Mensaje del 13 de Septiembre de 2003

Vieron Mis queridos, no es cuestión de a veces tantas cosas dichas hasta de manera indiferente, sino sin ser malo lo demás, pocas palabras sentidas, profundas, que salgan del corazón es lo que importa.

Mensaje del 13 de Septiembre de 2003

Habla Artemio:

Hoy es 13 ¿no?, hoy es el día de la Rosa Mística, bueno día 13 de Septiembre de 2003.

Como siempre Nuestra Madre hace un buen rato que está esperando y también se sonreía con nosotros cuando cantábamos.

Dice la Madre:

Me hace tan feliz venir a este lugar, porque aquí se respira siempre la savia nueva de la vida, que todos los días renace, que todos los días trae nuevas consolaciones, nuevas gracias, nuevos milagros, nuevas transformaciones, nuevas conversiones.

Me gusta esa expresión de la Salve que dice: “Reina y Madre de Misericordia, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra”. Alguna vez se han detenido a pensar en tan bellas palabras y tan grandes y extraordinarias, “Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra”.

Vieron Mis queridos, no es cuestión de a veces tantas cosas dichas hasta de manera indiferente, sino sin ser malo lo demás, pocas palabras sentidas, profundas, que salgan del corazón es lo que importa, “Reina y Madre de Misericordia”, muchos lo dicen al rezar la Salve, pero contadísimos son aquellos que reparan al decir: “Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra”. Cuanto en tan pocas palabras.

Me detengo un poco entre expresión y expresión para que ustedes reciban todas las gracias que se desprenden de una expresión y que tienen enseguida una retribución para que realmente: “…vida, dulzura y esperanza nuestra”, se vivencie en plenitud, “…a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”, “…vuelve a nosotros, esos, tus ojos misericordiosos, vuelve a nosotros esos ojos misericordiosos”, “… ruega por nosotros Santa Madre de Dios, ruega por nosotros”.

Díganlo siempre: “…ruega por nosotros Santa Madre de Dios”, ¿a quien? a Mi Hijo, para que siempre ustedes estén con Él y Él con ustedes, no por un día o dos sino por toda una eternidad.

Amén.

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