Mensaje del 14 de Marzo de 2002

Habla Artemio:

Jesús, está como Jesús de la Misericordia, está el Cardenal Pironio, Emiliano Tardiff, Santa Faustina, La Madre Teresa, Santa Teresita de Liseux, está La Virgen, el Padre Pío, San Benito, hay muchos familiares de todos.

Bueno, te escuchamos Señor.

Dice Jesús

Quien quiere estar en la luz, que se acerque a Mí.
Quienes están dolidos y angustiados Yo tengo mi regazo para cobijarlos.
Quienes tienen penas dénmelas a Mí.

Con Mi Misericordia les daré todas las gracias que ustedes necesitan para ser felices, entendiendo lo que puede llamarse felicidad sobre la tierra.

Estamos caminando hacia el viernes Santo y hacia la Pascua de Resurrección. Los hombres en general toman estos días de conmemoración con la misma naturalidad que se toma cualquier día. Yo me pregunto: ¿Cuántos?, ¿cuántos han pensado que de todas estas heridas que hay en mi cuerpo que todavía derraman sangre, cuántos piensan que esta sangre la estoy derramando por cada una de las personas que habitan sobre la tierra; que habitaron y que habitarán?. Porque mi sacrificio no termina nunca hasta el final de los tiempos.

Algunos hombres no me tienen en cuenta y otros que deberían hacer algo para que esos hombres me tuvieran en cuenta hacen muy poco y nada. Todo se reduce a simples formalismos donde, lo esencial queda a un costado.

Pero tiene que haber algo que les diga a los seres humanos que todo ese trabajo diario, todo ese esfuerzo cotidiano, todo ese renegar con la vida, con los hijos, con la familia, es una forma tremenda también de llevar la cruz a cuestas. Pero sufren solos y si sufren solos, Mi redención no tiene valor. Tienen que poner sobre Mi regazo todas vuestras penas, todas vuestras alegrías; todos lo que ustedes tengan para que Yo lo queme con el fuego de Mi amor.

¿Pueden decirme acaso que Yo no he sufrido y que no estoy sufriendo? Entonces pongan vuestro sufrimiento junto a los Míos que tengo muchos deseos de darles todo lo que necesitan para ser felices.

Vengan a Mí todos aquellos, los que están cansados y tristes que Yo los aliviaré.

Usen de Mi Misericordia, cúbranse todos los días con Mi sangre preciosísima, refúgiense bajo el manto de Mi Madre o el Mío y después no tengan miedo a nada.

Todo se soluciona, todo de una u otra forma tiene una salida, es cuestión que me ofrezcan a Mí todas las cosas; ofrézcanmelas.

Estoy ansioso de tener sobre Mis espaldas las cosas o los problemas que a ustedes los agobian, descarguen sobre Mi todo. Refúgiense en mi corazón y como les digo siempre por las noches: recuéstense sobre mis llagas y piensen que Mi sangre se comunica con la de ustedes y en consecuencia Yo llevaré la sanación a todo vuestro cuerpo, a toda vuestra alma para que de esa forma empiecen una vida diferente, distinta. No dejen de apelar a Mi amor que es tanto que alcanza para todos.

¿Qué les pido a cambio? Nada, nada, solamente necesito que me den todo aquello que les hace doler. Los amo hoy, los amo mañana y los amo pasado y los amo siempre.

Dice Nuestra Madre, la Virgen María:

Yo tengo un manto grande que se multiplica en miles de mantos, cúbranse con él, que es decir entren dentro de Mi dimensión. O si les gusta pidan que la llama que sale de Mi Inmaculado Corazón los envuelva siempre a ustedes y a todos aquéllos que tienen tantos problemas y tantas cosas. Yo soy una Madre y lo entiendo todo. ¿Por qué no me piden todo lo que necesitan? ¿Por qué no me dicen: Madre, todo esto te lo doy para que lo purifiques y me lo devuelvas, y sino quédate vos con ello.

Es tan grande Mi manto pero más grande aún es la llama de amor que sale de Mi Corazón Inmaculado.

Déjense envolver de la llama de amor.

Amén.