Mensaje del 15 de Enero de 1998

Dice Jesús:

Gracias por invocar Mi Misericordia, ustedes saben muy bien cuánto los amo, ustedes saben muy bien que he estado siempre con ustedes en las horas difíciles y en las horas fáciles pero debe renacer en ustedes la esperanza.

Es cierto todo lo que dijiste, algunos contra otros y todos contra todos pero también es cierto que por vuestra intersección entraron cientos de miles de almas al Cielo, también es cierto que en lo más profundo del corazón de tantos ancianos floreció en algún momento la esperanza de ver salir el sol nuevamente. Es cierto el dolor, es cierto la incertidumbre, la maldad apilada, la corrupción, el desastre, todo es cierto, pero también hay un montón de hombres a lo largo y a lo ancho del planeta que están descansando en su sueño, son verdaderos santos vivientes y duermen como si durmieran el sueño de los justos, ocurre que eso no hace ningún ruido, todo lo malo se ve, todo lo terrible se ve, todo lo espantoso se ve, fue así como cerca nuestro hay quien llora por una separación, también es cierto que hay otros que lloran de felicidad porque en su lecho matrimonial se aman tiernamente y se juran amor eterno.

Ocurre que el mal hace mucho ruido y el bien nada, el bien nadie lo promociona, al bien nadie lo tiene en cuenta, pero hay montones de cosas buenas, hay enormidad de cosas buenas que hay que descubrir porque si siempre nos vamos a fijar en las cosas dolorosas y tristes terminaríamos nuestros días muy pronto, angustiados, apesadumbrados, pisándonos el ánimo, destruyéndonos por el dolor que sufren los otros y eso déjenmelo a Mí, Yo vine a la Tierra y he muerto en una cruz para cargar con todo este dolor, no lo carguen ustedes, Yo quiero cargarlo porque esa ha sido Mi finalidad al venir a la Tierra, morir en una cruz, desangrarme en el camino del calvario, sudar sangre entre los olivos mientras la luna se escondía detrás de las nubes para no ver tanta ignominia y tanta maldad, para eso vine Yo. No se apesadumbren ustedes, traten de vivir felices, siempre teniendo conciencia del dolor pero arrójenmelo a Mí el dolor, no se queden ustedes con la amargura en el alma porque sino mañana no tendrán la fuerza de enfrentar el mundo y todas las cosas que hay que enfrentar para redimir a los hombres.

Afuera la tristeza, es cierto todo lo que dijeron pero no lo carguen ustedes, para eso vine Yo a la Tierra para cargar con todo el dolor, por eso Mis vestiduras grises y raídas y Mis pies llagados y Mi cuerpo delgado y las costillas que sentiste en tu rostro que parecía un cuerpo esquelético. Para eso vine a la Tierra, para cargar con todo, no carguen ustedes porque me hacen mal a Mí, guarden las fuerzas para seguir mañana en vuestros trabajo, con vuestras familias, en vuestros quehaceres, con vuestras manos listas para emprender siempre una tarea nueva, para llevar almas hasta Mí.

Cuántas ovejitas perdidas que hay por ahí esperando la mano de ustedes que salten el barranco y las recuperen, por eso no pueden llenarse el corazón de tristeza porque trasmitirían esa tristeza a las personas que van a salvar. Basta de tristeza, quiero alegría en vuestros corazones, mucha alegría y el dolor arrójenmelo todo a Mí que Yo lo voy a redimir, para eso vine, para eso alcanza Mi Misericordia, para eso alcanza y sobra Mi Misericordia.

Tus manos, si ustedes tuvieran noción de cómo está Mi Corazón, sí, acongojado por todo lo que dijeron, pero rebosante por verlos a ustedes reunidos pidiéndome Misericordia.

Los he escuchado, he visto vuestro corazón sangrar y los he escuchado y he derramado Mi Misericordia en tantos lugares y en tanta cantidad que ni se pueden dar una idea, ni remotamente de cuánto es.

Mi Madre se hace partícipe de todas las palabras que Yo he dicho y tanto ella como Yo les decimos que los amamos con todo nuestro corazón.

Amén.