Mensaje del 06 de Diciembre de 2001

Dice Jesús:

Ámense como Yo los amo, Yo soy el Amor y la Misericordia, quien no está con el Amor y la Misericordia no está conmigo. De esto se desprende que todos los actos de la vida de los hombres tienen que partir de mis mandatos, que no son arbitrarios sino para plenificar al hombre, Yo les hablo las cosas que me enseño Mi Padre y no hago otra cosa que prepararlos para ir a Mi Padre. Él es Amor, como Yo soy Amor y el Espíritu Santo es Amor, la Trinidad es Amor, quien no lo entiende así no lo entiende, esto debe modificar, guiar, encaminar, toda nuestra vida. Ustedes me van a decir que no es fácil vivir en este valle de lágrimas, pero Yo les doy la seguridad de que Yo estoy con ustedes, y si Yo estoy con ustedes, ya no tienen nada que temer.

Hoy recibiste una respuesta, no sé si esperabas otra o esa, pero es una buena respuesta de alguien que es responsable, de cualquier forma mis palabras en sus manos obrarán todos los prodigios, además todas las cosas tienen que tener su tiempo; el echo de responder en forma inmediata indica hasta qué punto fue tenido en cuenta.

Quiero decirte que te quedes tranquilo, que lo que estuvo a tu alcance lo hiciste con la ayuda y colaboración de toda esa gente que realmente me ama. Así que adelante, todos los días habrá nuevos signos, todos los días habrá signos que el Mensaje de la Misericordia llega a todos los hombres… más allá del esfuerzo humano que cualquiera pueda hacer, está mi voluntad de que los hombres vivan como hombres.

Dice la Virgen María:

Yo soy mediadora de todas las gracias, entonces dejen por mi cuenta todo esto. Yo conozco las razones y los corazones y sé cómo manejan todo esto, queden en paz, todo está bien, todo está bien. Viene a cuento lo del hombre que tenía enterrado un tesoro en el patio de su casa, aquí pasa lo mismo pero con una pequeña diferencia; tal vez como saben que el tesoro es muy grande no se animan a desenterrarlo porque un tesoro trae una serie de compromisos, acciones que hay que llevar a cabo, por lo tanto una vez desenterrado ya… así que en paz, esperar en paz…

Dice San Martín de Porres:

Es lo que siempre hemos hecho a lo largo de los tiempos, esperar. El Señor nos dio siempre mucha paciencia, porque sino la raza negra a quien represento en este mundo, si no hubiesen tenido paciencia estaríamos destruidos… . Nunca se nos tuvo en cuenta y ahora que nos tienen en cuenta medianamente, seguimos esperando; pero los prejuicios en contra de nuestro color no terminarán tan fácil, no. Hay muchos que hablan de Misericordia y creyendo que están militando dentro de ella, que la han entendido, que la practican, pero no es así. Nosotros no somos dirigidos por la mayoría y siento mucha pena por eso, mucha pena… .

Dice la Madre Teresa:

Yo siempre tengo paciencia, pero como les dije en muchas oportunidades, así como no resistía hacer cola para comprar algo, les explicaba que tenía apuro porque me esperaba el hambre. Yo Teresa soy tan impaciente como vos, la misma impaciencia que tuviste a lo largo de toda tu vida, pero acepto gustosa que nuestra Madre y Nuestro Señor nos digan paciencia, pero que querés que te diga, mi corazón está siempre ardiendo como un fuego porque no aguanta las injusticias. Nunca las aguanté, tampoco ahora las aguanto. Yo tengo toda la paciencia, pero duerme el derecho de que mi corazón arda de impaciencia para que las injusticias se terminen, y mejor que no empiece a enumerarlas porque tengo tantas pero tantas agendadas.

Por que crees que estoy acá (y en otras partes) porque hice causa común con vos… pero no te preocupes.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, llegará el momento en que pondrán orden, es decir harán que las personas tomen conciencia para poner orden. Mientras tanto aguantémonos nuestro corazón ardiendo en la espera.

Amén.