida y verán que Yo los he llamado, Yo los he elegido, Yo los tengo siempre presente y podrán hacer tantas cosas, como ya han hecho.

Me siento feliz hoy de estar entre ustedes, por todos y por cada uno, pero a los demás les he hablado ya y a esta señora que tengo a Mi lado, es la primera vez que le hablo así en forma directa y le digo: ha sido siempre una buena hija Mía, es por eso que hoy te he traído a este lugar para decírtelo, realmente hiciste siempre multiplicar los talentos que Yo te di y vos también montones de veces hiciste como Yo, sacaste donde no había y cosechaste donde no había sembrado; bueno eso vale para vos Mi querida y vale para todos los demás.

Hoy me siento especialmente complacido de tenerlos aquí, no saben cuánto es Mi ardor espiritual, no saben cuánto es Mi agradecimiento por todo lo que han vivido y están viviendo y todo lo que vivirán y todo lo que vivirán; es decir, no solamente…, no solamente vivir contando días sino vivir llenando los días de montones de cosas hermosas. Claro, de esta forma vale la pena vivir, de esta forma vale la pena salir a la calle para que los vean, porque aunque no lo digan están pensando: este ser pertenece al Señor, es ilógico, no lo van a escuchar que se los digan, pero lo piensan y piensan mucho.

Por eso Mis queridos, Yo sé que hay tanto dolor en el mundo, pero permítanme que Mi aspecto humano hoy se sienta enormemente complacido por todo lo que tengo delante de Mi ¿mmm?. Realmente en ustedes siempre se realizó la palabra, siempre, a pesar de todo, en cada uno de ustedes, el mundo, las cosas y los hombres siempre les fueron adversos, siempre contradiciendo, siempre buscando cosas pero, como se dijo antes: quién puede detener a aquellos que Yo les di la fuerza para caminar. Yo entiendo por supuesto, que no es fácil vivir por la lucha diaria, claro, pero no me van a decir que no se lucha de otra manera cuando uno sabe que Yo los estoy apuntalando en todo ¿mmm?

Dice Nuestra Madre:

“Mi alma engrandece al Señor y se alegra Mi espíritu en Dios Mi salvador, porque fijó los ojos en la pequeñez de su esclava, en adelante todas las generaciones me llamarán Bienaventurada”.

Y saben una cosa que quieren que les diga: esto es una partecita del Magnificat ¿verdad?, cada uno de ustedes, los que están aquí presentes, pueden decir conmigo lo mismo, porque el Señor fijó los ojos en ustedes, fijó los ojos en ustedes, los llamó por vuestro nombre y les dio una vida, que así vale la pena de ser vivida ¿mmm?.

¿Saben? que me siento también como dijo Mi Hijo, muy contenta, porque el mundo a veces aparece con una cara difícil, terrible, pero…, ustedes podrían decir: allí donde vino uno e hizo diez, llegaron ustedes e hicieron cien.

Les repito por las dudas, esos aparatos pueden a veces omitir frases por su técnica, entonces les repito: allí donde viene uno y hace diez, ustedes hacen cientos, a través del tiempo y lo seguirán haciendo a través del tiempo.

No les parece hermoso que esta noche cuando se acuesten le digan al Señor también: “mi alma engrandece al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque fijó los ojos en la pequeñez de mi”, gracias sean dadas al Señor, los Cielos enteros están mirando esta escena, he dicho los Cielos enteros están mirando lo que está pasando en este momento aquí, con todo lo que eso trae aparejado, con todo lo que hablaron ustedes hoy, todo es así, todo es cierto, ya sé que es difícil pero no lo cambiarían ustedes por nada ¿eh?, acuérdense esta noche: “mi alma engrandece al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”.

Dice el Padre Pío:

Querido hijo, mi corazón está tan alegre por todo ¿eh?, miro esta flor que está aquí delante de la Mama Nostra y me pone contento porque es una forma de decirle a la Mama Nostra: gracias por todo Mama, gracias por todo, por todo y siempre; … a la Mama, no me digan que no recién cuando ella decía el Magnificat, ¿no les parece que es un himno hermoso para repetirlo siempre?, porque lo dijo la Mama Nostra.

Mi amor es grande por Jesucristo y toda la Trinidad, pero que grande que es por la Mama, todos los días de mi vida…, todos los días ella fue la flor que perfumó mi vida llena de sufrimientos y dolores de todo tipo, pero venía la Mama y yo estaba bien enseguida. Tantas gracias, tantas gracias por todo, por todo, tantas gracias.

Estoy disponible para todo lo que quieran pedirme que yo le diré a la Mama y ella le dirá a su Hijo para que derrame sobre ustedes todas las gracias y bendiciones, la sanación de vuestro cuerpo, vuestra alma, vuestro espíritu, todo, todo, todo, para que cuando uno está con alguien, habrá alguno que te ama mucho, entonces nada es imposible, más que bello es todo esto, no sabe cuánto feliz me siento querido hijo, no sabe.

Amén.