Mensaje del 05 de Julio de 2003

Dice Jesús:

Estoy seguro que el mundo puede detenerse delante de la puerta de alguien, de alguien que sueña y tiene esperanza a pesar de todo.

Bienaventurados Mis queridos porque, de lejos o cerca han venido a este lugar, donde uno viene de una manera, pero ya no se va como vino, aquí no se lo viene a ver a Artemio, me vienen a ver a Mí, a respirar el mismo aire que Yo respiro, a sentir Mi calor, el de todos los Santos, el de vuestros familiares que ya están con el Padre, pero que los siguen amando a ustedes mucho más que antes. Bienaventurados porque son Mis hijos, porque saben que heredarán la Gloria, porque saben como decías recién que la Jerusalén Celestial les aguarda para que todo aquello que no pudieron tener en este mundo y mucho más, después lo logren para siempre.

Pero Yo quiero estar con ustedes todos los días para que vuestros dolores sean menos dolores, vuestras alegrías sean más intensas, vuestros problemas se solucionen, acuérdense que Yo soy un Padre amoroso, que desde toda una eternidad los vengo amando, los amé ya desde la cero hora en la panza de mamá, los llamé por vuestro nombre y los seguí amando y los seguiré amando para siempre.

Pero no, no se nieguen abrir vuestro corazón para que Yo entre en él, estoy ansioso de que me ames pero también estoy ansioso de poder amarlos, de poder hacerles la vida más fácil sobre la Tierra, porque los hombres están como enloquecidos y destruyen todo lo que tienen a su paso, por eso quiero estar al lado de ustedes y dentro de ustedes, para que vuestra vida sobre la Tierra no sea tan terrible.

Felices aquellos que me ven y por lo tanto creen y también felices aquellos que aunque no me vean creen.

Todo esto Mis queridos se mueve en una dimensión donde uno no puede razonar, uno acepta o no, ¿que es lo que acepta?, todo el amor que derramo sobre todos.

Quiero que comprendan que participo de vuestras alegrías y comparto vuestras tristezas y que si me dan vuestra mano, la vida no será tan terrible.

Los amo con todo Mi corazón, así como Mi Mamá también los ama, desde siempre y para siempre.

Y ahora, denme permiso para tener un acto, una acción de privilegio para con algunos de ustedes, no quiere decir que a los otros los quiera menos, pero denme permiso para que derrame Mis bendiciones sobre este joven, cuyo corazón está tan dolorido, pero ya esto pasará y vendrán días felices y fecundos.

Habla Artemio:

Jesús se acerca, le pone las manos sobre los hombros, su esposa mira, le toma las manos, le hace la señal de la cruz. Como ahí al lado está la Virgen María, toma el manto de la Madre y lo pone sobre la cabeza de este chico.

Dice Jesús:

Desde este momento todo será diferente.

Habla Artemio:

Y ahora parado ahí en medio de la escena, los bendice a todos y a todos vuestros familiares, parientes, amigos, enemigos, todos. Él no puede menos porque es Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén.

Y nosotros por nuestra parte, seguimos siempre como debemos hacerlo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.