Mensaje del 26 de Enero de 1999

Habla Artemio:

Todo lo que hicimos Señor fue una revisión total de nuestra vida y vos has pasado sanando Señor todo, nuestro cuerpo, nuestra alma, has echado de nosotros y de nuestras casas y de todos lados el poder de las tinieblas. En esta meditación Señor que es la más completa que hemos hecho últimamente, todo los aspectos están contemplados Señor, todos, desde nuestra limpieza general, la sanación de todas nuestras cosas físicas, psíquicas y espirituales, la expulsión Señor de satanás y además de eso Señor toda la acción de gracia que estaba contenida en nosotros te la hemos dado.

Señor, nos inspiraste estas palabras tan hermosas y esperamos que se reproduzcan y puedan ser escuchadas en los hogares porque pienso que pueden ser de mucho valor, es decir, por más que hoy estemos bien eso no indica que no tenemos que estar siempre a la expectativa de que algo podría pasarnos, no amargarnos por eso pero siempre estar alertas. Cuando yo escuchaba Señor todo lo que está ahí no creía que podía decirse tantas cosas, no creía que tu Espíritu Santo podía inspirar cosas tan hermosas, aunque está hecho sobre la base de un texto pero la mitad de las cosas son inspiradas por vos Señor y yo te agradezco nuevamente todo eso Señor, con toda la fuerza que corresponde que te agradezca.

Ven Señor Jesús, ven, ven, ven Señor, ven, ven a darnos tu Mensaje Señor, aunque estás ya entre nosotros y no te veamos estabas recién también detrás de cada una de esas palabras Señor, es cierto que están dichas demasiado rápido pero tu Misericordia Señor hace posible que cada una de esas palabras cale hondo dentro de nosotros, no por un día o dos sino para siempre Señor. Gloria a ti Señor por haber escuchado todo lo que hemos escuchado, Gloria Señor, Gloria y Jesús ya está en medio de nosotros como Jesús de la Misericordia, todo es fuego acá dentro, todo, está toda la Corte Celestial acá dentro, los Santos pasan por ustedes, les tocan la cara, les tocan la cara, los acarician, les arreglan el pelo, tienen una alegría bárbara, ¿quién dijo que el Señor es triste?, ¿quién dijo que el Señor es serio?, no, da impresión de que mirar su rostro es una juguetería de fiesta por todo lo que ha pasado, Gloria a ti Señor, Gloria a ti Señor. Los rayos que salen del Corazón de Jesús, del Jesús de la Misericordia están llegando a todos ustedes, es como si estuvieran tostándose al sol y los ojos sufren, ya sé, sufren porque arden pero Gloria a Dios de que los ojos nos ardan por el fuego que sale del Corazón de Jesús, Gloria a Dios, que nos lagrimeen los ojos, no importa por toda la Luz que sale de su Corazón, enhorabuena, Gloria a ti Señor.

Pensamos Señor que tenemos que darte doblemente gracias porque tomamos un poco no en broma pero diciendo que no importa que nuestros ojos sufran si estamos aquí pero yo pienso por otro lado: cuánto es nuestro privilegio Señor de quedar medio enceguecido por la Luz que sale de tu Corazón, nunca alcanzaremos Señor a darte las gracias por todo esto que nos das, nunca Señor, nunca Señor.

Habla Señor que tu siervo escucha.

Dice Jesús:

Que esto que digo para ustedes sirva como Mensaje para todos los hombres que quieran oírme, esta es una noche de fiesta porque no hubo en la invocación nada que no se hubiese tocado, en el sentido de que se vieron todos los aspectos de la persona y además se hizo la expulsión del espíritu de las tinieblas, del siniestro, no solamente de ustedes sino de vuestras cosas, de todos vuestros lugares, ¿eso quiere decir que el siniestro ya desapareció?, no, está siempre al acecho. Por eso, no se dejen atrapar por el siniestro de la tristeza, de la amargura, de la ansiedad, del desvelo, no se dejen atrapar nunca de la falta de esperanza, de andar mezquinando la fe que tienen y no demuestran. Es decir, Yo les pido siempre Mis queridos, un acto sincero y genuino en todo momento, para eso hay que hacerse nada, hay que tener una humildad total y entonces para Mí es posible que pasen todas estas cosas, que hermoso que es.

La humildad por centésima vez lo digo: es la madre de todas las virtudes, y en este caso, en todos los casos, para liberarse de todas las cosas que no son las correctas ni adecuadas para nuestro proceso de crecimiento espiritual deben estar basadas en la humildad y cada vez que pronunciamos esa palabra y la vivenciamos en nuestro corazón vamos a descubrir nuevas connotaciones, vamos a ir viendo que todos los días la humildad tiene aspectos nuevos y diferentes de acuerdo a cómo vayan metiéndose dentro de la llama del amor que sale de Mi Corazón y también del Corazón Inmaculado de Mi Madre.

No es que Yo quiera siervos a Mis pies, no, ocurre que aquél que se nutre de toda la humildad posible llega a escalar esferas tan altas dentro del amor del Señor que de otra forma no podría, de otra forma jamás lo lograría. Quiero que vuestra humildad sea proverbial, quiero que vuestra humildad sea lo que más adorne vuestro espíritu, todas las cosas bellas se irán dando por añadidura cuando en ustedes se arraigue con toda la fuerza la humildad.

Dice Nuestra Madre:

No solamente quema vuestros ojos la Luz que sale del Corazón de Mi Hijo sino también la llama de amor que sale de Mi Inmaculado Corazón, ustedes se preguntarán qué diferencia hay entre uno y otro, entre uno y otro fuego, las mismas diferencias que hay entre un hombre y una mujer y en este caso una mujer que es Madre y más aún, Madre de Dios. Ustedes creen todos aquellos que lo pueden recibir, que lo quieren recibir, ¿creen que pueden tener un privilegio más grande que ser envueltos en la llama de amor que sale de Mi Inmaculado Corazón?, ¿no creen ustedes que al decir Inmaculado Corazón Yo estoy diciendo, en una sola, en dos palabras toda la redención del hombre?, no de uno, dos, cinco, todos, dos mil años no, los miles de años que aún faltan.

En este Corazón de donde surge Mi llama de amor, aquí empezó a vivir el Hijo de Dios y aquí empezó a aparecer vuestra redención, eso es tan grande, tan enorme, tan terriblemente importante que tal vez solamente cuando estén de este lado lo van a entender.

Habla Artemio:

La Madre Teresa, no sé por qué se ha puesto de rodillas.

Dice la Madre Teresa:

Me he puesto de rodillas esta noche porque era un gesto muy característico en mí, cuando veía que ocurría grandes cosas, grandes prodigios del Señor yo caía de rodillas y como esto ha ocurrido aquí esta noche, también lo hago acá.

Dice San Martín de Porres:

Tal vez con tanta Luz no se vea la negrura de mi rostro, ustedes dirán que insisto demasiado en mi color pero no hablo yo sino que hablan millones de seres humanos que tienen este color en su rostro y es para recordárselos mis queridos, está todo aún por hacerse, todo por hacerse, salvo contadas excepciones el color de mi rostro llama la atención para el amor y nosotros todavía no. Cada uno sabrá entender esto.

Dice San Artemio:

Algunas cosas que pasan me recuerdan cuando dije otras veces cuando los cristianos, cuando pasaba el carro que juntaba hombres para llevar prisioneros, salían de su casa, abrían sus puertas y chistaban al que conducía a los carros para decirle: llévenme, porque quiero morir por mi Dios y mi Señor y subían al carro con tanta felicidad en su rostro que realmente todas aquellas cosas fueron conmoviendo mi ser y de un General famoso del ejército del César pasé a ser un soldado del Señor, tuve la suerte mis queridos de ver esos rostros. Nunca llegan a imaginarse la satisfacción y la felicidad en los ojos de alguien que va a morir por su Dios y su Señor, nunca, aquél que miró esos ojos sí o sí tenía que convertirse y caer de rodillas y empezar un largo lamento por su vida anterior.

Habla Artemio:

Quiere decirnos algunas palabras la Beata Faustina. Es un honor que estés aquí con nosotros.

Dice la Beata Faustina:

Solamente para decir esto mis queridos hermanos, cada una de las palabras que están diciendo sobre la Misericordia del Hijo de Dios las estoy apuntalando yo.

Me encanta todo lo que dicen de Él, no se cansen nunca de hablar de la Misericordia del Señor, no se cansen nunca, en vuestra familia, en el lugar que sea, al menos digan: Jesús de la Misericordia en vos confío, para que esa palabra se haga carne en todos los hombres: Jesús de la Misericordia, en vos confío y díganlo de una forma en que se note en vuestro rostro que por peligros terribles que haya delante todo desapareció, Jesús de la Misericordia en vos confío.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré... (se corta la grabación)...