Mensaje del 29 de Diciembre de 2003

Habla Artemio:

Hoy es 29 de Diciembre.

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien me sigue no anda en tinieblas”.

Bienaventurados todos aquellos que, doblan sus rodillas para elevar al Padre un cántico de alabanza, bienaventurados aquellos que a pesar de seguir sentados en sus lugares, su espíritu está siempre de rodillas, como una señal de sumisión al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

En este momento que Yo les estoy hablando, una criatura del Señor, que uno cree que tal vez no tenga conciencia de lo que hace pero hace oír sus trinos, él también está alabando, él también está alabando y la alabanza de esos seres es la alabanza más pura que puede existir, porque no está contaminada con nada ni con nadie. Esa es la verdadera alabanza porque es a cambio de nada, el ave que canta lo hace por el placer de cantar como si cumpliera los designios ancestrales pero todo eso es recogido por la Divinidad y acumula grandezas, acumula maravillas, acumula bonanzas para tantos.

Si ustedes piensan nadie ha podido torcer el orden que hay en la vida de esos seres que el hombre considera hasta primitivos porque no tienen inteligencia, pero Yo les puedo asegurar que tienen su lenguaje, tienen su memoria y tienen montones de maravillas que a veces hasta son superiores al hombre.

Ellos lo hacen a cambio de nada, dichoso, bienaventurado el hombre que puede alabar al Señor a cambio de nada, por el solo hecho de agradarle, por el solo hecho de decir: te amo Señor, te amo Señor, profundamente, porque eres mi Padre Señor, soy creado a tu imagen y semejanza y te alabo porque te amo y no pensando que heredaré tu Gloria, soy feliz si pienso en eso pero te alabo porque te alabo, sin esperar nada.

Dichoso el hombre que pone su corazón a cantar y a alabar, dichoso el hombre, dichoso el hombre que se adelanta al sol para entonar un cántico al nuevo día, como diciendo: Señor, que el sol salga para todos, no solo para algunos; dichoso el hombre que se adelanta al amanecer para preparar con su alabanza el nuevo día para todos los hombres de la Tierra, porque la Divinidad recoge cada una de esas cosas y las acumula para repartirlas en gracias infinitas sobre todos.

Felices aquellos que se adelantan al sol para entonar himnos de alabanza al Señor, porque les puedo asegurar que han entendido lo esencial, pero también bienaventurados aquellos que en lo más cerrado de la noche, cuando no pueden conciliar el sueño, sus palabras también son de un rezo, de una alabanza, de una palabra dulce al Creador.

Si ustedes supieran cuánto se ordena el mundo y el hombre ante la sola expresión de decir: Jesús ten compasión de mí, Jesús ten compasión de nosotros, en ese instante, parecería que ese orden primero que imprimió Mi Padre sobre las cosas vuelve a repetirse.

Les amo profundamente, les amo con toda las fuerzas de Mi Misericordia, les digo simplemente que Mi amor permanecerá hasta el fin de los tiempos y más aún, por toda una eternidad.

Amén.