Mensaje del 28 de Marzo de 2002

Habla Artemio:

Señor, toda tu cabeza está llena de escupitajos, Señor, está todo lleno de saliva Señor, apoya tu cabeza Señor, apóyala.

Jesús tiene los ojos tapados con sangre, prácticamente.

No después, después, después…, ellos vienen a colaborar... (los perritos de Artemio al sentir el olor a sangre vinieron a colaborar para auxiliar y limpiar al Señor) ...

Dice Jesús:

No se extrañen que esté así, hace dos mil años que Mis heridas siguen sangrando, que todo esto que están viendo sirva para que le traiga felicidad a vuestras vidas.

Ya no huelen más a rosas sino que huelen a sangre seca.

Habla Artemio:

Señor, yo sé Señor que vos estás vivo, que ya no vas a morir, Señor yo sé que vos todo esto que estás padeciendo es por mí y por cada uno de nosotros, Señor.

Señor este hombro derecho da lástima verlo, se te ven los huesos Señor, si te toco te hago peor Señor, si te pusiera aceite Señor tendría que bañarte en aceite para que te duela menos.

Dice El Señor:

Todo Mi cuerpo es una llaga.

Todo Mi cuerpo es un continuo dolor. Pero Mi dolor como lo he ofrecido al Padre por todos ustedes, por todos los hombres del mundo, entonces ya casi no me duele.

Hay poco más que dos litros de sangre en Mi organismo, por eso me he sentado porque no me puedo tener de pie.

Quiero que valores esos animalitos que al sentir el olor a sangre vinieron a prestar su ayuda. ¿Alguien podría pensar que alguna vez podría olvidarme de los animalitos, y de éstos animalitos?

Todos ustedes han puesto aquí en este lugar todas vuestras penas, todos vuestros dolores, todas vuestras preocupaciones y no solamente ustedes, sino la de vuestros parientes y familiares.

Quiero que se vayan de aquí con la seguridad de que Yo los he empapado con Mi Sangre Preciosísima, la Sangre que Mi Papá me mandó a derramar por todos los hombres.

Y si hay lágrimas en Mis ojos, no son por Mis dolores; las lágrimas que hay en Mis ojos y que se confunden con Mi sangre son por todos los dolores de los hombres del mundo, y por todos los dolores de los hombres de vuestra Patria.

No crean que he elegido este lugar tan lejano en el mundo; no crean que lo he elegido para que aquí siga todo igual.

Después de estos nubarrones y estas tormentas, el sol va aparecer, se los aseguro.

Las cosas no pueden darse de un día para otro, pero les aseguro que tengo especialmente en cuenta esta Patria.

Por los méritos de todos los Santos que han transitado y transitan por estas tierras, y por todos los hombres derramaré infinitas bendiciones.

No puedo Yo venir a este lugar tan lejano para que todo siga igual.

Alguna vez tiene que terminar el dolor para estos hijos Argentinos que nunca encontraron la salida para nada, nunca la encontraron desde hace quinientos años; que es mucho tiempo, mucho tiempo.

Tengan esperanza, tengan esperanza por vosotros, por todos ustedes, por haber venido aquí a compartir Mi dolor y el olor de Mi sangre.

En este momento, muevan la lengua, los labios y sentirán el gusto de la Sangre del Hijo de Dios y Dios mismo, sientan en este momento el gusto de la sangre.

Esa Sangre junto a vuestra saliva llegará a vuestro interior y sanará todo y empezarán a solucionarse los problemas así como cuando empieza a haber claridad sobre algo.

Nadie cuando enciende una lámpara es para ponerla debajo de la cama, sino para ponerla bien alto para que alumbre a todos y desde la torre más alta del Templo, que pronto empezará a construirse, esa Luz será el símbolo de la Luz del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que permanecerá siempre con ustedes y con todos los hombres de todas las latitudes que llegarán a este lugar a encontrar la Misericordia del Señor, les prometo a todos Mi Misericordia en abundancia con una enorme abundancia, junto a Mi Mamá, ella también los ama tiernamente.

Ahora, permanezcan un momento en silencio y que cada uno me diga lo que quiera, dentro de tres minutos ya no me verán ……

Amén.