Mensaje del 26 de Diciembre de 2003

Dice Jesús:

“Bienaventurados todos aquellos que ven, que me ven y ven a los Santos, por supuesto a Mi Mamá y a todos, entonces bienaventurados aquellos que ven y creen, pero más felices, más bienaventurados aquellos que no ven y creen”.

Habla Artemio:

Bueno, les describo un poquito, Jesús está vestido simplemente con una túnica, color crudo, medio sucia y desflecada como alguien que está en la miseria ¿mmm?, eso será tal vez para decirnos: que importa la ropa, que importa lo de afuera si lo importante es lo de adentro…, (a Él no le disgusta que lo hamaquen). Tiene muy pegada la túnica sobre el hombro derecho porque la herida esa del hombro es la que más le preocupa, digo yo, Él nunca dijo nada, porque se la levanta siempre así, se la despega, porque como a cualquiera se pega la linfa ¿no?, en la rodilla también y…, bueno, en los codos.

Dice Jesús:

Nuevamente bienaventurados todos, porque son Mis hijos queridos, porque están aquí oyéndome, ya hace casi diez años y aunque lo dije tantas veces lo repito: siempre con el mismo entusiasmo, siempre con el mismo deseo de esperar el Mensaje.

Y este Mensaje como también ustedes lo saben muy bien, aunque está por ese medio masivo de comunicación que es Internet, está en todo el mundo, pero evidentemente que todos aún no lo leen. Puede pasar un año, dos, cinco, cincuenta, cien, doscientos, trescientos, Yo no tengo problema con el tiempo porque vivo en un continuo presente.

Ahora, bienaventurados aquellos que facilitan la tarea para que Mi Mensaje llegue pronto a todos los hombres, aunque lo dije, lo digo y lo diré tantas veces como sea necesario, qué lástima de los que ponen piedras en el camino y dificultan la llegada de Mi Mensaje a todos los hombres.

Se supone que si hay más de diez mil quinientas hojas de Mensajes hay mucho allí ¿no? para aprender. Entonces, queda solamente una actitud digna, tener la humildad suficiente y empezar a ver que es lo que quiere el Señor al comenzar este Tercer Milenio.

Claro, tanto Mi Mamá dijo que sus palabras eran un poco ásperas y también creo que Yo digo lo mismo, ¿saben?, hay muchos que tienen tiempo de esperar, pero otros no, cuántos siglos hace de la Colonización de América, del África, de otros países, ¿y, cómo se hizo todo eso?.

Dice la Virgen:

Hace falta repetir aquellas primeras palabras donde tanto Mi Hijo y Yo hacíamos como una…, un llamado muy grande para todos aquellos que esperaron siempre una liberación que no les llegó de ninguna parte y no les sigue llegando, porque siempre hay alguien que se interpone para que Mi palabra llegue a todos.

A veces pienso en lo que contó San Martín de Porres, que la autoridad eclesiástica le permitía nada más que hacer tres milagros por día, más no, duro ¿no?, incomprensible ¿no?, bueno y podría citar tantos ejemplos y lo más importante es que después muchos se lamentan y piden perdón, Yo pregunto: ¿son tan ciegos para no ver a tiempo las cosas?, no sabe todo lo que se pierden pero cuidado porque quien dificulta que Mi palabra llegue a los hombres, no sé, me parece que no debe estar en una situación muy cómoda, porque…, ocultar información es serio che y además…, además hasta a veces perseguir a aquellos que quieren ser fieles conmigo. No es una costumbre que Yo diría cristiana, lo digo con todo respeto y consideración, pero también lo digo pensando en que cuando sale el sol pues vimos, a nadie le hace falta demostrar que el sol está brillando y hay montones de verdades en las que pasa lo mismo, se ven.

Ahora pero, algunos cierran los ojos y creen que el sol se apagó, otros se tapan y creen que el sol ya no brilla, pero lo único que hacen es demorar, ni gozar de la luz del sol, así de simple ¿no?; como dice esa monjita: todo es tan evidente. Bienaventurada esa monjita porque, su humildad y capacidad de comprensión debe ser muy grande. ¿Y cuándo se tiene una enorme capacidad de comprensión?, cuando se es humilde, la humildad nace del amor y es la madre de todas las virtudes.

Bueno, no quiero seguir enumerando las cosas que ya dije tantas veces, pero lo dicho ayer, o antes de ayer, o hace cinco años o diez tiene un valor y lo dicho hoy también lo tiene, porque las circunstancias y las personas ya no son las mismas.

El que tiene ojos para ver que vea y el que tiene oídos para oír que oiga.

Amén.