Mensaje del 05 de Marzo de 1999

Habla Artemio:

Desde casi el comienzo de la alabanza Jesús está con nosotros. Señor Jesús te escuchamos, está como Jesús de la Misericordia.

Dice Jesús:

“Bienaventurados los que confían en Mí porque Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien me sigue no andará en tinieblas”.

Los he escuchado hablar antes sobre los evangelistas, sobre Juan y es necesario que diga que aunque en los Evangelios a veces parece que se dicen cosas diferentes pero cada uno expresa lo que se acuerda de lo que pasó, atiendan al mensaje esencial, puede haber alguna palabra de más o de menos, puede haber alguna circunstancia que varía pero el mensaje es uno solo, claro, es cierto, a medida que pasan los tiempos cada época saca rédito en base a la realidad que están viviendo, eso fue siempre a lo largo de la historia y sigue, continúa.

Ahora, además Yo por más que diga en el Evangelio algo tengo que esperar el correr del tiempo para que la enseñanza sea genuina, sea auténtica, sea realmente la verdad. Entonces esto quiere explicar que en muchos libros hay a veces posiciones respecto a Mi, Mi persona, Mi Mensaje y en todo lo que respecta al Señor, hay cosas que parecen contradictorias pero ocurre que así como ustedes se proyectan sobre las palabras que estoy diciendo ahora, porque viven un tiempo y en un espacio determinado y ustedes se proyectan o proyectan la realidad sobre esas palabras, así ocurrió en cada tiempo de la historia.

Por eso, no es cuestión de analizar excesivamente las cosas, quédense con lo esencial, quédense con el mensaje de amor, ¿no les bastaría quedarse con las Bienaventuranzas, con algún que otro ejemplo dentro del Evangelio, alguna Parábola, o bien Hechos de los Apóstoles o bien las Cartas de Pablo?, que cada hombre haya escrito y haya dicho las cosas según la realidad que estaba viviendo hace que a veces pueda alguna cosa resultar algo confusa pero hay que desdibujar los ojos para ver el fondo de la cuestión, porque sino se cree que algo puede no ser verdadero, noo, si ustedes observan los primeros signos del Cristianismo hay cientos y cientos y cientos de interpretaciones distintas de la palabra del Señor, pero no por eso quiere decir que cada uno no haya buscado todo en forma auténtica y además con la seguridad de que lo que estaba haciendo estaba bien, es decir, con buena voluntad y Yo fui testigo de todas esas cosas y le di la mano al tiempo para que se fueran purificando todos esos escritos.

Entiéndanlo esto aquellos doctores que hablan sobre Mí con tanta seguridad o toman posiciones a veces hasta intransigentes, quién está instalado en un país europeo, habiendo nacido en una realidad y viviendo una realidad cómo puede entender en profundidad, por más que haya estado de visita o haya estudiado mucho la realidad de los pueblos americanos, o ustedes que están en América piensen cuánto tiempo les iría para entender la mentalidad de los pueblos nórdicos, no les alcanzaría una vida, entonces que una ley superior del amor hermane todas esas pequeñas diferencias o pequeñas formas decir las cosas que pueden parecer contradictorias.

Mis queridos, la verdad es una y se puede expresar con pocas palabras, por eso ustedes dicen que todo el Evangelio de San Juan puede resumirse en: “Dios amó tanto al hombre que envía a su propio Hijo a la muerte para redimirla, por amor a ese hombre”, bueno. Una verdad así tan lapidaria ¿verdad?, hace que todo el resto sea fácilmente entendible pero hay necesidad de quien piensa todo esto tenga la suficiente apertura, la suficiente humildad, la suficiente profundidad y desapego de sí mismo y de querer hacer prevalecer su idea para que prevalezca las cosas del Señor.

Nunca en ninguna Revelación ni Mi Madre ni Yo hemos dicho lo que Yo estoy diciendo, pero entiéndalo todos los hombres de estos dos milenios, cada vez que gastaron su tiempo en rencillas, intrigas, peleas y otras cosas más estaban haciéndolo en un campo de la mente muy lejano de Mí, si Yo les dije que deben hacerse como niños para entrar en el Reino de los Cielos, piensen cuánto puede razonar con su mente o su corazón un niño o qué verdades son accesibles a un niño, entonces alabamos y valoramos profundamente esas sesudas obras sobre Mí o la Trinidad o lo que sea, pero no por eso nos quedamos con esa posición, que solamente sirve para algunos e incluso entre ellos no llegan totalmente a un acuerdo, cuando ven que la razón se extravía en razonamientos que no llevan a nada bajen hasta el corazón, llénense de todo el amor necesario, de toda la humildad posible y las cosas más tremendas y difíciles las entenderán, aunque no conozcan ni por casualidad nada de teología. Acaso no les dije Yo que privé a los lúcidos e intelectuales de todas las grandes verdades y elegí a los chiquitos, a los pobres y a los ignorantes para revelarles Mis grandes cosas, entonces, es fácil, quién tiene oído para oír que oiga y quien tiene ojos para ver que vea.

Dice María:

Cuánto daño le ha hecho la razón a estos dos milenios de Cristianismo, ya lo dije una vez: si el hombre razonara con su corazón entonces las verdades esenciales aparecerían ante sus ojos con una total nitidez, que en última instancia no hay necesidad de grandes tratados ni grandes libros para seguir con devoción, profundidad y en forma total y definitiva a Mi Hijo.

Si todo lo que dicen quieren fundamentarlo aún más no digo que esté mal, Yo alabo el esfuerzo del hombre por profundizar las cosas pero que eso no les de ni la más mínima autoridad para querer estar sobre y por encima de los otros, cuánto daño han hecho de esta manera, cuánto daño.

Históricamente o en la actualidad que cada uno calce las sandalias que le corresponde calzar.

Dice Madre Teresa:

¿De qué me hubiera servido a mi la teología, o profundizar en exceso el tema de la Santísima Trinidad, o de cómo fue posible la Encarnación del Verbo de una forma virginal?, ¿qué necesidad tenía yo de introducirme en esos grandes razonamientos para poder atender a quien atendía?, lo inmediato, importante, concreto y definitivo era cuánto amaba yo a todos esos seres.

Que esto sirva para ustedes mis queridos, como dicen los místicos: en la tarde serán llamados por el amor, no por todo lo que saben sobre el amor; es decir, no me expliques te dirá el Señor: qué es el amor, Yo quiero saber cuánto amaste sobre la Tierra y no se te preguntará otra cosa, porque allí estará el tesoro, si allí no hay nada, no tenés tesoro para mostrar.

Dice San Martín de Porres:

Exactamente como la Madre Teresa digo esto, cuánto tiempo pierden los hombres y más aún los hombres doctos en las grandes disquisiciones sobre el Señor, sobre Dios, cuánto tiempo pierden. Se han puesto a pensar qué tremendamente simple es la Parábola del Buen Samaritano, ¿por qué querer escribir todo un tratado sobre el amor del Samaritano?, lo que el Señor necesita es que procedas como el Samaritano, no se te pide otra cosa, mejor dicho: nada menos que otra cosa. Cuando leas la Parábola del Buen Samaritano y tus ojos se humedezcan entonces pensá que estás en el buen camino, porque detrás de todas esas palabras hay todo un mundo, tanto el mundo de la humildad como el mundo de la soberbia, tanto el mundo de la comprensión como el mundo del desamor, como el mundo vacío y torpe de aquellos que han olvidado a su hermano para servir a una idea.

Dice San Artemio:

En los primeros tiempos del Cristianismo qué es lo que a Mí me convenció tanto sobre la verdad del Maestro, ver que el amor de ese hombre era capaz de que alguien dejara su familia, su patria, sus cosas y todo y se marchara a ofrecer su vida por ese hombre, Jesús, que tal vez nunca había visto ni había leído mucho sobre él, pero que en la intimidad de su corazón entendía profundamente donde estaba la verdad. ¿Qué creen mis hermanos que a mi me convenció?, ¿qué creen mis hermanos que me llevó incluso a ofrendar mi vida en aras de lo que pensaba y amaba?, ¿qué creen hermanos que fue, alguna carta, algún tratado sobre el amor de Dios o el amor de Dios en forma concreta que vi en los seres?, un amor que nunca a lo largo de la historia pudo verse, ese amor que quebró a la historia en dos partes y ya el hombre no fue lo mismo desde la aparición de ese amor, porque todo se fue transformando en base a ello y lo que no se transformó aún está como esperando turno para hacerlo.

Habla Artemio:

Hoy también quiere hablar la Beata Faustina.

Dice la Beata Faustina:

Ustedes no imaginan por más que lean en forma muy detallada mis escritos, mi diario sobre Jesús y su Misericordia, ustedes ni remotamente se imaginan cuánto tuve que luchar yo para que no entendieran de qué hablaba sino al menos me dieran un pequeñito lugar debajo del sol para poder vivir y decir lo que decía mi Dios y mi todo.

Las reacciones que despertó mi concepto, el concepto que Jesús me dio sobre la Misericordia y llamando a vivir en la Misericordia, en la era de la Misericordia mi vida fue un sufrimiento constante porque los hombres, tanto los doctos y los indoctos, nadie me aceptaba lo que yo decía y cuando no pudieron ya desmentir lo que yo decía se pusieron a hablar toda la cuestión sobre la redacción mía y mi escritura que no era muy entendible para poder invalidar todas las cosas que yo había dicho, cuando ya no podían negar empezaron a negar quién lo decía. Pero, como ustedes bien saben el Señor escribe derecho en renglones torcidos y muchos por querer defender en forma tan fanática todas las verdades reveladas la mayoría de las veces se quedaron fuera de la verdad, porque hermanos, no hay otra manera para entender la Misericordia que abrir de par en par vuestro corazón y dejar entrar, ¿dejar entrar qué?, dejar entrar todo aquello que en todo este tiempo aún no tuvo la reivindicación que debía tener.

Es decir, piensen en la marginación de millones de hombres, en el sufrimiento de millones de hombres, piensen en todos los que vivieron y viven en la marginalidad, en la medida en que vuestro corazón puede ir entendiendo todo esto, recién van a empezar a entender lo que es la Misericordia, de otra forma ni se asoman al tema. Además, el contenido de lo que es la Misericordia molesta a una gran mayoría, ¿por qué?, por las ansias de poder y de dominio que tiene uno sobre otro y justamente la Misericordia es la antítesis de todo eso.

Ustedes dirán que mi lenguaje es más selecto ahora que cuando escribí sobre Jesús, es posible, pero de aquella forma o de esta dije exactamente lo mismo.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.