Mensaje del 07 de Febrero de 1999
Habla Artemio:
Señor hemos escuchado todo lo que nos has dicho y hemos completado una serie de reflexiones sobre como llegar a vos y que hacer con nuestra vida, mañana ya nos dirás vos Señor que hacemos, ahora te pedimos que vengas Señor a darnos tu Mensaje como haces siempre.
Ya está con nosotros Jesús, su Madre, los Santos, toda la corte celestial, se ha llenado de todo acá, en tu nombre Señor, en tu nombre todo esto, estamos muy contentos por todo lo que nos hiciste antes Señor, por tus abrazos tan cariñosos y todo el calor que nos infundiste Señor.
Dice Jesús:
Ustedes pidieron que Yo me acercara a vuestra vida, me acercara no solo espiritualmente sino físicamente y han podido constatar Mis costillas y han podido sentir el latido de Mi Corazón cuando apoyaron vuestra cabeza en Mi pecho, que todo esto sirva como un Mensaje en el cual se me ve a Mí como un hombre, además de tener Mi naturaleza sobrenatural, algunos lo sintieron de veras, otros lo imaginaron, para el caso es lo mismo, así ocurre siempre con todo, Yo sigo al lado de las personas esperando que ellas me pidan que me acerque y penetre en su corazón, mientras no me lo piden Yo respeto la libertad de cada uno, pero una vez que me lo han pedido, una vez que me han ofrecido como hogar vuestro corazón, Yo entraré en el y cenaré, es decir compartiré todo, absolutamente todo.
Entonces, quiero hacerles este planteo: si vuestra fe es un poco débil, muy débil, pídanme que refuerce vuestra fe, pídanmelo con todo el fervor que una cosa así se pide, después todo es una cuestión de convivencia, de vivir juntos y una convivencia donde las delicias espirituales sobreabundan, porque Yo me complaceré en estar con ustedes y dentro de ustedes y ustedes se complacerán en estar junto a Mí, conmigo y una vez que esto suceda, una vez que vuestro corazón me de cabida y Yo pueda entrar plenamente en él, entonces si esa actitud es sincera y totalizante, toda vuestra vida cambiará, cambiará para siempre, ¿por qué?, porque podrán decir: yo no vivo ya, sino que Cristo vive en mí. En consecuencia, déjenme obrar, déjenme dirigir vuestra libertad, déjenme que Yo vaya arreglando todos los problemas de vuestra vida.
Lo que Yo necesito Mis queridos es una fe muy grande y un convencimiento total de que creen firmemente en que Yo soy capaz de todo lo que me pidan. Si me piden vencer el poder de las tinieblas, háganlo con totalidad, creyendo ciegamente en eso, si me piden que les sane de algo, háganlo con la fe más profunda, si todavía Yo no te complazco con lo que me pedís, es porque todavía no llegó el momento de que vos recibas esa gracia o ese milagro, pero no creas que no te escuché, nunca vayas a creer que una vez que vos hiciste el planteo de aceptarme para que Yo viva en tu corazón, jamás te pongas a pensar que me pides algo y Yo no te escucho. Ocurre que, como tantas veces lo dije, Mi tiempo es distinto al tiempo de ustedes y las consecuencias de algo que doy, Yo solamente lo puedo ver.
Entonces, abandónense plenamente en Mí aquellos que así lo desean y quédense en paz, por supuesto, la lucha continúa en la vida por supuesto y en todo momento, pero no por eso van a dejar vuestra voluntad, pero sí van a tener dentro el convencimiento total y definitivo de que si todavía aquello que me pidieron no se los he dado, es porque no es el tiempo todavía. Ustedes dirán: pero si yo se cuál es el tiempo, no, Yo que no tengo ni pasado, ni futuro y vivo en un continuo presente y veo las cosas como deben ocurrir y como ocurren, entonces Yo puedo ver cuándo es el momento oportuno de cada cosa que me piden y además todo aquello que me piden, muchas veces me lo piden de una forma y no es la que les conviene, sino necesitan otra forma que les conviene mucho más. Es decir, Yo lo que les quiero asegurar es que tengan absoluta confianza en que una vez que me dijeron dos o tres algo, Yo no lo olvido, lo tengo para siempre, incluso muchas veces ustedes olvidarán lo que me piden porque ya cambiaron de idea, pero Yo sigo teniendo en cuenta aquello que me pidieron y cuando ustedes cambian de idea, entonces Yo digo: ¿qué hubiera pasado si le hubiera dado lo que me pidió?.
Es decir, no crean que soy un administrador que llevo las contabilidades exactas de lo que cada uno necesita, ustedes saben muy bien que aquello que dijo Teilhard: que Dios más que hacer las cosas, las hace hacerse, pero una forma es a la deriva sin timón y otra cosa es dentro del calor de la Divinidad, entonces sí, hay que dejar a las cosas hacerse, pero que al hacerse tengan Mi calor. Mi calor significa que de una forma u otra, están dentro del proyecto del Señor y no teman, no teman una catástrofe, una pérdida grande o pequeña, no teman ni se pongan a pensar en las cosas grandes o chicas, feas o lindas que podrían pasar, tengan un total abandono en la confianza del Señor, ténganme tanta confianza como para que ocurra lo que ocurriere, aceptan las cosas tal cual como se dan, porque saben que Yo se las he mandado así, cuando ustedes me han dado vuestra libertad, de otra forma Yo no entro en vuestro juego, directamente observo, esperando siempre el llamado.
Habla Artemio:
Cuánta claridad Señor hay en todo lo que dijiste.
Dicea Nuestra Señora:
Cuando ocurran cosas como las de anoche, les aconsejo tenerme más presente a Mí, porque si Yo soy Mediadora de todas las Gracias y me piden que interceda delante de Mi Hijo para que expulse un espíritu inmundo, entonces siempre es más fácil todo, porque desde la eternidad misma, el Señor dijo… (se dio vuelta la cinta)…, tener en cuenta entonces, sea en un exorcismo, sea en la lucha diaria, no se olviden nunca que deben pedir también Mi intersección delante de Mi Hijo para luchar contra el espíritu de las tinieblas. Por una parte me complace poder aplastarle la cabeza y por otra parte me complace especialmente poder ayudarles a que venzan el poder de las tinieblas.
Entonces recuérdenlo, junto al nombre de Jesús en todo esto el nombre de María, no se olviden de esto, porque si hay algo que le eriza la piel al espíritu de las tinieblas, es oír Mi nombre. Mi Hijo es el que echará afuera al maligno, pero Yo estaré allí presente también, entonces en vuestra vida diaria no olviden lo que acabo de decir.
Dice la Madre Teresa:
A muchas personas en el mundo les costó luchar contra el maligno, algunas lo revelan, lo cuentan, lo dicen, otras no, entre las últimas estoy yo, pero puedo asegurarles que mis luchas fueron tremendas con él. Saben cuando aprovechaba el maligno para filtrarse, cuando las hermanas o yo estábamos cansadas, destruidas de tanto trabajo, entonces aparecía allá por lo bajo: ¿para qué tanto esfuerzo y sacrificio por estos seres que no lo valen?. De esa forma se filtraba, sabía que cuando estábamos con plena lucidez, no podía hacer nada con nosotros, pero cuando estábamos cansadas, prácticamente destruidas del cansancio, es allí donde el aparecía a tentarnos, aparecía a decirnos: ¿por qué tanto esfuerzo?, acuérdense más de ustedes, ¿acaso no saben que tienen que amarse ustedes también?.
Es decir, aprovechaba siempre los momentos de cansancio, los momentos de tristeza, los momentos que todo ser humano tiene de cierta flojeza o flojera para empezar con sus seducciones, y en un lugar donde prácticamente no había comida, otra de las seducciones era ponernos delante un pedazo de pan para que lo comiéramos y no se lo dejáramos a nuestro hermano, cosas así prácticamente eran diarias, algunas hermanitas se asustaban mucho de todas esas cosas, yo nunca le tuve el más mínimo temor y les infundía a todas ellas el ánimo suficiente para que no le temiesen.
No se olviden mis queridos, si hay algo que le encanta al oscuro y siniestro, es el temor, porque ve al ser humano vacilante y entonces quiere filtrarse; seguramente nunca molesta a aquel que tiene seguridad de lo que hace y está en plena unión con el Señor, seguramente no pierde el tiempo, aunque a veces también quiere insistir, porque él parte de la base que a veces vale más un pez gordo, que cientos de peces pequeños, no olviden eso.
Dice San Martín de Porres:
Les voy a decir algo, a mí el siniestro me ha tentado, por supuesto que sí, pero no me ha molestado tanto y un día le pregunté al Señor: Señor, ¿es que valgo tan poco que el siniestro a mí prácticamente no quiere tentarme?, y el Señor me respondió: ¿sabes por qué el siniestro te deja de lado a vos?, porque es tanta la humildad que tenés, pero tanta en grado heroico, que directamente esa es una caparazón que le impide a él filtrarse por completo, perdé cuidado que mientras se encuentra con almas tan humildes como la tuya, el demonio no molesta, porque sabe que la humildad es una maravillosa caparazón para defenderse de todo mal.
Dice San Artemio:
Ustedes me preguntarán: cuando yo era un perseguidor de los cristianos y de toda su doctrina ¿tenía algún demonio dentro?, no, directamente yo perseguía a los cristianos y les destruía por la simple y sencilla razón que obedecía al César, nada más, pero en el fondo era un acto de guerra en el cual cumplíamos con el deber de el militar que obedece a su jefe y como ustedes saben, los militares no funcionan con conciencia propia, sino que funcionan con la conciencia del superior, entonces, poco contaba en nosotros, en mí, hacer o no hacer una cosa, porque obedecía órdenes, hasta que fui tocado, y algún día les voy a contar de que forma, hasta que fui tocado por el Señor y entonces de General del César como ya dije otras veces, pasé a ser un soldado de Jesús.
Pero no crean que aquellos que perseguían tanto a los cristianos era porque estaban poseídos por el demonio, no, muchos de ellos cumplían órdenes y otros lo hacían también por fanatismo y en el fondo, la persecución a los cristianos también fue una forma de guerra de religión, porque luchaban, todos luchábamos, yo también en su tiempo, para que prevaleciera la religión del estado; es decir, que si perseguíamos a un cristiano no era porque éramos sanguinarios sino porque estaba en contra de los dioses que quería el César. Esto no es para sacarnos de arriba sayos, es decir, para que nos vean más buenitos o vean más buenitos a aquellos perseguidores, no, simplemente para explicarles que no es como se ve normalmente este problema sino que es así como se los acabo de plantear.
Habla Artemio:
Don H., estuvo toda la noche sentado ahí sobre la carpeta de N., y sigue todavía, mira para todos lados, pero no habla.
Amén.
Perdón, perdón, perdóname Señor, yo pequé ante ti, perdóname Señor. Perdón, perdón, perdóname Señor, yo pequé ante ti, perdóname Señor.
Dice Jesús que a todos ya los ha tocado esta noche, en consecuencia, nos da la bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mensaje del 07 de Febrero de 1999
Lo que Yo necesito Mis queridos es una fe muy grande y un convencimiento total de que creen firmemente en que Yo soy capaz de todo lo que me pidan.