Mensaje del 10 de Septiembre de 2003

Habla Artemio:

… ¿no es cierto? y no por eso sino porque cada uno tiene que seguir con sus cosas. El Mensaje ya empezó antes, así que continuamos ahora.

Dice Nuestra Madre:

“He aquí la esclava del Señor, hágase en Mí según tu palabra”.

Estoy muy contenta en esta noche porque he visto en ustedes una profunda devoción y al abrir la palabra, al mostrarles lo que es la fe y pensar la seguridad que puede darles para todo, pienso que se deben sentir muy bien, porque que hijo se siente mal en los brazos de su madre, ¿qué hijo se siente mal?.

Es tremendamente valiosa la madre biológica, pero Yo soy vuestra Madre porque los adopté como hijos, si ustedes son creaturas del Señor, entonces Yo también soy vuestra Madre.

Acuérdense siempre cuando miran una cruz y vean a Mi Hijo ahí, Él estuvo unas horas solamente en la cruz, nada más que unas horas y ahora está vivo en medio de ustedes, pero sus heridas siguen sangrando, porque Él sigue pagando las deudas de todos los hombres.

Sepan que los amo tanto, pero no desde hoy o ayer, desde siempre, así como todas las noches los tengo en Mis brazos para cantarles antes que se duerman o ya dormidos, jamás falto en esa hora, crean o no crean en Mí, jamás, jamás puedo faltar para hacerlos dormir en Mi regazo. Y a veces hay hombres que pasan toda una vida sin llamarme si quiera una vez o si lo hacen es para decir palabras que no son adecuadas a Mí y palabras que nunca uno podría decirle a una madre, pero a Mi no me interesa porque Mi amor está sobre y por encima de todo.

Se acuerdan de ese ejemplo que una vez les di: un hijo mientras lastimaba seriamente a su madre, tropezó y la madre no piensa en la herida que le produjo su hijo y le dice: hijo ¿te hiciste mal?, esa es la forma de proceder siempre de una madre.

Ustedes saben que pueden considerarse dichosos, felices, ¿por qué?, porque junto a Mi Hijo estoy siempre con ustedes, ustedes dirán: ¿cerca de los seis billones de hombres que tiene el mundo?, y sí, aunque no me conozcan algunos, ni me tengan en cuenta ni nada, pero de esos que aún no me tienen en cuenta, tal vez estén esperando la palabra de ustedes que les expliquen quien soy Yo y cuanto los amo.

Decían antes, que la fe también viene cuando uno conoce las cosas, pues bien cuando se encuentran por ahí ante alguien y les parece que es oportuno y no desubicado, háblenle de Mí, no creo que ninguna persona puede reaccionar mal, porque todos tienen una madre, pero pueden ser muy felices cuando descubran que más allá de su madre humana, la Madre de Dios también es Madre de cada uno y solamente un corazón muy endurecido no se conmueve cuando descubre que también tiene otra Mamá, que le amó desde siempre y le seguirá amando desde siempre.

¿Eso quiere decir que tienen que adorarme?, no, a Mi Hijo, como a las tres personas de la Trinidad tienen que adorar, lo que tienen que hacer conmigo es venerarme, esa es una palabra, pero lo que Yo quiero es que me amen como Yo los amo a ustedes, ¿por qué?, porque me gusta favorecerlos, porque me gusta darles lo que necesitan, me gusta que se sientan Hijos Míos, en las buenas y en las malas, durante el día o por la noche y pensar que hay tantos seres que andan por el mundo como huérfanos creyendo que no tienen a nadie en quién confiar y Yo voy detrás de ellos estando siempre disponibles con Mi regazo preparado para acunarlos como si fueran bebé de pecho.

Ustedes no se imaginan ni por casualidad cuantas gracias ha descendido y está descendiendo sobre ustedes, si uno tomara un poquitito de conciencia de eso sale gritando para comunicarle a los otros su alegría de tanto amor junto.

Por eso, por ahí hablen y díganle que me conocen, que todo es amor lo Mío y que estoy ansiosa de que también ellos me digan Mamá, no interesa como les vaya al hablarles sobre Mí, ustedes saben que siempre será positivo, siempre será útil, aunque las personas no quieran reconocerlo, pero cuando regresen a su interior y cuando queden a solas consigo mismo, van a recoger las palabras que ustedes dijeron y las tendrán para siempre en su corazón.

Digan vuestra palabra como se siembra una semilla y no esperen para ver la planta que nace, ustedes tienen la seguridad que la planta va a nacer y va a dar mucho fruto.

No saben cuánto los amo, desde siempre y para siempre, pero permítanme que les diga que a ustedes, estoy convencida que los quiero más, porque están aquí justamente para escucharme y me han dicho casi a los gritos que me aman, tengan la seguridad de todo Mi amor para siempre, para ustedes y para todos aquellos que ustedes aman.

Amén.