Mensaje del 17 de Noviembre de 2003

Habla Artemio:

Hoy es 17 de Noviembre, no sé que Santo es hoy, ¡ahhh!, hoy es el día de los Santos Rioplatenses, Roque Gonzáles de la Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, fueron Sacerdotes que, Jesuitas, que quemaron los indios y del Beato Roque Gonzáles de la Santa Cruz se conservó el corazón sin quemarse, bueno.

Dice Jesús:

Escuchaba atentamente todo lo que ustedes decían y cuando uno habla de cosas importantes o no tanto, hay que ofrecerlas siempre como una oración por aquellos de los que se estaba hablando.

Cuando estoy en silencio, estoy diciendo cosas en privado.

En adelante cuando Yo lo indique, toda la parte del comentario que hacés primero quiero que se grave, no siempre, en algunas oportunidades, porque como todo es inspiración del Espíritu Santo en esos comentarios anteriores, entonces es importante que queden gravados. Partiendo siempre de la base que todo lo que digo en este lugar serán siempre tenidas en cuenta más adelante o ahora, como será mirado por tantas personas entonces es importante que además de las Revelaciones se conozca de lo que Yo digo a través tuyo antes de las Revelaciones y si alguna persona del grupo quiere decir algo que también lo haga.

Hoy como todos los lunes está dedicado, por supuesto que todos los días también está dedicado a todas las almas del Purgatorio, es decir las que están en la oscuridad aún y es una muy buena devoción acordarse siempre de las almas del purgatorio, no se olviden de eso nunca. Es importante trabajar para la propia salvación pero también es muy importante preocuparse por aquellos que aún todavía no están en la Luz.

Ahora hablamos de las almas, pero también es necesario acordarse de aquellos con los cuales uno trata diariamente y que tampoco están en la Luz y necesariamente hay que rezar por ellos de la forma que a ustedes les guste, no necesariamente el rezo convencional sino cualquier tipo de rezo, o hacer algún sacrificio, o algún trabajo que se haga ofrecerlo con esas intenciones, o bien el ayuno, o bien el privarse de cualquier cosa; es decir todo aquello que sea una pequeña o gran mortificación puede ofrecerse, es decir no hay que mortificarse por placer sino que esa mortificación puede hacerse para lograr algún propósito.

Esto de una manera u otra es santificar la vida, porque depende siempre con la intención que se haga, uno puede ofrecer el movimiento de las hojas de los árboles, o puede ofrecer las flores que están abiertas, o puede ofrecer los pimpollos que aún no se han abiertos, o puede ofrecer la vida de las plantas, su reproducción celular, o bien puede ofrecer esos penachos de esas flores del campo que al desprenderse flotan en el aire como una forma de orar por todos.

¿Qué quiero decir con esto?, mientras haya un intención bien clara o no tanto por algo Yo siempre lo recibo y lo recibo con mucha gratitud. Bueno, entonces el ofrecimiento por las almas y además del ofrecimiento de todas las cosas del día, con algún objetivo especial, de esa manera uno deja de ser el centro de atracción y el centro de atracción pasan a ser las otras personas.

Entonces, santifiquen la vida diaria viviendo de una manera determinada, recuerden lo fundamental es tener la actitud de oración, es decir andar siempre pensando que se está bajo la mirada del Señor, entonces de esa forma hay como un…, de esa forma repito hay como un constante diálogo entre la persona y la Divinidad, que lo ideal es que no se corte nunca, al menos a nivel inconsciente y todos esas formas de proceder conviene ir trasmitiéndosela a los que crecen, a los más jóvenes para que aunque a ustedes les parezca que son semillas que se pierden, Yo les puedo asegurar que no.

Por eso, hagamos o invitemos a todos a vivir en una oración permanente, grandiosa, enorme y decisiva para muchas personas en su presente y en su futuro. Tengan en cuenta todas estas cosas, que la suma de estas pequeñas cosas hace enormidades.

Yo los quiero mucho, Yo los amo mucho, lo mismo que Mi Mamá, que todos los Santos y vuestros familiares que están aquí compartiendo la Gloria del Padre.

Amén.