• CAPILLA ABIERTA TODOS LOS DÍAS

Mensaje del 22 de Abril de 1998

Y estoy aquí con ustedes compartiéndolo todo esto y estoy al lado de los chicos que se mueren de hambre porque ¿acaso crees que me olvido que tres cuartas partes de la población del mundo se acuesta con hambre?, ¿creés que me olvido de eso?, y Mi Corazón tiene que sentir compasión por todos ellos y cerrar sus ojos, bajar sus párpados cuando mueren porque su estómago ya no recibía más comida desde hace mucho tiempo.


Mensaje del 22 de Abril de 1998

Habla Artemio:

Yo te diría Señor que en esta noche revises nuestros corazones respecto a lo que nosotros empezamos hablando y seguimos hablando, evidentemente Señor no somos malos porque a veces hagamos alguna crítica ¿no es cierto?, pero vos no nos querés así, no, dice San Juan que Dios amó tanto al hombre que te mandó a vos, Jesús, para que con tu sangre pagaras nuestras culpas, y eso es lo que estás haciendo todos los días y nosotros no nos acordamos que tus heridas están tan fresquitas, está fresquita la sangrecita ¿eh?, bueno. Es decir que seguís hace dos mil años casi, que seguís perdiendo sangre, derramando sangre para seguir pagando lo nuestro y nosotros seguimos haciéndonos los burros que no queremos entender que te hacemos daño a vos cuando estamos fuera del camino, pero también vos Señor tenés compasión de nosotros y te fijás Señor en nuestro largo día lleno de cosas y cosas y cosas y cosas.

Es duro Señor lo que tuve que hacer esta mañana Señor, yo comprendo, yo comprendo, Señor, pero yo no soy nadie para juzgar Señor ¿verdad?, nadie, vos me pedís que yo tenga compasión, que sienta junto, entonces mi mano se levantó para bendecir a un ser humano que me dijo: cometí tres abortos, y bueno dije yo, vamos a ponerle nombre porque…, ¿hay que ponerle nombre?, claro, hay que ponerle nombre porque forman parte de tu familia y yo le digo: pensá qué nombre, ¡ah! dice, pero del primero no me acuerdo si era varón o mujer, bueno le digo: esperemos un ratito, el Espíritu Santo nos va a decir si era varón o mujer…, bueno era varón, ¿qué nombre le ponemos?, Federico, lindo nombre, me gusta Federico y así con los tres. Bueno, pero a mi no se me movía un pelo y entonces pensaba en vos Señor que te sonreías para ver cómo salía yo del paso, pero ni siquiera me hamacaba en el asiento para no demostrarle a la otra persona que estaba en una situación tan difícil. Sigamos poniendo los nombres, y mirá che le dijo, si se puede hacer o no se puede hacer yo no sé, creo que sí, bauticémoslo también, bauticémoslo, y lo bautizamos, si tiene valor o no, no lo sé, vos sabrás si tiene valor, había buena intención en nosotros, ¿quiere decir dijo la mujer, que ya no tengo tres hijos sino seis?, claro querida, tenés seis vos y no pongas seis platos en la mesa para seis hijos en la mesa, poné tres nomás, pero pensá que los otros tres andan por allí merodeando, esto a mi me hace mucho daño, yo creí que todo eso no era nada, no, no, no, pará, pará, desde el momento mismo de la concepción esas eran personas, ¿y qué querés querida que te diga?, yo no te puedo disimular la verdad a vos, los mataste, que te parece si le pedimos perdón al Señor de eso y rezamos el Pésame juntos. Claro digo yo, pero el problema no termina acá querida, si bien estas cruces del Papa tienen todas Indulgencia Plenaria, que es para pagar las deudas, incluso que vos hiciste pero vas a tener que pagar un poco todavía vos ¿eh?, dice: ¿y cómo hago yo para pagar?, bueno le digo, rezá mucho para pedirle al Señor te ilumine de que formas pagar esas deudas, porque mirá en la vida todo se paga che, todo, incluso uno paga hasta lo que no debe, ¡cómo será lo que debe!, le digo, yo no te quiero crear un cargo de conciencia con esto, ¡no!, estoy muy contento que el Espíritu Santo te trajo aquí y estés sentada en este sillón donde se sentó la Virgen, mirá vos, ¿aquí se sentó la Virgen?, ahí se sentó la Virgen, ¿y yo estoy aquí habiendo matado tres chicos?, vos estás ahí habiendo matado tres chicos. No, no tengas ningún cargo de conciencia querida por favor, por favor, yo te voy a ayudar para que pidamos perdón por eso, pero aunque el Señor paga por vos, vos también vas a tener que pagar de alguna manera, ¿de qué forma?, no sé, ya irás viendo, ya seguiremos charlando de qué forma, Dios te irá iluminando, etc., etc., etc. La charla siguió y las lágrimas rodaron mucho por…, perdoname, yo no quise hacerte sufrir pero vos no tenés tres hijos querida, seis son, seis, seis, son seis, ¿y esto se lo puedo contar a mi marido?, le digo: yo lo conozco a tu marido, y me parece que va a reaccionar mal entonces más vale traelo un día y se lo cuento yo, mientras tanto abrí tu corazón para seis hijos, no tres, quiere decir que yo no merezco nada porque, ahora estoy tomando conciencia de que he quitado la vida, es terrible, no querida, no, no, no, si el Espíritu te hizo sentar ahí, te mandó acá por algo te trajo, no te preocupes y siempre hay remedio para todo.

Ahora hermanos, entiéndanlo de una vez, si el Señor no hubiera puesto compasión dentro del mío, ¿qué hago yo?, me caigo redondo al suelo y me dejo de luchar con todo esto y me voy Señor porque la cruz tuya es muy pesada de llevar y esto a mí no me gusta ni medio, pero no hermanos, tuve que llorar junto porque eso es compasión, sentir junto, llorar junto la muerte de tres personitas y cuando llegó el momento mi mano tuvo que bendecir esa frente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pero en ese momento hermanos, ahí no había ningún hermano Sacerdote que me estaba mirando, porque me hubieran condenado a un fuego eterno, estaba Jesús nada más ni nada menos, lloraba junto con nosotros.

Todo esto nos está queriendo decir el Señor hoy ¿eh?, compasión, pensá cómo será la noche de esa mujer ¿eh?, pero yo me encargaré de decirle cincuenta veces ¿verdad?, de todo el amor que tiene Jesús por los que meten la pata y entonces ahí nomás me largué con Santa Faustina y le dije tantísimas cosas cuando Él le dice que “viene al mundo por los pecadores, no por los Santos y por más podrida que esté el alma más le gusta ¿no? que se la lleven a Él” ¿no?. Y también le conté aquello que ustedes ya conocen pero me gusta contarlo a mi, de San Jerónimo, cuando Jesús se le aparece y le dice: “Jerónimo, regálame algo y Jerónimo le dice: Señor, mirá yo he pasado tantos años traduciendo la Biblia del hebreo al latín vulgar, (por eso la Biblia traducida se llama Vulgata, que es esta, la que tenemos nosotros), y entonces: está bien, está bien Jerónimo pero Yo quiero más, Señor me pasé la mayor parte de mi vida en el Convento haciendo las cosas que vos querés, está muy bien Jerónimo, muy bien, pero Yo quiero más, Señor pero si vos conoces todo lo mío, lo mismo que hizo Pedro, Señor si vos sabés todo dice, no sé que darte más Señor si te serví toda la vida, y entonces Jesús le dice: quiero tus pecados Jerónimo”, ese era el regalo que quería.

Bueno, entonces si miramos la historia, miramos a veces a nuestros pastores, Ministros de la palabra, como dice Jesús o a nuestros hermanos o nos miramos a nosotros mismos y se nos ocurre comparar un poquito con el pasado, lo nuestro es apenas un juego de niños en comparación con las barbaridades que hicieron otros, eso no quiere decir que no hagamos barbaridades también nosotros ¿mmm?. Señor Jesús, no es fácil todo esto, ya lo sé, ya lo sé Señor, ahora yo me pregunto Señor: esa mujer no había confesado nunca esos tres abortos, me viene y me lo confiesa a mí, Señor yo no te discuto nada pero mirá que me mandas cada cosa Señor que realmente… ¿mmm?. En ese momento Jesús te siento un compañero, un hermano, un padre, un guía, todo, estás solamente vos conmigo Señor, solamente vos Señor, así como también se que estás al lado de esa mujer esta noche que en su cama tiene presente seis hijos en ves de tres muriéndose de ganas de decírselo al marido pero no se lo dice. Compasión Señor, esta mañana me lo demostraste Señor y a lo largo del día pero sobre esta noche porque no hay una palabra que no se haya dicho esta noche que no apuntara a eso. Qué sabio que sos Señor, cuánta es tu sabiduría Señor, yo sé que está demás decírtelo pero dejame decírtelo porque hay una parte humana en vos Señor que disfruta, sufre, goza y todo conmigo.

Y antes de pedirle al Señor que hable Él, les pido hermanos que no desaprovechemos una palabra de las dichas esta noche para poder decirle al Señor haceme girar ciento ochenta grados en la consideración de todo lo que hacen los demás porque es posible que en mí no haya compasión, ese es el drama. Qué duros somos Señor con los demás, qué duros que somos Señor, nosotros decimos que le toleramos pero no toleramos nada Señor, no toleramos nada.

Girar ciento ochenta grados porque me acuerdo Señor el otro día cuando vos hablaste en esa parte del Evangelio, Lucas creo que es Señor y decís que aquél que no tenía se le quitaba porque no podía usarlo, traducido sería: como dice Cabral: para qué quiero diez si sé contar hasta diez, Señor pero vos tenés que iluminar nuestra mente Señor, para eso que tu Espíritu Santo esté siempre con nosotros, no creas que me quejé de lo que te dije antes ¿eh? porque vos me acusás el golpe enseguida ¿eh?, no, solamente te digo que a veces me resulta medio duro, difícil la cruz de quebracho que tengo que llevar ¿eh?, es quebracho colorado por lo pesada, pero vos me dijiste que como el Profeta Ezequiel desde el seno materno ya me pertenecías entonces para qué me quejaré yo, no, es que no m quejo, te dogo nomás, te digo.

Señor Jesús, tu palabra es la que nos va a ilustrar mejor sobre lo que hemos hablado, si te parece bien Señor habla sobre eso o sobre lo que vos quieras. Que poca cosa somos delante de vos, que pequeñitos.

Estás acá con nosotros Señor, nosotros no tenemos ni el uno en mil de conciencia de tu presencia acá sino como vos dijiste moriríamos porque la mente humana no puede asimilar lo sobrenatural, hay que pasar al otro lado, dicho sea de paso que no sea tan pronto Señor ¿eh?, si tenés algo que decir Señor dale nomás.

Dice Jesús:

Estoy complacido por la noche que, porque si bien Yo tenía programado que pasara todo esto tuve que valerme de ustedes, cada uno de ustedes para que ocurriera; es decir, necesito vuestras bocas, vuestra lengua, vuestros ojos, vuestra mente, vuestro corazón, vuestras piernas, vuestros pies, vuestro estómago, vuestro todo, porque hablo a los hombres a través de los hombres. No es que Yo los esté manipulando, cuidado, es lo último que haría, respetando plenamente la libertad que ustedes tienen, pasa lo que pasa, Yo comprendo plenamente la pregunta que tienen en la mente ustedes: ¿por qué tienen que pasar tantos siglos para que el hombre entienda de una vez cómo debe vivir o cómo ser Mi discípulo?.

Lo digo por enésima vez, todo gira en torno a la libertad de cada uno y Mi parte humana llora con ustedes, sufre con ustedes, les duele como a ustedes, todo exactamente igual, así como me duelen todas Mis heridas como si las tuvieran ustedes y las miran y las vuelven a mirar y saben que sale sangre de ellas y siguen haciendo lo que ustedes se les canta, no es un reproche, es también compasión, sentir junto con ustedes.

Pasarán siglos todavía de dolor e incertidumbre, siglos, estamos en la etapa de la hominización del hombre como decía Teilhard, los comienzos, tendrán que pasar siglos todavía de hominización, es decir ser más hombres para después empezar con la sociabilización que decía Teilhard hasta llegar al Pleroma, que es la unión en la totalidad, donde todos estarán en paz y todos serán hermanos y serán felices y darán gracias al Señor, ¿es mucho decirles que faltan milenios?. Pero hermanos, hijos, Mis queridos hijos, ustedes tienen que dar testimonio hoy, porque ustedes no van a vivir dentro de milenios, Yo espero tenerlos a Mi lado, ustedes tienen que dar el testimonio hoy y esperar un rato más y poner todas tus cuentas en claro, ¿lo digo como un reproche hermanos?, no, lo digo con compasión, que es la palabra sobre lo cual giró todo lo de hoy.

Cuánta pena siento que esté tan proscripta del lenguaje eclesiástico la palabra compasión, cuánto dolor, cuánto dolor, cuanto dolor, porque ustedes saben muy bien que es cierto que Mi parte sobrenatural no sufre, Mi parte humana sí sufre y así como delante de la tumba de Lázaro Yo sabía perfectamente que el Padre iba a resucitarlo, sin embargo Yo lloré por la muerte de Mi amigo, es decir Mi parte humana lloró y sigue llorando todos los días y esta noche llora al lado de esa mujer que está mojando su almohada con las lágrimas que le produjeron tus palabras esta mañana cuando le dijiste que tenía seis hijos en vez de tres.

Y estoy aquí con ustedes compartiéndolo todo esto y estoy al lado de los chicos que se mueren de hambre porque ¿acaso crees que me olvido que tres cuartas partes de la población del mundo se acuesta con hambre?, ¿creés que me olvido de eso?, y Mi Corazón tiene que sentir compasión por todos ellos y cerrar sus ojos, bajar sus párpados cuando mueren porque su estómago ya no recibía más comida desde hace mucho tiempo.

Hermanos entiendan todo esto por favor, entiéndanlo hermanos, entiéndanlo, si tomaran conciencia a un nivel de Francisco de Asís dejarían todo y se pondrían en camino, pero ustedes tienen vuestros hijos, vuestras familias, vuestros compromisos, vuestro trabajo y todas las cosas con las cuales cumplir entonces no les puedo pedir que sean un Francisco de Asís, pero sí que Yo sea el motivo principal por el cual viven, es decir ingratos serían hermanos si después de respirar el mismo aire que Yo respiro, mañana me dieran vuelta la espalda, sería terrible hermanos.

Se los repito, están respirando el mismo aire que Yo respiro, si mañana me dieran vuelta la espalda y no obraran de acuerdo a lo que tanto dijimos esta noche, el sentir compasión por el hermano, haga lo que haga, sea quien sea, sea el más zaparrastroso o el más santo, sea el más vil y el más bueno, por todos hermanos compasión, sentir juntos, que quiere decir cambiar de lugar el alma y ponerla en el lugar del otro para ver que pasa que no alcanzo a entender porqué obra así tan mal.

Compasión hermanos, compasión, no hace falta hermanos pensar en hacer grandes cosas para tenerme siempre presente, no, no, acuérdense de la hemorroisa, la mujer que padecía algo, ni se le ocurrió a ella hablarme, ni se le ocurrió hablar a alguien para que intercediera por ella, nada, ella dijo: “si puedo tocar el manto del Maestro voy a estar sana”, cuando entre la multitud alguien me tocó, Yo sentí que algo salía de Mi y ¿qué dije después?: “¿quién me tocó?, nadie Señor dijeron los Discípulos, hay tanta gente acá, alguien lo pechó, ¡no!, Yo sentí salir algo de Mí y entonces traen a la mujer, que se pone de rodillas, Él por supuesto entiende todo y dice Jesús: “levántate mujer, porque no he visto una fe igual en todo Israel”, solamente quería tocar Mi manto, ni siquiera pedir que la sanara, nada.

Entonces, no vean difícil ser Mis discípulos, es una actitud interior de mirar el mundo, los hombres, las cosas, los acontecimientos y todo desde el punto de vista que lo miraría Yo, con compasión, sintiendo juntos.

Los amo mucho, me quedaría toda la noche con ustedes, me quedo por supuesto pero sin estar corporalmente.

Habla Artemio:

Jesús se levanta, acerca su cuerpo al mío, pasa sus brazos alrededor de mi cabeza, aprieta fuerte, yo como un gran tonto no me pongo a llorar ni a gritar, ni a reírme ni a nada, todavía te entiendo poquitito Señor, lo único que entiendo Señor es que todos los días me hacés descubrir un carisma a un don nuevo ¿no es cierto? Señor, hace más pesada la cruz, pero Señor antes que te saque el pedazo que vos tenés ahí arriba del hombro salido me falta rato todavía.

Ahora se acera a I., y le hace la señal de la cruz en la frente.

M.: pone las manos adelante y le hace la señal de la cruz.

H.: le hace la señal de la cruz y lo besa en la cabeza.

Pone las manos sobre la cabeza de C. A., le acaricia el cabello y le hace la señal de la cruz.

De H.: baja las manos sobre el pecho, se queda un rato allí, se levanta y hace la señal de la cruz.

Hace la señal de la cruz porque los tiene de frente, pone las dos manos sobre la cabeza, se inclina sobre ella, pone los dedos en la boca, lo pone en los oídos, los demora un rato allí y luego le pone las manos en la cabeza.

Gracias Señor, muchas gracias, quiere irse por la otra puerta pero se va por la puerta del taller, antes los miró a todos.

A vos Señor te gusta mucho que te digan: “Padrenuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden y no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal, Amén”.

 

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