Mensaje del 29 de Enero de 2003

Habla Artemio:

Esta noche no cantamos Señor, pero no importa, estoy traspirando realmente como si hubiera hecho todos esos movimientos, hiciere cansancio físico, lo siento siempre.

Hoy es 29 de Enero de 2003.

Decí lo que quieras Señor, no sé cuál es tu Mensaje.

Dice Jesús:

No debes pensar en esto que paso recién y que pasa montones de veces y a veces varias veces por día, pero Yo te hago ver algunas nada más, más adelante verás todo, más adelante también no tendrás que sufrir el cansancio de la tarea realizada, todavía si.

Vaya uno a saber lo que pensó esa mujer, cuando vio que este hombre desconocido, con cruces en el cuello, le arrebata su hijo a la muerte, seguramente en este momento debe estar pensando que debió ser un poco agradecido pero ya no hay tiempo, porque vos estás acá. Podríamos sacar una pequeña conclusión de esto, las cosas buenas o malas deben ser reconocidas, en el caso de las malas para solucionar el problema y las cosas buenas para, por lo menos decir gracias, pero hay que entender también que no siempre se tiene todas las luces prendidas para hacer las cosas bien, no siempre. Solamente quiero decirles con mucha alegría, que millones de niños están alabando al Padre por toda una eternidad, por toda una eternidad y ustedes...

Se hace una pausa…

Habla Artemio:

¿Grabará bien esto?...

Hoy es 29 de Enero de 2003.

Señor Jesús, después de un largo día Señor, lleno de cosas, vos venís a vernos para traernos tu Mensaje Señor. Vaya uno a saber Señor, cuánto tiempo pasará antes que la Santa Madre Iglesia considere esto como auténtico, ella lo hace por prudencia y está bien, pero cuánto sería el gusto de uno Señor si… si te escucharan ya. Desde que venís aquí Señor hace ocho años hay como diez mil hojas de Mensajes, hay todo un cúmulo de cosas, un montón de cosas que servirían para tantos.

Háblanos Señor, dinos lo que vos quieras.

Dice Jesús:

Bienaventurados..., los que a pesar de todo siguen amando y no se cansan de que les devuelvan mal por bien. Bienaventurados..., los que no miran los rostros. Bienaventurados..., todos aquellos que no necesitan grandes elucubraciones para creer en Mi palabra. Bienaventurados, aquellos que no tienen la vida armada ya, con un montón de conceptos, para seguir pensando siempre lo mismo, como si el Señor no estuviera siempre recreando todas las cosas, pero algunos están tan cómodamente instalados en su posición, que no pueden pensar que el Hijo de Dios y Dios mismo haga sus incursiones por la Tierra y dé Mensajes. Bienaventurados, aquellos que no ven y creen, porque grande es su confianza en Mí y en los hombres. Bienaventurados, aquellos que hacen de cada día una obra de arte, donde lo que privilegia siempre es el amor, más que todas las otras cosas. Bienaventurados..., los que a pesar de la desidia de los otros, siguen construyendo, de día o en la noche, en tinieblas, para no despertar la envidia de los otros y pasar desapercibido. Bienaventurados todos porque..., porque Yo los quiero enormemente. Bienaventurados porque... Mi Padre se gloría en ellos. Bienaventurados, porque el Espíritu Santo les colma de gracias y bendiciones y palabras, aconsejándole siempre cuál es el camino correcto por donde ir, hacia donde ir. Bienaventurados..., todos aquellos que se ponen del lado de la vida, porque ya tienen hecho más de la mitad del todo.

Hoy, como los otros días, fueron bautizados millones de niños que para los hombres ya no son pero para Mi sí, cada uno de esos niños tiene un Ángel Guardián y en este momento el Ángel Guardián los está presentando ante el Padre, para que lo adoren por toda una eternidad. Todos esos niños, que seguirán creciendo aquí, serán protectores especiales de ustedes, es decir no habrá nada en vuestra vida, ni hasta las más pequeñas cosas que no sea protegida, amada, por todos esos niños de los que ustedes fueron testigos en su bautismo para entrar en la Santa Madre Iglesia. ¿Qué puede pasar, cuando un ser que está en la oscuridad, pasa a la Luz a adorar eternamente al Padre en la Bienaventuranza Eterna?, lo hace por supuesto, pero al mismo tiempo se acuerda de aquellos que hicieron posible esa Bienaventuranza Eterna.

Desde la llegada del Cristianismo, todos los niños que fueron abortados o fueron pérdida, han sido bautizados en este lugar, no alcanzan los números para contarlos de tantos que son; es decir, mientras la vida continua, todos esos seres están como llenando de gracia todo, absolutamente todo.

Además no olviden las almas que están en la oscuridad, porque aún no pueden ver la Luz del Padre, porque su vida no fue lo que debió ser, entonces… hay que rezar, hacer algún sacrificio, algún ayuno, ofrecer simplemente el trabajo de cada día por ellas para que vean la Luz, cuántas hay que hacen Siglos y Siglos, midiendo el tiempo con lo mismo que ustedes, cuántos hay que esperan una oración, la Misa o algo para salir de la oscuridad, no dejen de fomentar la devoción a las almas del Purgatorio, no dejen, porque el Señor se complace especialmente con la atención de ellas porque necesitan de la Luz, es como cuando alguien tiene hambre, ellas tienen también hambre del amor al Señor pero un hambre inmensa e infinita.

Bienaventurados entonces aquellos que, no solamente tienen en cuenta su propia vida, sino que se sienten parte de un mundo, donde todos están necesitando de todos. Bienaventurados, porque han entendido el Mensaje que Yo traje a la Tierra. Bienaventurados, porque es la forma de vivir, es la forma de actuar, es la forma de caminar por la vida, donde uno no es el centro, sino que el centro soy Yo a través de los hermanos; uno piensa en uno por supuesto, pero sin olvidar a nadie. Bienaventurados porque, el gozo que les espera es infinito y no por un día o dos sino por toda una eternidad. ¿Qué es la eternidad?, es como decir: todo el tiempo y nunca olviden el mandamiento nuevo que les di: “ámense unos a otros como Yo los he amado” y todo será diferente, todo tendrá el color del amor; la fecundidad de los campos labrados esperando la semilla, tendrán todo la Luz, porque nacieron para la Luz y serán hoy, el día de mañana, aquellos que guiaran a los demás, en este largo peregrinaje hacia la casa del Padre.

Habla Artemio:

Quiere hablar el Padre Pío, San Pío de Pietralcina.

Dice San Pío de Pietralcina:

Mis queridos, cuánto es mi amor por ustedes, yo soy tan, tan gustoso de participar en toda esta…, porque es la forma de que el mundo sea diferente y todo se renueve. Nunca tengan pavura de nada, nunca, porque el hombre que camina tomada de la mano de Dios y de la Mama Nostra nada tiene que temer, nada tiene que temer. Todos desaparecen como la estrella al salir el sol, es una cuestión de tiempo nada más. Mis queridos cuanto te quiero bien, cuanto, confía en mi protección constante todos los días, todos los días, desde la mañana hasta la noche.

Amén.