Mensaje del 17 de Diciembre de 2003

Habla Artemio:

17 de Diciembre de 2003.

Dice Jesús:

“Bienaventurados todos aquellos que confían en Mí; bienaventurados los que nunca ponen en duda Mis palabras; bienaventurados aquellos que no ven y creen y también bienaventurados aquellos que ven y creen. Bienaventurados aquellos que han entendido el Mensaje de hoy, que es la Parábola del Buen Samaritano, porque están realmente en la senda del Señor; bienaventurados todos aquellos que llevan Mi palabra a todos los hombres”.

Dice Nuestra Madre, la Virgen:

Estamos en las vísperas de Nuestra Señora de la Esperanza, que es mañana, me gusta mucho ese nombre porque dice tanto ¿no?, aunque todos lo saben, digo que esperanza es: esperar lo que aún no es; es decir, uno espera que pase porque confía y ese es el sentido de Nuestra Señora de la Esperanza, Yo tengo miles de nombres diferentes y cada nombre quiere expresarme algo y está bien.

Por más que en la vida tengan todo tipo de problemas, angustias, tribulaciones, nunca decaigan…, porque la promesa de Mi Hijo está muy clara y suena siempre como fundamental para la vida de todos. Nunca desfallezcan, nunca piensen que el Señor los puede abandonar, Mi Hijo los creó a todos a su imagen y semejanza y entonces ustedes son sus hijos y herederos de su Gloria.

Decir que uno es heredero de la Gloria de la Trinidad, no es poco decir ¿verdad? y todos aquellos que sirven al Señor con todo su corazón, estén seguros que recibirán en herencia la Gloria del Padre, que no será por un día o dos sino que será para siempre.

Entonces Mis queridos, las pequeñas cosas que pasan diariamente, pequeñas o grandes, son simples, teniendo en cuenta todo lo maravilloso que les espera, todo lo maravilloso que les espera.

Sigan por el camino simplemente, haciendo bien todo lo que hacen, ocupándose de todo lo que tienen que ocuparse, que será bendecido especialmente por el Señor, porque a Él le encanta bendecir las pequeñas cosas diarias, porque la base, la base de toda la Santidad del hombre está en hacer muy bien hasta las pequeñas cosas, hasta las pequeñas cosas, porque para la mirada del Señor nada es pequeño, nada es simple, nada tiene poca importancia, todo es definitivamente valioso.

Les amo con todas las fuerzas de Mi corazón, les amo con todas las fuerzas de Mi corazón.

Amén.