Mensaje del 17 de Mayo de 2002

Dice Jesús:

Ustedes recién dijeron: Jesús Hijo de David, ten piedad de mí, y Yo les pregunto: ¿qué quieren que haga por ustedes?, y ustedes con todo vuestro corazón en silencio me dicen, que quieren que haga por ustedes.

Yo Soy el Señor de la Misericordia, Soy el pan bajado del cielo, me tienen a vuestro alcance con estirar la mano nada más, pero me tienen todos los domingos y cada día de la semana también en la Sagrada Forma para que puedan comerme, para que entre plenamente en ustedes.

Ustedes se preguntarán: ¿qué palabras tiene el Hijo de Dios y Dios mismo para alguien que está triste, para alguien que está enfermo, qué palabras tiene?. Tengo las mismas palabras que puede tener un hijo al que su madre ve enfermo, las mismas palabras de un amigo que te pone un brazo sobre el hombre y te dice: descargate, acaso no les dije Yo: todos aquellos que estén angustiados, que llevan una pesada carga, que están mal, vengan, díganmelo a Mí que Yo los aliviaré y Yo los sanaré, porque así como me interesa que millones de hombres tengan que comer esta noche, así también me interesa que tu dolor pequeño o grande, que tu pena pequeña o grande, que tu enfermedad, se resuelvan, es decir en Mi mente están todos los problemas y todo lo que hay desordenado en el mundo, está en Mi mente y Mi deseo ferviente es ordenar, ¿acaso la salud no es orden dentro del cuerpo o dentro del alma?, pero tenés que hacer algo; todo lo que te pase pequeño o grande tenés que dármelo a Mí, tenés que ofrecérmelo a Mí, tenés que entregármelo a Mí y cuando alguien da algo ya no lo tiene, diciendo simplemente: Jesús, me pasa esto saname Señor, Jesús quiero que alguien cambie su vida porque así no funciona, pues bien, tomaremos partido por alguien que su vida no funciona; es decir no hay que usar tantas palabras difíciles ni nada por el estilo, directamente: Jesús, me hace falta esto, ¿y Yo que te voy a pedir?, nada, te doy todo lo que necesites a cambio de nada.

Si los hombres de todo el mundo entendieran con cuantas ansias estoy esperando que abran su corazón y me digan todo lo que tienen que decirme y me dejen entrar en él, todo cambiaría, pero en la mayoría soy un extraño, la mayoría no me nombra en público por temor o vergüenza, la mayoría jamás pensó que Yo voy delante, detrás, a la derecha y a la izquierda, siempre acompañando y estoy a las puertas de su casa esperando que me la abran.

Algunos dicen, pero eso ya lo hice, Mi querido ¿cómo lo hiciste?, de la boca para afuera, no un acto tierno de tú corazón que me dijo: necesito esto, dámelo.

Como siempre les digo, Soy un Padre, un Amigo, un Hermano, un Hijo, Soy lo que ustedes quieran que Yo sea, pero para eso déjenme entrar a vuestra casa, es decir a vuestro corazón, porque Yo tengo una tremenda necesidad de amarlos. Yo estoy bien, estoy completo, estoy en plenitud cuando vos me permitís o me dejas que te ame, para eso es muy simple hay que quedarse desnudito como cuando uno vino al mundo ¿no?, es decir desnudito de orgullo, de soberbia, de egoísmo, de todas esas cosas, hacerse así como un pequeño y entregarse, sino no hay posibilidades de entrar. Sepan que los amo mucho. Sepan que ante el grito desesperado de: Jesús, Hijo de David, ten piedad de mi, lo he escuchado.

Ahora pueden ir en paz, porque Yo iré con cada uno de ustedes.

Amén.