Mensaje del 24 de Septiembre de 2002

Habla Artemio:

¿De dónde vendrás Señor?, que da la impresión de que has llorado y que las lágrimas pasan por el rostro lleno de tierra, porque te dejaron la marca. Me dejaste un poco Señor la imagen del Hijo de Dios y Dios mismo, sucio, rotoso, sangrando, la ropa pegada a la piel, pero no por transpiración sino por la linfa que hace que se pegue sobre el hombro, los cabellos llenos de tierra Señor. Ya sé, ya sé, vos estás vivo entre nosotros y eso que me estas mostrando es una imagen, pero esa es la imagen que yo debo observar porque si somos hechos a tu imagen y semejanza, entonces nuestra semejanza con la tuya es de lo que estamos viendo.

No es el Jesús que viene con gran poder y gloria como será el fin de los tiempos, es el Jesús doliente... (se dio vuelta la cinta)..., que ha llorado y que las lágrimas al pasar por el rostro lleno de tierra le ha dejado las marcas. Claro, este Jesús es el que no quieren ver, no tenés ropas lujosas, estás sucios, justamente sos la antítesis, sos la antítesis Señor del triunfo, cualquiera diría que sos el antihéroe, pero este es el Jesús que comprende, que entiende, que perdona, que ama, sino tu Papá no se hubiera molestado en hacerte tomar cuerpo en la panza de María y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, ¿para que?, habitó entre nosotros para darnos esa imagen Señor, la imagen doliente, la imagen doliente de toda la humanidad. Porque no nos engañemos Señor, incluso detrás de los ropajes muy finos, habrá montones de corazones que sollozan por un poco de afecto ¿no?.

Pero para qué voy a seguir hablando yo Señor, si el que tiene la palabra, el que viene a traer el Mensaje sos vos.

Dice Jesús:

Te dije en una oportunidad, que no sé dónde terminaba Yo y dónde comenzabas vos, por eso podes seguir hablando, porque Yo estoy hablando a través tuyo ¿no?, ¿no crees que todo lo que dijiste, lo dije Yo?, ¿por qué?, porque Yo todo lo puedo, porque... no, no, no, porque te lo dije una vez y te lo repito otras, no sé dónde terminas vos y dónde comienzo Yo, ó donde termino Yo y comenzás vos. Pero esto no es un privilegio tuyo, debería ser la posición de todos.

Bienaventurados aquellos que pueden comprender el significado hasta de una lágrima pintada; bienaventurado cada uno de ustedes, porque están aquí conmigo, lo cual agradezco.

Hoy vieron un montón de movimientos de personas que iban y venían y para el ojo común es posible que, para el ojo común es posible que hasta uno piense que todo eso no tiene sentido, que detrás de eso hay nada más que una simple figuración, o ir a un lugar para pasar un rato distinto, o divertirse de alguna manera. No piensen así, son todos hijos Míos y cada uno responde en la medida que pueda responder, si alguien no comprende más que para tanto, qué podemos pedir. Ustedes han visto montones de rostros y de esos montones de rostros ¿no es verdad que la mayoría, parecían no llegar a tener la comprensión que debe tener una persona? ¿no?, entonces cuando Yo te digo: no analices, no analices, me estoy refiriendo a eso. Si más del sesenta por ciento de la población, si más del sesenta por ciento de la población no tiene las facultades totales que debe tener una persona, ¿no creen que Yo debo ubicarme y buscar medidas especiales para cada uno?. Es decir, todo lo que se puede ver del mundo, es posible que ustedes lo miren desde un ángulo pero Yo lo miro totalmente desde otro, ¿qué puedo pedir Yo a alguien que nació programado?, programado ya de varias generaciones, programado ¿para qué?, para vivir instintivamente y a penas, luchar si es posible por alguna necesidad elemental, tener el poquito de placer o alegría que puede darle, no sus afectos, sino simplemente su sexo, que ni siquiera puede compararse al de los animales porque en los animales está todo ordenado en general, pero en ellos no y ¿quién se atrevería a reprochárselas?, sin embargo algunos de ellos cuando hoy fueron a confesarse, tal vez sin saber ni qué es la Confesión, ni qué es la Comunión, ni la Misa ni nada, tal vez recibieron la reprimenda porque hacía mucho tiempo que… que nada.

Claro, vos me dijiste que Yo llegué con el rostro donde se veían marcadas Mis lágrimas. ¿Querés que me ría o permanezca inconmovible ante tanto dolor como hay en el mundo?, y pensar que algunos hablan del fin, ese fin solo vendrá cuando todos los hombres, con sus facultades plenas de persona humana, puedan comprender Mi palabra. Es posible que falten milenios, es posible, pero si Yo estoy aquí, hablando siempre de acuerdo a quién me está escuchando, porque no todos los días puedo hablar de la misma manera, no puedo agregar una pena más al que tiene tantas, entonces en ustedes existe la comprensión de esto y cuando estas palabras, ahora, dentro de cinco, diez, cincuenta, cien, doscientos, quinientos años, sean leídas, para aquellos que realmente tienen todo en sus manos, es decir lo que comúnmente llaman: tener la manija, hasta que todos ellos se enteren o se den por enterado.

Entonces, ustedes deben entender esto: disfruten mientras tanto de lo que tienen entre manos ¿verdad?, pero participen conmigo de ese mundo donde todos puedan decir realmente su palabra, pero su palabra consciente que le viene justamente de la plena vigencia de las facultades esenciales de la persona humana, el mientras tanto, sí, mientras tanto sufrimos juntos esperando eso, pero es un sufrimiento alegre Mis queridos, ¿por qué?, porque en este momento ustedes están dando lugar en vuestro corazón a todo lo que Yo estoy diciendo, no solamente respiran el aire que Yo respiro y todos los Santos que están acá y Mi Mamá, no, no solamente el aire que ellos respiran y que Yo respiro, sino que están participando de estas ideas como una expresión de deseo, para que algún día realmente sea así, pero vuelvo al mientras tanto, mientras tanto en ustedes tiene vigencia ese mundo, tiene plena vigencia, Mi rostro lleno de tierra, surcado de lágrimas secas, para ustedes tiene un sentido.

Ustedes lo han comprendido perfectamente, por eso están acá, acompañándome; ¿importa un día, un año, diez, veinte, cien, siglos?, no importan, toda palabra del Señor prevalecerá; ¿dentro de cuánto tiempo?, tal vez mañana, tal vez dentro de cinco siglos, ¿importa para el caso?, pero para aquél que entendió que al comienzo llamé: bienaventurados, en vuestra alma ya tiene vigencia y eso es lo que importa, eso es lo que importa, este mientras tanto, arreglados estaríamos, muy arreglados estaríamos si todos los Hijos de la Luz tuvieran que esperar milenios para ver lo que quieren ver. Los Hijos de la Luz ya ven a la Luz de Mi lámpara, que es también la de ustedes, ya ven ese mundo que Yo quiero para los hombres, ese mundo que Mi Papá soñó y que lo concretó haciéndome tomar carne en el cuerpo de María y habité entre los hombres y con Mi sangre fui pagando todas las deudas y sigo pagando todas las deudas, todos los días.

Por eso, vuelvo a repetir: bienaventurados, es decir felices, porque puedo hablar con ustedes de igual a igual. Ustedes dirán: ¿tanto?, Mis queridos, ¿no fueron creados a Mi imagen y semejanza?, segundo ¿no están aquí, conmigo? y además, ¿no les dije acaso que son Hijos de la Luz?, ¿todo esto que reflexionamos hoy es para que se entristezcan, se pongan mal?, no, vuelvan a sus hogares con la convicción tremenda de que los amo, de que Mi Padre y el Espíritu Santo los ama, de que Mi Madre los ama y que en este mientras tanto, aunque sea con una expresión de deseos, están haciendo Mi voluntad.

Hace falta recalcar Mis queridos cuánto los amo, hace falta repetirlo.

Amén.