Mensaje del 09 de Abril de 2003

Habla Artemio:

Continúa el mensaje dado antes.

Hay de todo acá dentro che, hay un montón de gente… si, lo que estás pensando, los dos, tu hermana es tan hermosa, tiene un vestido bastante escotado con una tirilla, tacos altos, preciosa, bronceada, qué preciosa mujer siempre fue ¿no? y del otro lado más hermosa todavía; aquí… por aquí hay mucha gente también.

Bueno vamos a escucharlo a Jesús.

Dice Jesús:

En este día hablamos de muchas cosas referente a todo lo que pasaba en diversos lugares del mundo, hablamos de cómo la naturaleza se venga o se protege de alguna manera haciendo aparecer, como dije antes, en los medios sofisticados de información, datos que no son ciertos; entonces algunos como dije antes, luchan por algunas riquezas naturales que existen pero en poca cantidad, mientras que lo principal no los ven.

Es decir desde tiempos inmemoriales, piensen en Mi Papá, hizo todo con orden, vio que todo estaba bien y las cosas quieren seguir estando en orden, por lo tanto hay como una especie de… trabajo muy fino de parte de todo, para recuperar la normalidad que una vez tuvo y la lucha del hombre sobre la Tierra también es por lo mismo, para recuperar ese estado angelical que alguna vez tuvo.

Ustedes han visto como los animalitos de esta casa, perciben antes que ustedes Mi presencia o la de los Santos y a veces ustedes mismos han visto cómo nos miran, con qué atención, porque ellos tienen una pureza natural, ellos no están contaminados por nada, entonces ven todo y no hace falta que vos les diga que hay necesidad de pasar la lengua en las heridas o de sacar las escamitas, porque ellos lo hacen naturalmente. Ya una vez hablé sobre a dónde van todos los animales que nos rodean y que forman parte de la vida nuestra, ¿ustedes creían por ventura que ellos pueden perderse?, no.

Como les dije una vez, ya en la Edad Media y antes también, se preocupaban dónde iba el alma de los brutos, llamaban brutos a los animales, con perdón de los animales por supuesto y… alma porque alma viene de ánima, que es principio vital, quien tiene vida tiene alma, por lo de ánima ¿mmm?, bien, entonces parecería que en la… (se dio vuelta la cinta) … en que para verme y ver a todas las personas que quieran, que ya están gozando de la Luz del Padre, hay que tener humildad, simpleza, una tremenda sencillez, entonces se ve, se pueden ver tantas cosas. Es decir, ya en la Edad Media decían, y esto lo dije ya, ¿quieren tener entendimiento de Ángeles?, sean Ángeles, ¿en qué sentido?, en vivir espontáneamente, simplemente, sin complicaciones, sin odiar a nadie, sin tener bronca con nadie, sean humildes, sencillos, ser así como son los pájaros del campo, las aves silvestres o la flor que crece a orilla del camino, así de simple. ¿Y puede ser el hombre así de simple?, por supuesto, cuando el Evangelio dice: “si no se hacen como niños no van a entrar en el Reino de los cielos”; ¿a qué se refiere?, a que los niños son simples, son directos, son espontáneos, son humildes, sencillos, no tienen dobleces, dicen lo que piensan y lo que sienten, a eso se refiere el Evangelio y sobre todo conviene repetirlo aunque estas cosas las dije alguna vez, la base de todo, la madre de todas las virtudes es la humildad, la humildad.

Y les voy a decir esto, que ya una vez lo dijo San Martín de Porres, contaban dentro de la comunidad de israelíes, que ellos tenían tentaciones del demonio y entonces San Martín de Porres dijo: yo valgo tan poco que el demonio ni me toma en cuenta para nada, ni para tentarme, tan poco es lo que valgo, tan poco… Ustedes recuerdan que San Martín de Porres era hijo bastardo, de una mulata, que no pudo hacer su carrera sacerdotal por ese motivo y simplemente limpiaba y un día San Martín va adelante del Sagrario y le dice: Señor tan poca cosa soy, pero tan poca cosa soy que el demonio a mi no me tienta, pero será posible que sea tan poco… uno, dos, tres, cinco veces, y seguía diciendo: respondeme Señor, por qué que a mi el demonio no me tienta, respondeme. Y siguieron pasando los días, hasta que un día Yo le hablé y le dije: mira Martín, no es que vos no valgas, vos valés un montón, lo que ocurre es que es tan grande tu humildad, tan grande que ni siquiera el demonio se atreve a tentarte; y Martín se fue muy contento porque tal vez él no tenía conciencia de la humildad, de lo humilde que era y se fue feliz, pensando que… bueno no se comparó con nosotros el convento, pero dijo: que suerte, yo creí que no me tentaba el demonio porque era maldito, pero es al revés.

Y llegó a ser tan grande Martín, que hacía tantos milagros que hasta le dijeron un día: Martín no tantos milagros en el día, con tres es suficiente, porque hacés demasiado alboroto… Qué pena ¿no? que le dijeron así, pero…

Entonces Mis queridos, la humildad es la base de todas las virtudes, es la madre de todas las virtudes, sean humildes y van a ver que todas las cosas empiezan a darse en vuestra vida, van a brillar con luz propia, estén donde estén y hagan lo que hagan, aunque a veces a las personas humildes se las toma como de tontas, ¿no?, pero no se preocupen ustedes, si por la humildad los toman de tontos ya van a volver y les pedirían disculpas por eso.

La humildad, madre de todas las virtudes, no se olviden. Alguno dirá: ¿tendré que corregirme yo de algo para ser humilde?, bueno que cada uno revise su conciencia y mire las conductas de su vida, en una de esa uno se cree humilde y no lo es tanto, o en otros casos les pasa como a San Martín de Porres, que él no creía que era humilde y sin embargo lo era en exceso. Y aquí podría aplicarse aquel dicho tan hermoso: “el encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen lo que son”.

Mis queridos, Yo sé que el día ha sido largo para todos, que lo que menos pueden aspirar en este momento es una cama para poner la cabeza sobre la almohada y dormirse en paz, eso les aseguro que van a tener esta noche y todas las noches que ustedes quieran, dormir en paz, para despertar otra día con todas las fuerzas para seguir. No importa si, si hay dificultades, quién no las tiene, es lo propio de la vida, siempre hay alguno que se interpone en nuestro camino para darnos algún mal rato, pero ustedes no se preocupen por ello, estén tomados fuertemente de Mi mano y de la mano de Mi Mamá.

Y ahora ella quiere despedirlos con la misma canción que va a entonar cuando ustedes están por dormirse y ella los hace bebés pequeñitos, muy chiquitos, los toma en sus brazos, y les dice: arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de mi corazón. Eso les canta todas las noches Mi Mamá, si ustedes agudizan los oídos van a poder oírlo, si, porque ella repite siempre: arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de mi corazón.

Yo los abrazo a todos, les digo que los tengo en Mi corazón y los bendigo con toda Mi fuerza y poder en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.