Mensaje del 09 de Septiembre de 2003

Habla Artemio:

Hoy es 09 de Septiembre de 2003.

Dice Nuestra Madre:

“He aquí la esclava del Señor, hágase en Mí según tu palabra”.

Esa expresión que parece tan simple y sencilla, involucra todo lo que los hombres tienen que hacer para estar plenamente dentro del proyecto de Mi Hijo, pero tiene que ser dicha con toda la intensidad del amor y cada día se puede ver que uno va creciendo en esa entrega cuando dice: he aquí la esclava o el esclavo del Señor. Todos los día puede ser un gran crecimiento y como decían al comienzo: “no tanto lo que uno puede hacer por el Señor sino todo lo que el Señor hace con uno”. Porque en la medida en que ustedes sonríen con amor, hasta lavan sus manos, o su cara o sus ojos con amor están de alguna forma diciendo: sí al Señor; el mirar vuestro cuerpo, vuestro rostro y amarse porque se es obra de la creación, están diciendo: sí al Señor; el poder caminar, ir y venir, hacer cosas, hablar con los demás, siempre viendo en cada uno un hermano, entonces le están diciendo que sí al Señor.

Vieron qué fácil que es todo, tan simple, tan elemental, es como si uno de acuerdo a lo que decían en el canto: se pone allí para que el Señor rompa la vida y la haga de nuevo, en los moldes que Él quiere, no invadiéndonos sin permiso sino cuando los hombres ceden su libertad y dicen: Señor, hacé conmigo lo que vos consideres justo y necesario, y uno sabe que entrando en el proyecto del Señor su proyecto es siempre un proyecto de amor y en consecuencia siempre termina bien. Depende por supuesto de toda la confianza, porque siempre la esperanza, la confianza es un salto al vacío, uno se arriesga en el confiar por eso un salto al vacío, pero tiene la seguridad que cuando ese salto es con amor nada malo puede pasar.

En la palabra, dice hoy: “que se admiraban como Jesús sabía, sin embargo no conocían donde lo había aprendido”, esa sabiduría todos la pueden tener cuando realmente se ponen a disposición del Señor, entonces el Espíritu Santo les dictará en vuestra conciencia todo lo que deben hacer, cómo deben hacerlo y cuándo deben hacerlo.

Es una forma hermosa de vivir simple, sencilla, pero uno sabe que en esa peregrinación hacia la Jerusalén Celestial, es decir el Cielo ¿mmm?, uno va todos los días desgranando un poquito la vida, que es corta por supuesto, va desgranando la vida para un buen momento abrir los ojos delante del Señor para gozar por toda una eternidad de su Bienaventuranza Eterna.

Esto es lo que esperan todos aquellos que saben decir: sí, he aquí la esclava o el esclavo del Señor, hágase en mí según tu palabra”, el resto…, lo hace el Señor.

Confíen, confíen siempre.

Amén.