...Mis palabras no son fuertes, para que nadie tiemble. Mis palabras son de amor, para que todos calmen sus ánimos y puedan empezar de nuevo. Por eso, repito, debes gritar a los cuatro vientos: ¡Hombres y mujeres que tienen el poder, en cualquiera de sus formas, y aquellos que no lo tienen también, deben decir con fuerza "el Mensaje que Jesús dio a Santa Faustina lo está continuando en este lugar, en este pequeño poblado de la pampa gringa, en este lugar remoto del fin del mundo, de la República Argentina, y en este país que parecería que siempre anduvo a contramano!"...
20 / 02 / 2001
Dice Jesús:
A Santa Faustina Yo le hablé en forma privada. Continúo con los Mensajes de la Misericordia en este lugar. Mi Madre, en Lourdes, en Fátima, en Medjugorge, también lo hace en forma privada. Después conocerán las palabras, los Mensajes y dirán lo que quieran, pero esto se asemeja a lo de Santa Faustina, a Lourdes, a Fátima, a Medjugorge, etc.
Así es que tu compromiso esencial, es Conmigo y con Mi Madre, y el día que Yo te pida cuentas, Mi querido, te voy a pedir cuentas a vos y no a todos aquellos que demoran, dificultan, entorpecen, las cosas que vos hacés y las cosas que Yo te digo. Hay algunos que no, pero hay otros que tienen mala voluntad. Pero vos debés estar más allá de todo eso.
Lo de hoy no es extenso, pero sí profundo:
Quiero que digas, sin temor ni temblor, a todos aquellos que quieran oirte, y que no quieran oírte, tenés que transmitirles un mensaje bien claro, que el Padre, Yo y el Espíritu Santo tenemos pensado desde siempre, y Mi Madre también. Yo soy el portavoz, Segunda Persona de la Santísima trinidad, pero hablo a través tuyo por el Espíritu Santo. Así que ahora o en el tiempo puedan creer todo esto o no creerlo, ¡pero es!.
Quien crea en esto, corre por su cuenta. Quien no crea, también corre por su cuenta. Ahora, si en todas estas palabras hubiera diatribas terribles, como en otros lugares, que inventaron sobre Mí o sobre Mi Madre, en todo caso podría decirse que se fomenta el temor u otras cosas que no son justamente del Señor. Entonces, si se creen o no es un problema totalmente aparte. El tiempo, cercano, medianamente cercano y lejano irá corroborando en forma inexorable.
Debés poner en una hoja las cosas que estoy diciendo. Debés comunicar a todas las personas que puedas: dirigentes, todos aquellos que tienen la posibilidad de influenciar sus ambientes, a todos aquellos que de alguna forma tienen el poder, en todos los órdenes... A vos no debe importarte qué atención te dispensen. Vos gritá a los cuatro vientos, a los hombres de todas las latitudes, sobre todo aquellos que tienen el poder, y el poder de transmitir, y el poder de colaborar y darse en todo esto.
¡Este mensaje es de tanto amor, es de tanta Misericordia! Por una razón lógica, si queremos podemos verlo por el lado del razonamiento, y por una razón afectiva, podemos verlo por el otro lado del corazón. Pero de algo hay una total seguridad: ¡esto es verdad! Por más que armen argumentos, y argumentos, y argumentos, nadie puede rebatir todo lo que se está diciendo.
Mis palabras no son fuertes, para que nadie tiemble. Mis palabras son de amor, para que todos calmen sus ánimos y puedan empezar de nuevo. Por eso, repito, debes gritar a los cuatro vientos: ¡Hombres y mujeres que tienen el poder, en cualquiera de sus formas, y aquellos que no lo tienen también, deben decir con fuerza "el Mensaje que Jesús dio a Santa Faustina lo está continuando en este lugar, en este pequeño poblado de la pampa gringa, en este lugar remoto del fin del mundo, de la República Argentina, y en este país que parecería que siempre anduvo a contramano!".
Justamente, estas son las curiosidades de la Providencia, elegir los lugares más inhóspitos y difíciles, más intolerantes, para decir todo lo que se está diciendo.
Lo mismo que a Santa Faustina, digo: entre Mi Padre, que es la Ley, y el hombre, estoy Yo, que soy la Misericordia dispuesto a comprender, dispuesto a perdonar todo.
El mundo da la apariencia de ser un lugar inhóspito, donde si bien es cierto que hay montones de cosas maravillosas, pero parecería que no es un lugar habitable. Entonces, tienen poco tiempo. Pero no porque vaya a terminar el mundo. ¡No! Tienen poco tiempo porque van a tomar conciencia de cosas que ya dije, pero que vuelvo a repetir: que el amor en todas sus formas es el único que puede remediar los males de este mundo tan inhóspito.
Y se dirán "palabras lindas que ya conocemos, pero que no son fructíferas". ¿Quieren algún ejemplo para que vean a qué me refiero? Pues bien. Si sos un industrial y tenés tantos empleados bajo tu responsabilidad, ¡llegó la hora, Mi querido, de que pienses en la vida de toda esa gente, y de que en tu acción cotidiana se manifieste cómo pensás en toda esa gente!.
Todos aquellos que integran las grandes corporaciones, nacionales e internacionales, tienen que convencerse de una vez por todas de que si siguen en la misma tesitura en que están serán víctimas ellos mismos de los lobos que están haciendo nacer diariamente. Es por eso que deberán cambiar de actitud todos los que todavía no han tomado conciencia de que estamos en la Era de la Misericordia.
Todavía no soy el Señor Glorioso que vendrá con trompetas a decir "¡el mundo ha terminado!" No, soy el Señor de la Misericordia, que está invitando a todos a poner las cosas en claro. ¿los amenazo con algo? ¡¡Nooo!! Solamente que a diario, cada minuto, se derramará tanto Espíritu Santo sobre todos que las conciencias empezarán a parpadear.
El Hijo de Dios no tiene porqué aplicar ningún castigo, de ninguna naturaleza, como nunca lo hace porque es Amor y es Misericordia. El problema reside en el castigo que siente una conciencia tortuosa, que vive a expensas de la sangre de los otros. Si vos estás, querido, en la posición de que en lo profundo de tu noche de repente tomás conciencia de que con tu forma de proceder, o en las organizaciones a las que pertenecés, estás oprimiendo al hombre y estás realmente proscribiendo a un montón de seres porque tu soberbia, tu orgullo, y sobre todo tu avaricia los ha relegado, ¡no quisiera estar en tu piel, Mi querido, cuando tu conciencia empiece a parpadear! ¡¡No quisiera!!.
Porque cuando el ser humano toma conciencia de haber impedido vivir con los derechos esenciales a otro ser, los derechos esenciales de la persona, el sufrimiento que produce la toma de conciencia es algo indecible. ¡Indecible! Es por eso que quiero que estas palabras sirvan para apresurar el parpadeo de vuestras conciencias.
Todos aquellos que dominan la tierra, todos aquellos que han convertido a este mundo en la Gran Aldea, como dicen, y Yo a usar palabras que ustedes usan, la tan llamada "globalización". ¿Adonde quieren llegar, Mis queridos? ¿No se dan cuenta de que con el accionar de las corporaciones, con el accionar de los grandes imperios, con el accionar de sentirse dueño de la vida y las cosas de los demás, proceden de una manera altanera, soberbia y avara, como si todos esos seres no existiesen?.
¡Deberán cambiar!, no les amenazo con ningún castigo. Solamente les digo: nada hay tan terrible como una noche a solas con una conciencia que hace reproches. Porque en el fondo, y también en la superficie, de una forma u otra todos saben qué está bien y qué está mal. A nadie negó el Señor un poquito de luz interior para darse cuenta de en qué calle, en qué camino está transitando.
Es posible que el paso del tiempo les haya endurecido los corazones, pero este Padre amoroso les está invitando, les está diciendo buenamente "¡no caven vuestra propia sepultura!" Hay necesidad de un cambio muy grande, de una transformación muy grande. Le hablo a la conciencia de cada uno. Si cada uno en su lugar empieza a escuchar Mi voz, faltará muy poco tiempo para que los hombres de todas las latitudes puedan decir su palabra. ¡No me digan, hermanos, que ustedes no saben perfectamente que sobre la Tierra el sol sale para una ínfima minoría! Yo les pregunto, ¿Que dice vuestra conciencia de eso?.
No es porque sí que Yo haya aparecido en este lugar de la Tierra, y ya expliqué montones de veces por qué. En todo caso tiene que agradecer la Providencia de estos Mensajes, porque pensando en lo que Mi Madre dice y quiere, la Gran Cruzada del Espíritu Santo, la vigencia y las enseñanzas del Vaticano Segundo, hacen que todo se vea claro. ¡¡no sigan cavando, no sigan poniendo tierra sobre las verdades esenciales!! Porque están cavando su propia sepultura, repito.
¡Cuántas palabras se han dicho sobre el fin del mundo y los castigos terribles que el Señor mandaría. ¡El Señor no manda ningún castigo terrible, ni la Madre, Mi Padre, tampoco! En todo caso les hace una invitación a vivir de otra manera. Sí, los volcanes se ponen en erupción, los terremotos destruyen casas y obras de todo tipo, hay calamidades en toda la tierra, geográficas, geológicas, o las que están acostumbrados a ver por los medios masivos de comunicación. Mis queridos, toda la vida hubo volcanes en erupción, y vendavales, y pedradas, y cosechas perdidas, y todas las cosas por el estilo. Ocurre que ahora son tan rápidos los medios masivos de comunicación que todo el mundo se entera en un momento. Entonces hablan de la ira de Dios.
¡Por favor, no confundan! Les he dado una inteligencia y una libertad para pensar, para buscar, para tener en claro las cosas. ¿Como es posible que se hable de la ira de Dios? ¿Como pueden pensar que un Dios de amor pueda disfrutar enterrando a las personas bajo la lava de un volcán? Pero ¿A qué extremos han llegado, Mis queridos? ¿A qué extremos han llegado?.
Por eso, a través de este, Mi hijo querido Artemio, les digo con toda la fuerza que puedo: ¡¡¡Estamos en la Era de la Misericordia!!! Aquello que comencé diciéndole a Santa Faustina lo continúo acá. Convendrá volver a leer aquellas revelaciones a Santa Faustina, tan maltratadas en su época y tan poco oídas en esta época. ¿Por qué, Mis queridos? ¿No quieren ustedes tener como Padre a un Dios de amor que les ofrece todo por ese camino? No me hagan pensar que en vuestro corazón se albergan ideas extrañas, de hacer pagar las ofensas.
Piensen en todo esto. Retomen las revelaciones a Santa Faustina y crean a pies juntillas en todas las cosas que digo acá.
Este mensaje está incluido en el Libro 3 - Revelaciones