Mensaje del 27 de Abril de 2000

Habla Artemio:

Hoy es 27 de Abril del 00.

Dice Jesús:

Entre Mi Padre que es la ley y el hombre estoy Yo, que soy la Misericordia.

Te pido que hagas Mías las palabras que te hice señalar en la Segunda Carta a Timoteo: “el que nos salvó y nos llamó destinándonos a ser santos. No en consideración a lo bueno que hubiéramos hecho nosotros, sino porque éste fue su propósito. Ésta fue la gracia de Dios que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad y ahora llegó a efecto con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Señor. Él destruyó la muerte. Hizo resplandecer la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio, del que fui establecido como predicador, apóstol y maestro”.

Estas palabras que acabás de leer hacé de cuenta que las pronunciaste vos y tomá en serio esto de predicador, apóstol y maestro, en tu lugar, en tu dimensión de acuerdo a lo que Yo te diga.

“Tu, hijo, fortalécete con la alegría que tendrás en Cristo Jesús, lo que aprendiste de Mí confirmado por numerosos testigos confíalo a los hombres que merezcan confianza. Capaces de instruir después a otros. Soporta los sufrimientos como un buen soldado de Cristo Jesús”.

Además, propongo hoy pensar en esto: “Si hemos muerto con Él, con Él también viviremos. Si sufrimos pacientemente con Él también reinaremos con Él. Si lo negamos, Él también nos negará. Si somos infieles Él permanece fiel, porque no puede desmentirse a sí mismo”.

Todo esto que acabo de decirles es para que reflexionen, tengan en cuenta cada una de estas palabras y auxiliados por el Espíritu Santo lleguen hasta las últimas consecuencias de todo lo que se acaba de decir.

Muchas veces veo que hay en muchos hombres, por un lado un sentido de la prudencia totalmente exagerado, un hombre prudente no por eso debe ser pusilánime y otros que por defenderme demasiado quitan Mi esencia, quitan Mi esencia, desfiguran Mi rostro y me hacen aparecer de una manera de acuerdo a como ellos les conviene y lo peor es que dicen estar inspirados por el Espíritu Santo y peor aún, lo hacen en nombre del Señor.

Que estas cosas no vuelvan a pasar, que todo esto sea tenido en cuenta para que no se repita.

Dice Nuestra Señora:

Cuando el otro día hablé y dije todo lo que dije les causó admiración a ustedes la forma en que lo dije, por qué Yo debo usar siempre una forma, por qué debo tener siempre los ojos perdidos hacia arriba con las manos juntas y en señal de beatitud.

Es así que me ven tan inalcanzable, tan difícil, tan extraña, tan lejana, nadie se acuerda de Mi humanidad, todo aquél que lo hace le está presentando a los hombres la más hermosa imagen de la realidad, en el sentido de que al no ser inaccesible fácilmente me pueden adoptar como Madre sin ningún temor, como normalmente no se le teme a la Madre, eso Yo quiero que hagan, que me adopten como Madre porque Yo quiero adoptarlos como hijos. Cualquiera diría: ¿por qué le buscan tantas vueltas al asunto si no las tiene?, ¿por qué buscar excepciones?, el amor de una madre es amor de una madre y el de un hijo es de un hijo y no hay más vueltas que darles. Claro, si nosotros queremos vamos a encontrar siempre anormalidades.

Quiero ser vuestra Madre y no tengo dudas que ustedes quieren ser Mis hijos.
En estos días pasó varias veces por tu mente un pensamiento: ¿están próximos a terminar los Mensajes?, no, y pensar que los temas van a ser escasos de aquí en más tampoco. No en cuanto a tiempo sino en cuanto a cosas esenciales parecería que todavía no empezamos, parecería, parecería.

Quiero ser vuestra Madre, déjenme serlo y quiero que ustedes sean Mis hijos, ¿podrán negarse al pedido de una Madre?.

Dice la Beata Faustina:

De qué otra cosa puedo hablarles si no es de la Misericordia de Jesús.

Alguien lo conoce y también alguien leyó por ahí sobre todas las cosas que me ocurrieron cuando yo quería ser religiosa, todos los sin sabores que tuve que pasar, la mayor parte del tratamiento que me dieron no fue justamente muy misericordioso que digamos. No me estoy quejando, solamente conviene decir en estos momentos en que todos esperan el domingo para saludarme como Santa de la Iglesia Católica.

Yo les propongo mis queridos una cosa para que tengan muy en cuenta hoy y siempre, qué pasaría si de repente las personas que obstaculizaron tanto lo que yo quería hacer, de repente tuvieran o sintieran culpa por todo eso, por supuesto que cumplían con órdenes, con reglas, con reglamentos, con todo y ese aparato tan ordenado y en apariencia eficaz con que se maneja la mayoría.
Cuidado mis queridos, yo con el nombre de otra persona puedo golpear a vuestra puerta y pueden tratarme como a mí.

Esta pobre mujer que Jesús la elige para decirles Mensajes o darles Mensajes realmente maravillosos y de una profundidad y una dimensión tan grande que todavía los hombres apenas si se están asomando a su grandeza. ¿Quiero decir entonces que en todos está la posibilidad de que el Señor obre prodigios en ellos?… (se dio vuelta la cinta)….

Si mis queridos, nunca descarten esa idea, el drama existe cuando uno quiere que los demás se acomoden a lo que nuestra mente piensa sobre algo, y como cada ser es único, eso no ocurre jamás.

Entonces en estos días antes de mi canonización por obra de su santidad el Papa piensen en esto que les digo hoy: esto está dirigido a todos los hombres del mundo, están preparados por el Espíritu Santo, porque ustedes lo pidieron para “darse cuenta” entre comillas, para poder descubrir quien golpea a vuestra puerta, lo lógico razonando es que se tenga sumo cuidado en todo pero uno puede tener cuidado pero también tiene que tener en cuenta lo que ya tantas, cientos de veces repitieron: que el Espíritu sopla donde quiere, que saben los hombres en qué lugar está soplando el Espíritu. Por eso, cada ser humano debe ser para todos o deben ver en el rostro de cada ser humano, deben ver en cada rostro que esté delante de ustedes o a la distancia la posibilidad de que el Señor tenga con ese ser un proyecto muy grande.

Todo ocurre porque el Señor lo permite, es cierto, pero Él puso al alcance de los hombres todo para que pudieran comprender a sus hermanos, entonces qué pasa en el mundo mis queridos que son tan reacios a ver el rostro del amor, a ver el rostro de Jesús en cada hermano que se para delante de ustedes, qué pasa mis queridos, hombres y mujeres de todas las latitudes, qué pasa en ustedes que son tan reacios para mirar el rostro de Jesús en el rostro del hermano.

¿Estoy yo haciendo una apología de todo lo contrario a la prudencia, es decir manejarse por impulsos y por corazonadas?, no, estoy pidiendo que lo que no tenga de sabiduría suficiente en ustedes se la pidan al Señor que se las de.

Es cierto que no todos están en las mismas condiciones, pero el ofrecimiento del Señor es tan grande para que tengan el discernimiento necesario, el ofrecimiento del Señor es tan maravilloso para que tengan la capacidad de ver, pero lo fundamental no es que se trate de descubrir en el ser humano si allí está soplando el Espíritu o no, lo fundamental es ver a cada ser humano como un hermano necesitado. Si no empezamos por todas esas cosas mis queridos no hablemos de Misericordia, ni se nos ocurra.

Amén.