Mensaje del 10 de Septiembre de 2003

Dice Nuestra Madre:

Alabado sea el Señor, y ya que vos no lo dijiste, Yo diré: día 10 de Septiembre, en esta Novena que me están haciendo.

Hoy han hecho algo muy, muy nuevo, tanto a Jesús que a Mí, nos gusta oír esa música de las cosas, para Mí hacé de nuevo la música del agua, está bien, es hermoso eso, porque más allá de esas pequeñas semillas que representan las gotas de agua, está toda la representación del Río de Agua Viva que sale del Corazón de Mi Hijo… (se interrumpe la grabación) …

Les decía recién que, cuanto me gusta ese sonido natural de las cosas, todo me gusta, eso de hablar sobre el viaje a Egipto, el Nacimiento, describir las escenas de José buscando frutos para darme así alimentar al niño mejor.

Es posible que los hombres deban descubrir o redescubrir esas pequeñas cosas que tan simbólicas como son, les de horizontes nuevos, les de una forma de mirar más humana, más simple, más sencilla. En la medida que el hombre se haga simple, se acerca al Señor, en la medida en que el hombre esté siempre en una posición de humildad, que toda su vida sea un canto a la humildad están realmente cerca del Señor.

Digo esto porque entre los objetivos de esta Novena está el que ustedes sean Santos, por eso lo que Yo digo es muy sencillo, la Santidad no tiene oropeles ni tiene cosas rebuscadas, ni difíciles ni tremendas, es simple y así con esa sencillez de esas gotas de agua que se oían recién, entonces eso hace posible que la gracia entre en uno más que montones de oraciones u otras cosas que a veces se dicen o se hacen sin sentirlas realmente, que hermoso.

Les amo profundamente, les doy todas las bendiciones, los incinero con el fuego que sale de Mi Inmaculado Corazón.

Ahora al volver a vuestras casas, piensen: ya nada es igual, porque la Madre ha quemado todas mis cosas con el fuego del amor de su Inmaculado Corazón, entonces ya nada es igual de aquí en más.

Amén.