Piensen en esto cuando estén a solas: tan grande es el amor que el Señor lo expandió y lo expande sobre todo lo creado y eso no lo entiende el hombre, no alcanza a entenderlo, lo vislumbra nada más, apenas si lo vislumbra, el hombre como persona sabe que su amor es chiquitito, es limitado, entonces no puede hacerse la idea de un amor sin límites, no puede hacerse esa idea porque la mente humana es limitada, el corazón del hombre es limitado. Mensaje del 30 de Junio de 2001
Habla Artemio:
Señor Jesús, estás aquí ante nosotros y estás en nosotros porque somos todos templo de la Santísima Trinidad, que privilegio Señor tenerte con nosotros y no solamente a vos Señor sino a tu Mamá y a todos, a muchos Santos y familiares nuestros que ya están del otro lado, pero que están siempre con nosotros.
Que hermoso Señor es tenerte así tan cerquita, por eso Yo quiero darte gracias Señor por todo, te quiero dar gracias por la sangre que corre en mis venas, por mi corazón que late, te quiero dar gracias porque puedo pensar, porque puedo sentir, porque puedo tocar a mi hermano, te doy gracias Señor porque sos mi Padre y eso lo resume todo y también Señor porque nos diste una Madre como la tuya que también está siempre con nosotros, te damos gracias Señor, aunque la palabra gracias esté tan gastada pero nosotros delante tuyo la llenamos de un contenido nuevo, Señor, nosotros podemos respirar tu aliento y el aliento de tantos Santos que hay acá dentro y eso es como una garantía de que estamos respirando santidad.
Señor, que maravilla es tenerte cerca, siempre te tenemos cerca Señor pero es un privilegio para nosotros tenerte aquí, ver tu habito medio raído, los pies sucios y con sangre, las manos de la misma forma, cuidadas pero muy sucias y con hilillos de sangre que van por los dedos. Señor, es preferible no tomar conciencia de que te tenemos acá porque no, primero no podríamos entenderlo y segundo si lo entendiéramos tal vez nuestras facultades mentales se alterarían, porque no sos cualquiera Señor, sos el Hijo de Dios y Dios también, milenios y milenios y milenios están aquí sentados en esa mecedora, porque vos estabas en el Corazón del Padre siempre, la Trinidad estuvo siempre, milenios sentado delante nuestro, milenios y seguramente Señor en todos esos milenios nos habrás tenido en cuenta, Señor, si vos lo hacés es porque te merecemos, pero cualquiera diría: pero ¿cómo, nosotros?, sí, nosotros.
Cuando pasen los años y todo esto se conozca más en todo el mundo pensarán en nosotros y dirán: dichosos aquellos que pudieron respirar el mismo aliento del Señor, de su Madre, de los Santos, dichosas esas personas que pudieron estar tan cerca de Él y pensarán en nosotros como seres privilegiados y darían no sé qué, hasta su propia vida, para poder estar aquí donde estamos nosotros sentados observándote Señor, porque quien no te ve te siente Señor, quien no te siente te percibe y si no percibe tu perfume, percibe, percibe tu presencia de alguna manera en perfume, los seres humanos tenemos esa facultad especial para percibir algo, aunque no lo veamos totalmente o lo veamos poco, pero aquí hay muchas personas que si bien no te ven totalmente te ven, te ven, te ven y eso no es solamente acá Señor sino algunos de nuestros hermanos que hoy no están aquí presentes hemos cotejado a ver la ropa que tenías puesta, las cosas que usabas, etc., etc., para ver si era una ilusión óptica o si realmente, muchas veces lo hemos hecho eso, muchas veces.
Además Señor no hace falta sentir que estás sentado ahí frente a nosotros sino saber que te tenemos en nuestro corazón y que esa paz que nos invade, ese estado especial que nos invade evidentemente es obra tuya Señor o esa gente que estuvo esta tarde Señor que es como si hubiera aprendido a sonreír de nuevo porque percibió tu presencia Señor, Yo siento que algo pasa acá dentro dijo la mujer enferma, yo siento acá dentro que algo pasa, yo siento que acá dentro algo me está invadiendo, yo siento de que ya no puedo estar triste porque yo siento que algo me está invadiendo, está invadiendo mi cuerpo y decía: y dejé las drogas y dejé todo porque pensé: si Jesús no me sana nadie me puede sanar.
Es decir, Señor, vos estás así visible en este momento pero estás siempre, estás siempre, horas enteras te pasás aquí sentado, Yo no alcanzo a entender eso Señor, que te entusiasme estar acá dentro sentado solo, a veces llego y vos estás sentado ahí, no me decís nada, yo no te digo nada, pero nos decimos todo.
Señor, que paradoja tremenda que no se puede entender, a lo mejor personas que están a pocos metros y a lo mejor están rezando con toda su alma para tener un poquito de vos no puede acostumbrarse a estar en tu presencia Señor, yo en el fondo he comprendido que tienen miedo Señor, tienen miedo de enfrentarte, tienen miedo de que vos le eches en cara las cosas que no están bien dentro de su ser y vos ni tenés pensado en eso, porque antes que lo hicieran ya lo conocías y antes de que naciera ya los amabas pero aquellos que no se atreven a sentarse acá es porque tienen miedo, ¿de qué?, que pena, miedo de la Misericordia tuya Señor, miedo de tu amor Señor.
Cuando el otro día me tomaste la mano un momento y me acariciaste los nudillos de la artrosis y el dedo torcido y todo, que tersura tienen tus manos Señor, a pesar que tocan todos los hombres de la Tierra, que tersura había en tus manos Señor, que tibieza había en tus manos, esa tibieza Señor bastaría para justificar una vida entera, sentí la tibieza de Jesús en Mi mano, sería suficiente para justificar una vida, más que suficiente para justificar una vida, respirar el aire que vos respirás, sentir sobre nosotros toda la fuerza que vos emitís, aunque hoy no estás como Jesús de la Misericordia pero de tu Sagrado Corazón salen rayos que inciden en todas las personas que están presentes, incluso en algunas que no están presentes y están presentes en nuestro corazón, porque vos sos así Señor, sos un derrochón, perdóname que te diga así, sos un derrochón, porque tu gusto es derrochar Misericordia Señor, desde el punto de vista humano Señor uno piensa: si la persona es buena, bueno, está bien, pero cuando alguien es maldito y vos te empeñás en cubrirlo con tu Misericordia Señor, a los ojos humanos sos un derrochón Señor, Gloria, Gloria por ser un derrochón Señor, es decir, teniendo en cuenta el alcance del término derrochar.
Por eso Señor, en vez de dejarte hablar a vos hablé yo y Señor queremos escuchar tu palabra ahora.
Dice Jesús:
Desde el fondo de los tiempos ya en el Corazón de Mi Padre los amaba, podés cerrar los ojos.
Desde el fondo de los tiempos, les repito para que se acuerden siempre, ya en el Corazón de Mi Padre los amaba y ustedes dirán: ¿por qué?, vamos a entenderlo con la palabra que vos dijiste antes, tanto Mi Padre como Yo y el Espíritu Santo somos unos derrochones, es cierto, encaja todo en la situación, aunque se podría usar otra palabra pero los humanos usan esa y ustedes se preguntarán: qué tengo yo para que la Trinidad ya me amara al comienzo de los milenios, sos una creatura del Señor, por más que tengas toda tu libertad y todo libre arbitrio pero estaba todo establecido ya en el Corazón del Padre.
El problema del amor de Dios, el problema de la Misericordia nunca fue entendido, se barruntó algo, se barrunta algo del amor de la Misericordia y para decirlo con términos metafísicos, todo aquél que tiene el amor no lo almacena para sí sino que lo expande, qué es la Creación sino la expansión del amor del Señor.
Piensen en esto cuando estén a solas: tan grande es el amor que el Señor lo expandió y lo expande sobre todo lo creado y eso no lo entiende el hombre, no alcanza a entenderlo, lo vislumbra nada más, apenas si lo vislumbra, el hombre como persona sabe que su amor es chiquitito, es limitado, entonces no puede hacerse la idea de un amor sin límites, no puede hacerse esa idea porque la mente humana es limitada, el corazón del hombre es limitado, entonces no puede caber en el continente todo el contenido y los grandes místicos, en sus momentos de mayor plenitud pudieron, apenas lo vislumbraron y ¿saben Mis queridos, saben ustedes que todo eso les espera?, todo, ¿ustedes, alguna vez pasó por su mente lo que es ver el amor en su totalidad para siempre?, allí estaría la diferencia a veces entre un ser y el otro, diferencia que ustedes tampoco saben establecer, pero sépanlo, sépanlo que verán tanto como el deseo de ver tanto, quien desea ver poquito verá poquito, porque a veces algunos confunden humildad con otra cosa pero quien ansía ver, ver para siempre todo lo verá.
Se han puesto a pensar un poco en un ser que no les pide nada a cambio y les está prometiendo ese amor para siempre, ¿qué les pido a cambio Mis queridos?, ¿qué les pido a cambio?, es tan poquito que ni se nota porque incluso todos los movimientos de vuestros corazones están movidos por Mi, siempre respeto vuestra libertad, claro que sí. En algún momento del día o cuando se van a acostar por la noche piensen un poquito en lo que es ver al Señor, a la Trinidad para siempre, figúrense aquellos que han vivido solamente un día de amor o un momento de amor, nada más y de repente alguien delante les dice: les prometo el amor para siempre y en su totalidad, ¿quién puede negarse a semejante oferta?.
Por eso, cuando el miércoles les dije: no ser obstáculo para llegar al amor del Señor debe entenderse eso, como no interponerse para que todos puedan y todos pueden Mis queridos, porque el Ángel que la Trinidad les pone a cada uno cuando son engendrados, ese Ángel los cuida para siempre pero al mismo tiempo está mirando siempre la cara del Padre y su amor eterno, pídanle a vuestro Ángel que el día de mañana puedan estar con Él ante el amor eterno, ¿a cambio de qué Mis queridos?, a cambio de nada.
Cuánta es la grandeza de la Misericordia, quien llegase a entender la grandeza de la Misericordia deja en este mismo momento todo, absolutamente todo y empieza a gritar a todos quien quiera escuchar: yo sé de un tesoro pero no está escondido, está al alcance de todos y es la Misericordia del Señor, posiblemente quien entendiera enloquecería y ya nadie le creería, como le pasó a muchos místicos que tuvieron que luchar tanto con los hombres que no los entendieron y sufrieron horrores, ¿qué querían hacer ellos?, querían decirles a los demás: fíjense, fíjense en el tesoro que está al alcance de la mano de todos, ¿cuál sería el secreto para alcanzarlo?, ¿cuál Mis queridos sería el secreto para … (se dio vuelta la cinta)…, ¿cuál sería Mis queridos el secreto para alcanzar el tesoro de los tesoros de los tesoros?, ¿cuál es el secreto?, desear alcanzarlo y decir simplemente: Señor, yo no tengo ni la más mínima idea de lo que es el tesoro del que me hablás pero sé que es grande, grande y yo quiero participar de ese tesoro, no sé cómo pensarlo, no sé cómo alcanzarlo, no sé qué debo hacer y digan: guiame Señor para alcanzar el tesoro, dame Señor la hoja de ruta para alcanzar el tesoro, es tan poco lo que te pido Mi querido, nada, todo a cambio de nada, todo a cambio de nada.
Esto lo insinué muchas veces en los Mensajes a Santa Faustina pero no lo entendieron, no lo entendieron, no sé si será porque el mundo brilla demasiado, algunas cosas del mundo brillan demasiado que no se alcanza a entender algo de lo que quise decir, algo siquiera.
Que no se repita más esto, ahora están en otras condiciones para vislumbrar ustedes también el tesoro, digo tesoro porque es una palabra familiar para ustedes pero no hay palabras para significar todo lo que es la Bienaventuranza Eterna, no, no hay, si lo hubiera no se podría llenar de contenido.
¿Por qué les hablo todas estas cosas hoy a ustedes?, ¿por qué les estoy diciendo todo esto a ustedes?, ¿por qué?, ¿por qué les estoy diciendo a ustedes hoy todas estas verdades maravillosas?, porque son Mis hijos queridos, son Mis hijos que Yo amo tiernamente y que les aseguro que por vuestra constancia en esperarme en todos estos años sin cansarse nunca, sin poner cara fea nunca, siempre con ese regocijo: vendrá el Señor hoy, traerá su Mensaje el Señor hoy?, tendrá, tendrá este día la suerte de un Mensaje más el Señor, Yo les prometo a todos ustedes ese tesoro, pero no como algo lejano y allá al fondo de la historia de vuestras vidas, no Mis queridos, el tesoro que Yo les estoy ofreciendo ya lo están disfrutando, quien quiere ya lo está disfrutando, cada uno a su manera, cada uno de una forma diferente, cada uno de la manera que el Señor les está dando en este momento, tal vez en un dolor grande o tal vez en una alegría grande, pero esto es todavía aquí en la Tierra Mis queridos, cuando estén delante de la Trinidad ya no habrá más dolor. Si el dolor es lo que atormenta tanto a los hombres por qué no salen a las calles y les dicen: nosotros tenemos la fórmula definitiva para evitar el dolor y darle al dolor el sentido que debe tener, porque Yo quiero llegar al gran tesoro que me espera pero no al final de Mis días, el gran tesoro que me espera ya en este momento, cuando le doy entrada al Señor en mi corazón.
Es tan fácil Mis queridos abrir la puerta y decir: entrá Señor y no te vayas nunca más, nunca más, aunque yo esté mal, aunque yo esté no sé como pero no te vayas nunca más porque es lo más grande que tengo Señor.
Amén.