Mensaje del 14 de Abril de 1998
Habla Artemio:
“Eterno Padre, en nombre de Jesucristo y por la intersección de la Virgen María envía a mi corazón el Espíritu Santo; ven Espíritu Santo a mi corazón y santifícalo; ven Padre de los pobres y alíviame; ven autor de todo bien y consuélame; ven Luz de las mentes e ilumíname; ven consolador de las almas y confórtame; ven dulce huésped de los corazones y no te apartes de mi; ven verdadero refrigerio de mi vida y renuévame, Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén”.
Todos nosotros y pensemos también en nuestros familiares, en esta noche de martes de Resurrección, martes 14, sí 14, renovamos las Promesas del Bautismo, pensemos también en nuestros familiares que queremos que renueven las Promesas del Bautismo. Renunciamos a Satanás, sus obras y sus pompas y creemos en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero y además ratificamos los principios de nuestra fe diciendo: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra y en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y Gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció debajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vida perdurable, Amén”.
“Espíritu Santo, eterno amor, ven a nosotros con tus ardores, ven inflama nuestros corazones, eterno Padre, en nombre de Jesucristo y por la intersección de la Virgen María envía a mi corazón al Espíritu Santo. Espíritu Santo, Dios de infinita caridad dame tu santo amor; Espíritu Santo, Dios de las virtudes conviérteme; Espíritu Santo, fuente de luces celestes, disipa mi ignorancia; Espíritu Santo, Dios de infinita pureza santifica mi alma; Espíritu Santo, Dios de toda felicidad comunícate a mi corazón; Espíritu Santo, que habitas en mi alma transfórmala y hazla toda tuya; Espíritu Santo, amor sustancial del Padre y el Hijo permanece siempre en mi corazón. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén”.
“Eterno Padre, en nombre de Cristo Jesús, por la intersección de María Inmaculada envíame el Espíritu Santo, ven Espíritu Santo y dame el don de la sabiduría; ven Espíritu Santo y dame el don del entendimiento; ven Espíritu Santo y dame el don de consejo; ven Espíritu Santo y dame el don de fortaleza; ven Espíritu Santo y dame el don de ciencia; ven Espíritu Santo y dame el don de piedad; ven Espíritu Santo y dame el don del santo temor de Dios. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén”.
Espíritu Santo, eterno amor, ven a nosotros con tus adores, ven, inflama nuestros corazones.
Con todas estas invocaciones nosotros hemos renovado las Promesas que hicimos en el Bautismo, con la diferencia que en aquella oportunidad la hicieron nuestros padrinos y ahora la hacemos nosotros, bueno por ahí anda girando un casete con la renovación del Bautismo, a mi me gusta hacerlo todas las noches, si a uno de ustedes le gusta puede hacer todas las noches o cuando quiere ¿no es cierto?, porque es de lindo dormirse después de haber renovado las Promesas del Bautismo, que sería una nueva invocación del Espíritu Santo, por ahí anda, el cassette está tan usado que ya la cinta se ha estirado pero creo que hay otro grabado que está bien y uno cuando renueva las Promesas del Bautismo se siente como que empieza de nuevo todo; es decir todo muy bien, como si empezara uno a vivir de nuevo, con la diferencia que antes los padrinos hicieron eso y ahora lo hace uno por propia voluntad. Es decir, uno pide que el Espíritu Santo llene su alma y traiga todos los dones que Él quiere, y además es importante saber que Nuestra Señora que aparece aquí es Nuestra Señora del Espíritu Santo, en el año del Espíritu Santo, bueno.
Yo te doy gracias Señor porque en esta noche de martes de Resurrección he renovado las Promesas del Bautismo, rito con el cual yo fui incorporado a la Santa Madre Iglesia y sobre todo Señor fui incorporado a tu Santísima Trinidad, por eso te doy gracias Señor porque estoy bautizado y porque he podido renovar una vez más las Promesas del Bautismo; es decir, seguir una serie de principios fundamentales que hacen que mi vida sea de una manera y no de otra, en todo eso hay un sello que el cristiano va a tener durante toda su vida y lo va a manifestar a través de las acciones que corresponden a esas ideas, sobre todo cuando al creer en un Dios trino y uno, está también aceptando la tabla de los diez mandamientos y el primer principio, el primer mandamiento que es: “amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás, al prójimo como a uno mismo”.
Por eso Señor yo te doy gracias Señor, yo quiero alabarte en esta noche, no te fijes en mi pobreza, ni en mi miseria, ni en mi precariedad ni que yo sea tan pequeño Señor, no te fijes en nada, aceptame Señor que yo te alabe, aceptame Señor que yo te glorifique, aceptame Señor que yo te de gracias con todas las fuerzas a que alcanza mi vida. Yo te doy gracias Señor y elevo Señor mi canto silencioso o ruidoso para decirte hasta el cansancio que: te amo Señor, te amo Señor, te amo Señor.
Yo te he visto el otro día Señor en esa Semana que se llama Santa o Mayor, hemos repasado Señor tu soledad, nos hemos acercado a tu soledad Señor, ¿por qué?, porque te amamos Señor y también Señor pensamos en aquello de que: “las aves del campo tienen sus nidos, los animales sus guaridas y el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza”, por eso Señor te ofrecimos nuestro regazo y vos lo has aceptado Señor y hemos compartido con vos Señor por eso te damos gracias el ver tus heridas que sangraban, el ver todos los moretones que había en tu cuerpo, hemos enjugado las gotas de sangre que vos transpiraste en el huerto de los Olivos y también hemos tocado tus cabellos y tu frente llena de salivazos Señor, que te hizo la turba enardecida. Señor, gracias por habernos permitido estar tan cerca de vos Señor, gracias Señor, gracias Señor porque al estar tan cerca nuestro Señor vos nos santificas Señor. Yo pensaba cuando me fui a acostar, me tocaba la pierna izquierda donde Jesús había reposado casi una hora y pensaba: esta pierna como todo mi cuerpo algún día se desintegrará, pero el día del juicio final volverán todas estas células a formar otra vez el cuerpo; es decir que esto no se pierde, puede transformarse un tiempo pero no se pierde, está allí, yo tocaba la pierna y decía: ¿será posible?.
Por eso te doy gracias Señor, porque nos has permitido a todos tenerte en nuestro regazo, porque vos dijiste que estabas recostado sobre mi pierna pero sobre la pierna de todos los que estaban presentes aquí dentro. Entonces Señor que otra cosa podemos decirte que gracias Señor, gracias Señor porque has tocado mi cuerpo Señor, mi cuerpo que es corruptible, es decir que se va a desintegrar algún día Señor, ese cuerpo que a veces está sucio, a veces está bañado, ese cuerpo que a veces puede doler, ese cuerpo que no entiende que la cabeza del Señor reposó en este regazo, en el regazo de cada uno de los presentes. Por eso Señor, cuántas gracias salen de mi corazón Señor al ver que hemos tenido ese privilegio tan grande de que vinieras a descansar un momento en nuestro regazo.
Es importante Señor la palabra del Evangelio que leemos o lo que podamos decir pero tal vez lo que más a vos te gusta de todo Señor es esta alabanza y esta acción de gracias Señor, tal vez toda la vida del cristiano dependa de cómo te alabe Señor y yo quiero empezar mi día Señor, quiero empezar mi día diciéndote, aunque yo no me acuerde en algún momento de vos pero que cada acto que realice durante este día sea una forma de alabanza Señor a vos, una forma de decirte gracias, una forma de reconocer tu magnificencia, una forma de reconocer tu bondad, tu omnipotencia, una forma de reconocer que eres mi Padre y también una forma de recordarme que desde el comienzo de los tiempos ya me amabas y me amaste en el seno de mi madre y me seguís amando y me seguirás amando por toda una eternidad y en forma gratuita Señor, porque no hace falta que yo haga ningún mérito Señor para que vos me ames.
Gracias Señor, yo te alabo Señor, yo te alabo Señor, entono un cántico con todo mi cuerpo, con todo lo que soy, con todo lo que tengo, con todo lo que hago, con cada movimiento, con cada latido de mi corazón, yo te alabo Señor, yo te alabo, yo te alabo Señor, yo te alabo, yo te alabo Señor, yo te alabo.
Gracias Señor porque soy tu hijo, gracias Señor porque me soportas así como soy, gracias Señor porque no te fijas en mis defectos y siempre me seguís dando todo lo que yo necesito, gracias Señor, gracias, gracias Señor, gracias, gracias porque has resucitado, gracias porque envías sobre mí el Espíritu Santo para que me ilumine a cada instante qué debo hacer con mi vida y con la vida de los demás que están a mi cargo o se relacionan conmigo, gracias Señor porque si yo te doy mi libertad vos la usas Señor y me dirigís, me conducís, me sugerís todas las cosas que yo deba hacer Señor. Gracias Señor, gracias Señor, gracias Señor, gracias.
Ven Señor, ven, ven Señor Jesús, ven, ven Señor, ven, ven, estamos ansiosos por tenerte Señor, estamos ansiosos por escucharte Señor, estamos ansiosos para que sigas dando tus Mensajes Señor, ven Señor, ven, habla que tus siervos escuchan. Todo el que se sienta inspirado por el Espíritu Santo debe decir, debe decir lo que siente.
(Artemio habla en lenguas).. ., el Señor ha dicho: los Cielos y la Tierra pasarán pero Mis palabras no pasarán, “bienaventurados todos ustedes porque han entonado alabanzas al Señor, quedan grabados con fuego en Mi corazón”.
(Artemio habla en lenguas)... , dijo: “bienaventurados todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia”, y ustedes en lo profundo de vuestros corazones tienen hambre y sed de justicia, por eso Mi Madre ha dicho en las Revelaciones todo lo que ha dicho.
Habla Artemio:
Jesús está en medio de nosotros, está su Madre, Nuestra Señora del Espíritu Santo, está la Madre Teresa y está Eduardo Pironio, Cardenal de la Iglesia.
Dice Jesús:
Todo lo que Yo he dicho en este tiempo después del miércoles de Ceniza se refiere al para qué de los Mensajes, Profecías y Revelaciones. Repito, primero era el que un año, después el c ómo , es decir qué es lo que pasa, cómo remediarlo y ahora el para qué , para qué todo esto, desde el miércoles de Cenizas todo se refiere al para qué, por eso Mis Mensajes son más cortos pero tal vez más sustanciosos y es necesario pedir muchas luces al Espíritu Santo para entender lo que Yo digo o Mi Madre o alguno de los Santos, que en todo caso está inspirado por Mí.
Yo diría en pocas palabras que se está preparando en este humilde rinconcito de la Tierra el Jubileo del año 2000 , pero entiéndase bien, no empieza en el 2000 sino cuando pase todo el año 2000, a las 00:00 hs. del 2001, es decir que aún queda … (se dio vuelta la cinta)…, es decir que en el 2001 empieza el Tercer Milenio y no antes, ahora parece que falta poco y es grande todo lo que hay que hacer, es mucho todo lo que hay que hacer pero todo está dirigido por Mi Padre y las cosas se irán cumpliendo en forma inexorable, ustedes no se preocupen por los tiempos, porque nosotros, Mi Padre, Yo y el Espíritu Santo, un solo Dios podemos hacer las cosas de un día para otro, arreglar todo de un día para otro, ahora nadie pretende arreglar sino servirle al hombre todo lo necesario para que el usando bien su libertad y convencido en conciencia de lo que debe hacer se decida hacerlo. Nunca de parte nuestra habrá una tarea compulsiva en contra del hombre para que obre de una manera determinada, todo puede resumirse en la palabra justicia, pero no solamente para ahora sino la justicia a través de la historia, es decir que los hombres de todo tipo, naturaleza y condición, empiecen a mirar los acontecimientos que fueron ocurriendo a lo largo de la historia desde una proyección Divina para de esa manera pedir perdón de lo que hay que pedir perdón, reparar las faltas, restaurar lo que pueda hacerse.
Días atrás, el jueves Santos, un Obispo argentino reunido con cincuenta Sacerdotes, ese mismo día de la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, les hizo pedir perdón por todo lo malo que habían hecho en su vida y por todo aquello que debieron hacer y no hicieron, un Obispo argentino lo hizo. ¿No creen ustedes ver en ello un signo de cómo el Espíritu Santo está obrando en forma grandiosa el corazón de los pastores?, no se dejen llevar por las apariencias de un mundo caótico y terminal, no, la sabia que sube desde el fondo de la tierra será una sabia prodigiosa que lo renovará todo; es decir, todos tendrán la oportunidad de aceptar o no toda la Misericordia que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo le ofrecen.
Dice Nuestra Señora del Espíritu Santo:
En un mundo tan difícil, conflictuado, complicado y lleno de enredos de todo tipo hablar de la justicia parecería algo ridículo, pero Mis palabras a lo largo de todas las Revelaciones apuntaron a ello, debe prevalecer la justicia en la consideración de la historia, en la consideración de los hombres, en el mirar cada acto de la vida, de los hombres y de las naciones, de todos las naciones, gobiernos, todos los que mandan en cualquier orden, de cualquier manera, la justicia debe prevalecer, ese es el deseo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Ahora, para que esa justicia prevalezca habrá que renunciar a muchos privilegios, muchos tendrán que agachar su cabeza que antes mostraron con orgullo y soberbia y reclinarse dentro de la humildad para reconocer todo aquello que no fue hecho bien en su tiempo, en el tiempo y ahora. Nadie es tan ingenuo para pensar que la faz de la Tierra se renovará y que todos serán buenitos, santos y justos, esta es una invitación del Señor pero habrá muchos hombres que seguirán muy empedernidos en continuar con su vida de injusticia, seguirá habiendo hombres que no entenderán, seguirá habiendo hombres que usen su libertad muy mal para todos su actos humanos.
No se llamen a engaño, el llamado del Señor es muy fuerte, pero las fuerzas del mal acaudilladas en el siniestro harán también su parte, no se dejen engañar, tengan cuidado, detrás de cada apariencia puede ocultarse algo terrible, miren con prudencia, usen el discernimiento para no equivocarse y sobre todo invoquen con una fuerza extraordinaria al Espíritu Santo para que les diga por donde deben caminar.
Dice la Madre Teresa:
Yo siempre me apuré, no sé si con razón o sin razón, pero yo no acepté nunca esperar demasiado para que la justicia se impusiera en todos los lugares donde yo tenía acceso y muchos me han oído hasta gritarles en su cara cosas terribles que, porque era la Madre Teresa ningún diario, ni radio ni televisión comentó, pero le he dicho a más de uno cosas terribles, porque siempre he pensado que la forma en que siempre se manejaron todas las cosas de la humanidad, en gran parte prevalece la injusticia.
Entonces yo no descansé, yo no dormí, yo no me di respiro para poder hacer mientras tenía vida eso que tanto deseé que llegara a todos, la justicia, y yo creí y sigo creyendo, que esa justicia debe empezar por llenar un estómago, porque nadie puede hablarle del Señor ni del amor cuando tiene el estómago vacío. ¿Quién puede amar a un semejante o levantar los ojos al Señor, cuando su estómago hace días y días que no recibe nada de alimento?, ¡no seamos ingenuos!, el hombre tiene que tener el estómago lleno, el cuerpo sano, tiene que tener seguridad, la seguridad de sus zapatillas para donde pisar, tiene que tener la seguridad de un techo y un piso, un piso para pisar y un techo para que le proteja.
Si yo no le doy al hombre las condiciones esenciales de vida, he dicho eso pero debería agregar los derechos y deberes fundamentales que cada uno debe tener, yo no puedo pedirle absolutamente nada, ni se me ocurre hablarle del Señor a alguien que no tiene estos elementos fundamentales para vivir una vida decorosa y digna.
No nos llamemos a engaño, no nos llamemos a engaño, si quieren que sea un poco común en mis afirmaciones piensen aquello de: panza llena corazón contento y un corazón contento alaba al Señor, pero ese corazón contento no está al intemperie, está bajo un techo y tiene en sus pies calzados y tiene en su cuerpo ropas y tiene las medicinas al alcance de su mano para cuando está enfermo.
Hermanos, no se llamen a engaño, hermanos, no tengan la torpeza de pensar que uno puede cometer la barbaridad de decir: ama al Señor, cuando quien lo está diciendo comete las mayores de las barbaries y las injusticias.
Todo aquello que sirve tiene que provenir del ejemplo concreto e inmediato de quien lo dice sino no sirve, no sirve.
Convénzanse, el ejemplo es lo que realmente conmueve al otro, no las palabras.
Dice el Cardenal Pironio:
Yo he manifestado ya en otras oportunidades estos pensamientos pero no por hacerlo de nuevo me parece que son repetitivos porque cuántas cosas hay que repetirlas para aprenderlas.
Lo he dicho otra vez y lo repito, cuando era presidente del CELAM, del Consejo Episcopal Latinoamericano, he llamado en forma dramática y hasta trágica por todos mis hermanos de América, ¿cuántos me oyeron?, ¿cuántos siguieron mis palabras?, ¿cuántos realmente se pusieron a trabajar por todas aquellas cosas que oyeron?, yo no voy a dar una respuesta, cada uno la da en su propio corazón, pero si algo obnubiló mi vida a través del tiempo fue toda la miseria de los pueblos de América, la miseria en todos los órdenes, tanto espiritual como material. Es que cuando un ser humano no tiene a su alcance los elementos para vivir con la dignidad esencial de la persona humana entonces a esa persona no puede pedírsele nada, porque no tiene la infraestructura necesaria para poder responder y no crean que estos problemas se pasan de un día para otro, no, tantos seres humanos de esta América tienen en sus genes por muchas generaciones el concepto bien claro de que con ellos se practicó siempre la injusticia pero no un injusticia refinada y de salón sino las más burdas y terribles de las injusticias.
Repito, las más burdas y terribles de las injusticias y todo eso mis queridos hermanos hay que empezar a pagar, hay que empezar a pagar, sirva esto para todas las naciones del planeta, pero ahora estoy hablando de América, cada nación deberá pagar sus pecados, cada nación deberá revisar su historia a ver hasta que punto su historia no fue un montón de justicias apiladas.
Hermanos, hijos queridos, las deudas hay que pagarlas a nivel personal, a nivel comunidad, a nivel nación y entre las naciones, no quiero dar ejemplos porque uno iría en detrimento del otro pero tengo mi mente repleta de ejemplos que son puntuales pero no hace falta que los de, cualquiera que tenga conciencia sabe a que me refiero.
Amén.
Mensaje del 14 de Abril de 1998 (2º)
Ahora, para que esa justicia prevalezca habrá que renunciar a muchos privilegios, muchos tendrán que agachar su cabeza que antes mostraron con orgullo y soberbia y reclinarse dentro de la humildad para reconocer todo aquello que no fue hecho bien en su tiempo, en el tiempo y ahora.