Mensaje del 31 de Marzo de 1999

Tal vez Mi presentación de hoy como Cristo Rey en Semana Santa les parezca extraña, ustedes están conmemorando los días de la Pasión, pero Yo estoy vivo, todo lo que pasará mañana y pasado y pasado será simbólico, mañana esta ropa de Mí desaparecerá y vendré para recordarles todas Mis heridas, todos los golpes, todas las cosas que me hicieron antes de morir, mañana vendré y les recordaré todo eso y les mostraré como sale la sangre de Mi cuerpo, porque estoy vivo pero Mis heridas siguen sangrando y mis golpes siguen estando en Mi cuerpo, en Mi parte humana.


Mensaje del 31 de Marzo de 1999

Habla Artemio:

Te damos gracias Señor por todo lo que hemos vivido, cada uno sintió como un fuego que entró dentro de sí, no hay ninguna duda de eso, es tu amor Señor del que nunca nos hartamos porque lo necesitamos Señor para vivir cada día, cada uno de nuestros problemas, de nuestros dolores, de nuestras luchas. Por eso Señor, hemos renovado el Bautismo, este acto grandioso Señor ha colmado a nuestro ser Señor, si en aquella oportunidad cuando éramos pequeñitos las cosas no hubiesen estado bien hechas, hoy vos a reparado todo eso, además Señor después en la otra oración de liberación y sanación, has pasado por nuestros cuerpos, nuestra psiquis y todo nuestro espíritu y nuestro pasado y nuestro presente y nos has sanado de todo aquello que necesitábamos ser sanados Señor, tal vez no lo notemos en forma inmediata, pero cuando pasen las horas o los días, vamos a ir notando que vos has hecho prodigios Señor en nosotros, prodigios Señor has hecho en nosotros esta noche, porque no es una noche común, es la Semana Mayor del año, la Semana Santa y si bien son conmemoraciones porque vos ya has resucitado hace casi dos mil años pero esta semana se recuerdan todos esos acontecimientos. Nos imaginamos Señor tu tristeza enorme, pensando todo lo que iba a ocurrir mañana y pasado, porque además de ser de Dios, también eras un hombre y la muerte asusta a cualquiera, por más que creamos estar muy preparados, siempre el cambio de un estado al otro asusta a cualquiera, aunque sepamos que todo va a ser hermoso, pero no es fácil.

Señor entonces nuestra alma está tal vez entonando un cántico de tristeza para acompañarte, acompañarte en todo tu dolor porque la sangre que vos derramaste en aquella oportunidad y la seguís derramando todos los días que conmemoramos mañana o pasado, ahora debe ser enorme Señor por todo lo que está pasando por la guerra Señor; como el lunes por la noche lo dijiste: es terrible lo que está pasando, lo que el hombre es capaz de hacer contra su hermano, es terrible, ni siquiera en la primera guerra, en la segunda guerra mundial, ni en la guerra de Vietnam, hubo tantas muertes en tan poquito tiempo como ahora, Yugoslavia, Kosovo, todos los países vecinos, todos están involucrados Señor pero tu sangre es tanta y tu Misericordia es tan grande que alcanza para todos Señor, pero también es cierto que nuestra alma viendo e imaginando todo lo que está pasando, está con una profunda tristeza. El lunes por la noche Señor cuando yo estaba internado con toda esa cama confortable, todos los aparatos y todas las cosas, todo bien y vos te apareciste y dijiste después de hacerme la señal de la cruz, dijiste: hoy miles y miles de hombres murieron y tal vez esos han tenido más suerte que los que han quedado vivos, porque en este momento cientos y cientos de personas están padeciendo los horrores de heridas, de enfermedades, de desangrarse sin tener quien los auxilie, de niños que lloran porque sus padres ya no están más, miles y miles y miles y miles y dijiste: “Mi alma estará triste hasta la muerte”, repitiendo las palabras del huerto de Getsemani y entonces yo dije: y ¿que podemos hacer Señor desde acá? y yo en esta pieza tan confortable, sufriendo, pero confortable, tan lleno de atenciones y vos dijiste: oración, oración, oración.

Ven Señor Jesús, ven, en este miércoles Santo ven a dar tu Mensaje, como ya va por el quinto año que lo haces, te esperamos Señor. Jesús está con nosotros como Cristo Rey, lo acompaña su Mamá, la Madre Teresa, San Artemio, San Martín de Porres y hay un montón de Ángeles y Santos por todos lados. Habla Señor.

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien me sigue a Mí, no anda en tinieblas”.

Ahora estoy acá en forma visible, pero lo estaba antes también por supuesto y todo lo que ha ocurrido me parece maravilloso, porque de ese río que habla ha lavado tantas cosas de ustedes, tantas cosas del presente, del pasado y del pasado remoto, que ni por casualidad pueden ustedes imaginarse, es realmente un nuevo nacimiento el que ustedes han experimentado hoy, un nuevo nacimiento, desde hoy vuestra vida ya no será igual, todo será diferente, porque más que hablar ustedes, el Espíritu Santo hablará por ustedes. Además sin disminuir vuestra libertad Yo iré guiándolos, hasta en las cosas más pequeñas de vuestra vida.

En la Epístola a los Romanos en una parte parecería que cuando Yo me fijo en algunas personas legalizaría sus pecados, no es tan así, pero pueden tener la seguridad que cuando amo a las personas, amo a todos, pero aquellos que Yo he elegido y amo mucho más, parecería que cuando no hacen cosas adecuadas miro hacia otro lado.

Hoy no me he arrodillado para significar a aquellos que resucitaron pero podría haberlo hacho doce veces, todo eso es fruto de vuestra oración y fruto de esta noche de oración y fruto de esta renovación del Bautismo, esta renovación de la infusión del Espíritu Santo, esto es tan agradable a Mis ojos pero tan agradable a Mis ojos, que ni por casualidad ustedes pueden imaginarlo. Tal vez Mi presentación de hoy como Cristo Rey en Semana Santa les parezca extraña, ustedes están conmemorando los días de la Pasión, pero Yo estoy vivo, todo lo que pasará mañana y pasado y pasado será simbólico, mañana esta ropa de Mí desaparecerá y vendré para recordarles todas Mis heridas, todos los golpes, todas las cosas que me hicieron antes de morir, mañana vendré y les recordaré todo eso y les mostraré como sale la sangre de Mi cuerpo, porque estoy vivo pero Mis heridas siguen sangrando y mis golpes siguen estando en Mi cuerpo, en Mi parte humana.

Tanto ha ocurrido esta noche en la vida de ustedes que no creo que haga falta decirles más y ya que estos Mensajes van dirigidos a toda la humanidad, que todos los hombres recuerden que lo que acaban de hacer ustedes me agrada tanto, pero tanto, que tendría que ser una práctica cotidiana.

Dice Nuestra Señora:

No lo tomes a mal, pero para tener mejor iluminación tuve que buscarme Yo una lámpara y Yo inducirte para que la colocaras, pero no lo tomes a mal, está bien, ocurre que cuando uno trata con el Señor, conmigo, creen que todo lo tenemos, pero no saben lo feliz que me hacen esas pequeñas cosas como iluminarme mejor o colocarme una flor u ofrecerme algo. La Madre de Dios se siente muy feliz, hasta con esas pequeñas cosas de sus hijos, piensen como obra o como es una madre cuando su hijo se muestra afectuoso con ella, Yo soy igual, entonces hasta esas pequeñas cosas me agradan, por supuesto que diariamente ofreces muchísimas cosas para Mí, y esto de la luz fue nada más que decir algo para poder decir el resto. Pero no te olvides, ni se olviden los hombres que una Madre siempre está ansiosa de que sus hijos les hagan hasta una simple reverencia, no por la reverencia en sí, sino por expresar de alguna manera que estoy en un contacto permanente con el más allá, que al hacerlo se torna en un más acá. Valga esto para todos los hombres.

Dice la Madre Teresa:

Yo tenía para ilustrar lo que dijo Nuestra Señora, Yo tenía algunas cosas, a veces juntaba frutos de algunos árboles, los ponía en la mano formando lindos colores y se los ofrecía a María diciéndole: ¿te gusta Señora?, como un niño le dice a su madre con bolitas en la mano, otras veces cuando encontraba a esos niños de piel y huesos, ¿qué se puede hacer con un niño de piel y huesos?, le hacía tocar las manitos juntas como si aplaudiera y le decía: ¿te gusta Señora el aplauso de un niño moribundo, que dentro de horas seguramente será un ángel que esté a tu lado?, u otras veces tenían una sed muy grande, llevaba la copa de agua hasta los labios y luego retrocedía y la ponía sobre la mesa, la India tiene buena temperatura ustedes saben y la sed a veces es terrible, pero yo volvía a poner el vaso sobre la mesa y decía: por vos Señora, por vos y por tantos que no tienen un vaso de agua para llevar a su boca. Eran pequeñas cosas, yo comprendo, pero ya cuando pasé a este lado me di cuenta cuánto agradaban a mi Madre, cuánto.

Dice San Martín de Porres:

Cualquiera diría que un miércoles Santo diciendo estas cosas desentonamos, yo diría lo contrario, estamos hablando cómo agradar a Nuestra Señora justamente en esta semana en que ella sufrió tanto, ¿y de qué forma yo le hacía a ella referencias u otras cosas por el estilo?, me acuerdo que muchas veces cuando estaba tan cansado de barrer y de limpiar, le decía: Señora, ¿podrías ayudarme un poco o mandarme unos cuántos Ángeles que me ayuden?, eso lo hacía al comienzo, le pedía, pero a medida que fue pasando el tiempo y entendí, le decía: Señora, poné delante de mí más cosas sucias, porque a medida que las voy limpiando, quiero hacerte como un cántico de alabanza a vos, porque cuando saco suciedad de un lugar me hago la idea de que contribuyo a sacar suciedad de los hombres, otras veces cuando paseaba por los campos cercanos a Lima, juntaba flores y después no las juntaba, las ofrecía directamente y decía: para vos Señora, para vos, o cuando veía a algún niño sonreír feliz decía: para vos Señora, para vos. Y es como dijo la Madre Teresa recién, son pequeñísimas cosas, pero ¿acaso una madre no se nutre diariamente de las pequeñísimas cosas que sus hijos les hacen y la hacen tremendamente feliz?, ustedes ¿qué creen?, este es el Reino de los Cielos, todo esto es humildad, sencillez, simplicidad, una simple sonrisa vale más que un mundo de cosas, sabiéndolo entender por supuesto, así es todo esto y así debería ser vuestra vida mis queridos, porque es la única forma de agradar al Señor, haciéndose como una vez Jesús te dijo varias veces: Mi querido gusanito, ¿hay algo más pequeño e insignificante que un gusanito?, bueno, así es la predilección del Señor.

Dice San Artemio:

Cuando no entendía lo suficiente, pasaba corriendo con mi caballo a toda velocidad y me encantaba quitar las cabezas de las estatuas y por cada cabeza que rodaba de un Dios pagano decía: para vos Señora, para vos Señora. Cuando pasó el tiempo me di cuenta que eso no estaba tan bien y tal vez, buscaba cosas más profundas porque pensé que eso de arrancar cabezas a las estatuas no era muy, entonces ofrecía otras cosas, dolores sufrimientos, alegrías porque sabían que yo tuve una familia también, estoy tan perdido en la historia que se sabe muy poco de mí, pero yo tenía una familia. Otro día les contaré más de ella, tres hijos tuve, pero la historia no recogió nada de ellos ni se sabe nada de ellos, solamente la Iglesia anotó en los libros eternos sobre mi conversión y sobre mi martirio, que cuando rodó mi cabeza por el suelo, mi último ofrecimiento fue: por vos Señora.

Amén.