Mensaje del 04 de Septiembre de 1997

Habla Artemio:

Jesús está con nosotros y está también su Mamá y han quedado varios por ahí atrás que no alcanzo a distinguir quiénes son, pero ya vamos a ver. Descalzo, como siempre, con la túnica media amarilla, bastante sucia, como siempre sin ninguna costura. La Virgen está vestida como nuestra Señora de Justiniano Posse, me parece lógico, ¿no?, esta bien, acá, delante de mí. Señor, estamos esperando que nos digas algo Señor, no puedo mirarte mucho a la cara Señor porque no aguanto la fuerza de tus ojos Señor, los de María sí, bueno.

Dice Jesús:

Esta noche es muy importante por todo, porque en la lectura inicial, en la lectura inicial no quedó nadie sin pedir por ellos, después el concepto y la evangelización fue muy profundo, para concluir con la lectura y el comentario de ese Salmo y si bien todos son muy queridos por Mí, ese es muy querido, y va dirigido a todos, pero especialmente a vos, porque es necesario que a vos te diga esas cosas porque estás formado en moldes tan perfeccionistas que todas esas palabras te vienen de perillas, les viene bien a todos, pero te viene muy bien a vos.

Yo saco conclusiones de esa entrevista de esta tarde, no hace falta que diga su nombre, porque esto al ser publicado, si Yo digo nombres, después vos los sacas porque son personales. Entonces te digo que esta persona vino a inspeccionar un poco, de alguna manera, y tal vez a traerte alguna palabra para enderezar tu camino si veía que andabas en el camino equivocado, lo hizo con toda la buena intención del mundo, pero también lo hizo con la cabeza llena de algunas personas sobre toda una, que no voy a nombrar pero que vos estas pensando en quien es, alguien que nunca fue santo de tu devoción, bueno. La impresión que se llevó de acá, no te la voy a decir, porque no te hace falta, no es mala, por supuesto, pero no te la voy a decir.

Ahora bien, todo lo que pensaste en cuanto a lo que pasó, estabas acertado, no hubo en vos ninguna malicia en pensar lo que pensaste, sino que pensaste en una realidad concreta. Todo esto me causa dolor, porque en primera y última instancia vuelve a repetirse acá lo que se lee en algunos libros y también ustedes dicen, que los religiosos creen que tienen la exclusividad sobre Mí, Mi Padre y el Espíritu Santo, entonces cuando en algún lado huelen algo, parece que no va por los carriles en los cuales ellos fueron formados para ver que pasa y entonces como creen tener la verdad total y absoluta sobre Mi podrían aconsejar para volver al redil la oveja extraviada, cuánto dolor me da todo esto; ¿acaso los Papas no fueron lo suficientemente claros sobre el papel de los laicos?, aunque te digo, ellos lo escribieron, pero no están tan convencidos, ojo, pero lo dijeron.

Ahora bien, no pienses que en Mí hay una aversión por esa posición que tienen la mayoría, o Yo diría todos, no, no, solamente creo que tiene que pasar tiempo para que todos esos prejuicios se terminen, ¿acaso en Chile, en algún momento, no viste que en muchos Ministros de la palabra, esos prejuicios ya estaban terminados?.

No es Mi propósito decir esta noche tantas cosas, pero lo suficientemente profundas como para dejar una idea clara sobre este problema que de alguna forma fue planteado, sin dar demasiados detalles para no ser indiscreto, pero, hombres de buena voluntad y también hombres de mala voluntad, convénzase de una cosa de hoy para siempre: el Espíritu Santo sopla donde quiere, cuando quiere y en el momento que quiere, ¿es que no alcanzan 2000 años ya de historia para haberse dado cuenta con claridad meridiana que es así?, que pena, si Yo no supiera cómo es la naturaleza del hombre me preocuparía mucho pero sé cómo es el hombre, sé muy bien.

Y vuelvo a retomar, hombres de buena voluntad y de mala voluntad van a tener que acostumbrarse a recibir Mi palabra, la de Mi Padre o la inspiración del Espíritu Santo, todos un solo Dios, de cualquiera, de cualquier persona, porque Yo puedo hablar a través de una piedra, de un árbol, de un animal y por supuesto de los hombres, tengan hábitos o no y Mi palabra tiene el mismo peso. Y si revisan la historia van a ver que los momentos más sublimes, más grandes y los secretos más importantes que he revelado no lo he hecho justamente a quienes habían hecho de su carrera Mi especialización sino a otros y siempre me he decidido por los más simples, más humildes, más pequeñitos de todos. No escarmientan, no quieren ver, se empecinan en una posición que prácticamente es deplorable, por supuesto que muchos entienden todo esto pero parece que está tan arraigado en el corazón de tantos que no quieren dar el brazo a torcer, peor para ellos porque cuando se vienen los grandes cambios que Yo acelero, a pesar de esos pesos muertos, hablan con que ya estoy queriendo aparecer como el Jesús triunfante de la Parusía, porque el problema es que ellos no quieren cambiar, entonces dicen: esto se terminó, en vez de tener la humildad suficiente de asumir los cambios necesarios para que en última y primera instancia se beneficie más el hombre, ser por el cual vine, entonces hablan de Mi segunda venida y ¿por qué hablan de segunda venida?, porque la segunda venida sería el fin y el fin justamente es lo que quieren todos aquellos que no pueden descender del pedestal y asumir que se avecinan cambios muy grandes, sumamente grandes, porque Yo me he propuesto que esos cambios ocurran en este Tercer Milenio que se avecina, así que aquellos como dije el otro día, profetas de la decadencia, Yo les diría que dejen de confundir a la gente porque un última instancia lo que hacen es alimentar su yo y le hacen un mal muy grande al hombre, además de enseñar errores pero que en el fondo es muy posible que muchos de ellos sepan que son errores pero lo hacen igual como una forma de querer ganar a toda costa y lo que deberían hacer es seguir aquello de humildad, humildad.

Nadie les da derechos a nadie por tener la cabeza llena de libros, de que ese sea el motivo para argumentar cosas que ni entendieron, ni entienden, ni entenderán, no tengan miedo que Mi Misericordia alcanza para que ellos se salven y gocen de la Bienaventuranza Eterna, pero eso no quita de que sean testarudos y no vean que lo que habla es su egoísmo, su soberbia, su ignorancia, su falta de criterio para analizar los signos de los tiempos.

Yo creo que ya he dicho suficiente, Yo sé que para muchos esto le caerá muy doloroso, como una piedra en el estómago, ya lo sé, pero no lo puedo decir de otra forma, no hay otra manera de explicarlo, no hay otra.

Hermanos, hijos, amigos, compañeros, nunca se dejen atemorizar por las cosas que pueden venir y que van a venir. Adelante, adelante en todo, porque Yo los considero Mis discípulos y les doy la fuerza de discípulos y nadie, como dice el Evangelio, detiene a un hombre cuando Yo le di la fuerza para caminar. ¿Qué sordos que son algunos?, no quieren oír, no quieren oír.

Los amo mucho, los quiero mucho, sigan, sigan adelante, sigan adelante, sigan adelante.

Amén.

Habla Artemio:

Señor Jesús, te damos gracias por todas estas cosas que nos has dicho, es posible que detrás de estas pocas palabras para quien quiere ver hay tantas verdades Señor, pero tantas verdades. Señor, pero la duda que uno le queda es que esos que dicen todo esto dicen estar inspirados por el Espíritu Santo y hablan de Revelaciones Privadas Señor, ese es el problema, entonces uno se queda ahí con el corazón medio con espinas porque dicen haber sido inspirados por el Espíritu Santo, ese es el problema. Entonces, uno dice: no, no es así, pero no deja de tenerlo en cuenta también.

Gracias Señor porque dices todas estas cosas, te voy a pedir Señor, no quiero que salga de tus planes, en absoluto, pero me gustaría Señor que los Mensajes y Profecías pudieran tener mayor difusión, mucho mayor difusión Señor, mucho más que la que tienen. Yo creo que vos no has hecho algo para que queden ahí guardadas como algo inservible, no sé, digo Señor, digo, no sé, me parece, pero en todo cado que se haga tu voluntad porque vos lo dijiste: ni un momento antes, ni un momento después sino cuando corresponda.

Y terminamos esta reunión del día 04 de Septiembre, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.