Mensaje del 15 de Septiembre de 2003

Habla Artemio:

15 de Septiembre de 2003, día, uno de los días de nuestras Fiestas Patronales, Nuestra Señora de los Dolores, porque la otra es siempre el domingo después de Pascua, el día de Jesús de la Misericordia.

Nuestra Madre está vestida lo mismo que en el cuadro y dice que no tiene por qué, como ya lo explicó tantísimas veces, que llevar ropa oscura porque Jesús está vivo y está entre ustedes, el que lleva ropa de luto es porque tiene duelo por alguien, pero en este caso no.

Dice la Virgen:

Es cierto que en tantas partes hay gente reunida en este día y si no está reunida en forma individual acordándose de esta Madre de los Dolores.

Hoy veo pocos en este lugar, están todos repartidos por el país y el mundo pero, en el próximo Aniversario, si bien esto ya lo dije una vez, es necesario que recalque algunas cosas para que nadie las pierda de vista.

Tan pronto vendrán desde el naciente y del poniente, del Norte y del Sur y llegarán en forma individual y en racimos, algunos cantarán y otros tendrán su mochila llena de problemas y dolores, todos tendrán en cuenta aquello de que Mi Hijo puede remediarles todo el cansancio y las penas, todos los dolores y todo lo que no esté bien en sus vidas.

Ya hace casi una década que hemos sentado nuestras bases en este lugar, en el corazón de la pampa gringa, si bien es cierto que de los lugares más distantes de la Tierra miran hacia este lugar del fin del mundo, cada día esto ocurrirá más y mirar hacia este lugar será como una bendición, porque tanto los Mensajes de Mi Hijo como Míos y de los Santos son una garantía para que el Tercer Milenio, en el Tercer Milenio no se vuelvan a repetir errores del pasado, en todos los órdenes.

Y pensar que a medida que el tiempo transcurra, vos tendrás cada día menos libertad, porque a medida que esto adquiera una dimensión tan grande, el verte a vos, que recibís estos Mensajes será un privilegio de algunos, sí, es así.

Si ya en este momento en algunos lugares piensan: cuánto no daría por estar en ese lugar, esa expresión se multiplicará en miles y en millones, porque el acontecimiento de las Revelaciones aquí en el corazón de la pampa gringa, representa algo inédito en la historia del Cristianismo, mal que les pese a muchos, mal que les pese.

Y así como esto es la continuación de los Mensajes en otras Apariciones, en algunos lugares muy enunciadas, pero no tanto en otras, pero único en América en este momento, en que tanto Mi Hijo como Yo, damos y decimos tantas cosas para calmar la sed de tantos hombres.

Aquellos que aún están un poco sordos tienen que pensar que muy pronto los va a sorprender una corriente muy grande de Agua Viva que todo lo inundará, dichosos aquellos que ya oyen el murmullo del torrente que se avecina y desdichados aquellos que son duros de corazón en escuchar y darle cabida en ellos a las palabras de esta Madre y de su Hijo, que desdichados que son, porque cuando alguien está en la oscuridad creyendo que a lo mejor no hay ninguna Luz donde estar al pie de ella, cuando descubre que existía la Luz, pero tal vez la dureza de corazón no les permitió verla, entonces viene la pena por el tiempo perdido.

Todas las cosas que aquí pasan tendrán dimensión universal, como ya la tienen por supuesto pero conocidas por muchos y entonces, todos los hombres mirarán hacia este lugar lejano del Sur, un lugar que parece el fin del mundo, como dicen tantos, porque es el fin del mundo en cuanto a ubicación del lugar. Bueno, en este lugar del fin del mundo tiene vida todo esto.

Vuelvo a decir: dichosos aquellos que escuchan y desdichados aquellos que aún tienen el corazón un poco endurecido, es una pena que tengan tanta sed en medio de la corriente de Agua Viva, pero los hombres tienen sus cosas, tienen sus formas de ser, sus costumbres y sobre todo la dureza de sus corazones.

Al terminar en este día la Novena, en honor de Mis Dolores, quiero que sepan que enviaré sobre todos infinitas bendiciones y colmaré de bienes a todos aquellos para los cuales esta fecha no pasó inadvertida. No se olviden, que una Madre tiene en cuenta siempre el cariño de sus hijos y es Mi estilo y habitual en Mí derramar el mil por uno sobre aquellos que dirigen sus ojos a esta Madre.

Bienaventurados todos porque, las gracias que reciben y recibirán no tienen tiempo ni medida; bienaventurados todos porque, escucharon esas palabras y las hicieron reproducir en tantos lugares; bienaventurados porque, son felices sintiéndose amados y cobijados por esta Madre que es Madre de Dios.

Y así como antes se hizo en la oración el ofrecimiento de la Pasión de Mi Hijo en el altar del Padre, que Yo repetiré hasta el cansancio por toda una eternidad, todos esos méritos descenderán sobre ustedes y les colmarán de todas las gracias y las bendiciones, no por un día o dos sino para siempre, ahora mientras peregrinan hacia la Jerusalén Celestial y después en la Jerusalén celestial, por siempre, jamás.

Amén.